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El zaragocismo y su fidelidad infinita: ¿el último llenazo en la vieja Romareda?

El estadio municipal registró el pasado domingo la tercera mejor entrada de todo el fútbol español. Casi 29.500 personas probaron, una vez más, que el Real Zaragoza es un león enjaulado. 

Así lució La Romareda el pasado domingo, en el regreso de Víctor Fernández a casa.
Así lució La Romareda el pasado domingo, en el regreso de Víctor Fernández a casa.
José Miguel Marco | Jose Miguel Marco

Las imágenes de La Romareda llena, en el partido del domingo ante el Espanyol, siguen recorriendo los telediarios nacionales. Casi 30.000 aficionados en un estadio de Segunda División. El tercer registro más elevado del fútbol español, y que prueba, una vez más, que el Real Zaragoza es un león enjaulado. Un club que ruge a través de una masa social que, temporada tras temporada, responde por encima de los resultados.

Siempre que hay un motivo, el zaragocismo está ahí. El pasado domingo fue el regreso de Víctor Fernández. Un reencuentro que hizo olvidar la crisis futbolística, ese mes y medio que el equipo lleva sin ganar, casi sin marcar, para hacer latir al municipal como en las grandes ocasiones.

Fueron 29.468 espectadores los que, subidos a la ilusión del redebut de uno de sus símbolos, dieron colorido a las gradas de un recinto que, en lo que a los campos españoles se refiere, únicamente fue superado por el Cívitas Metropolitano (68.200 personas para ver el Atlético de Madrid-Barça) y el Sánchez Pizjuán (36.500 en el Sevilla-Celta de Vigo).

La Romareda no vivía algo así desde el ‘play off’ disputado contra el Numancia en junio de 2018. Entonces fueron 29.959 personas las que presenciaron aquel decepcionante duelo, que se resolvió con un marcador de 1-2 favorable a los sorianos y que truncó la penúltima opción clara de ascenso del Real Zaragoza.

La siguiente llegaría dos años después, en otra recordada eliminatoria ante el Elche, pero, debido a la pandemia, no hubo opción de que el estadio se llenase. De hecho, el choque se disputó a puerta cerrada en un verano (2020) en el que el pico de contagios todavía era muy elevado.

Antes, en enero, La Romareda estuvo cerca de colgar el ‘no hay billetes’ en la eliminatoria copera frente al Real Madrid. Y, también en febrero de ese mismo año, había acogido un Real Zaragoza-Deportivo de la Coruña con 28.024 seguidores. Esos que no imaginaban lo que estaba a punto de ocurrir, con la irrupción de la covid-19 y sus consecuencias devastadoras para el club, que derivaron en la salida de Víctor Fernández.

El Zaragoza lo pasó realmente mal el curso posterior (2020-21). Estuvo cerca de perder la categoría y, tras el milagro obrado por Juan Ignacio Martínez, el propio técnico alicantino no supo darle mayor entidad al equipo en la 2021-22; no fue capaz de aspirar a algo más que la permanencia, y acabó saliendo tras el cambio accionarial.

Juan Carlos Carcedo fue la apuesta para el banquillo de los nuevos dueños. Y salió mal. Tanto, que Fran Escribá lo relevó en noviembre de 2022, cuando el equipo ya estaba sumido en una apatía que se prolongó hacia el final de curso, y que fue contrarrestada con el adiós de Alberto Zapater.

Más allá de los 23.674 aficionados que se dieron cita en el municipal, aquel 26 de mayo de 2023 en que el capitán se despidió ante el Tenerife trajo la unión. Sentó las bases de una campaña -la presente- en la que el Real Zaragoza batió su récord de abonados (28.882) y tuvo un inicio cargado de euforia, de perfecta comunión entre la grada y el equipo en los primeros partidos locales (Villarreal B, Valladolid, Eldense…) que, con el paso de las jornadas, se fue desinflando hasta alcanzar la situación en que nos encontramos.

Esto no ha evitado que la gente siga acudiendo al municipal, aunque ninguno de los encuentros de los meses centrales de esta campaña 2023-24 había generado un ambiente como el respirado el pasado domingo, con la referida vuelta de Víctor Fernández al banquillo que, además, vino acompañada del homenaje a los héroes de la Copa del Rey de 2004.

Muchas emociones. Demasiados recuerdos del pasado, enfrentados con la realidad actual. Con esa nueva derrota (0-1) que exaltó que, por más sentimientos que rodeen a esto de la pelota, después hay que hacerla entrar…

Y ese, precisamente, es el principal reto de Víctor de aquí en adelante. Sanar ese preocupante déficit goleador. Dar con los mecanismos que hagan del Real Zaragoza un equipo ofensivo, alegre, y que gane partidos para asegurar la permanencia cuanto antes.

Ya habrá tiempo de hablar del proyecto de futuro, de fichajes, de renovaciones… Ahora es momento de complacer al zaragocismo a base de victorias. Empezando por la visita de este próximo domingo (18.30) a Miranda de Ebro, hasta donde, como es habitual, se desplazará un gran número de seguidores.

Nueva prueba para el ‘efecto Víctor’. En las gradas de Anduva -como confirmación del gancho que ya exhibió el técnico aragonés ante el Espanyol- pero, ante todo, sobre el campo. Sobre un terreno de juego en el que el Real Zaragoza no vence desde la 2016-17, con tanto de Ángel Rodríguez.

El canario, precisamente, visitará La Romareda en la siguiente jornada liguera. Será el Domingo de Resurrección, fecha en la que las gradas suelen acusar el hecho de que buena parte de los aficionados estén centrados en la Semana Santa o, en su defecto, de viaje fuera de la capital aragonesa.

La mejor media de Segunda

Está por ver cómo responden este año. En una temporada en la que la media de asistencia al estadio está por encima de los 22.500 espectadores. Dato superior al del resto de escenarios de Segunda División, pues El Molinón, sin llegar a los 20.000 por partido, es el recinto que más cerca está del zaragozano.

Después vienen el Stage Front del Espanyol (más de 17.500), el nuevo José Zorrilla (16.500) y el Heliodoro Rodríguez López (16.250). Todos ellos campos reformados. Similares, algunos de ellos, a la nueva Romareda que está por construir. A una instalación cuyas obras comenzarán en julio y que, por ende, obligarán a reducir el aforo el curso que viene.

Así, a la espera de cómo transcurran los próximos meses en lo deportivo, parece complicado que se pueda dar un registro mejor que el del domingo antes de que finalice la remodelación. La del retorno de Víctor apunta a ser a ser la última gran entrada en el viejo templo.

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