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Desalojados en Peñaflor: "Nos llevamos los animales, la documentación y algo de ropa"

Una de las últimas familias en abandonar una de las dos urbanizaciones próximas al Gállego cargaba el coche con ayuda de un amigo.

La crecida del Gállego obliga a desalojar a 25 familias en Peñaflor (Zaragoza).
Swen abandona su casa y carga el coche con la ayuda de su amigo Jesús, de Caspe.
Guillermo Mestre

Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Zaragoza controlan el acceso a las dos urbanizaciones de Peñaflor, próximas al Gállego, que han sido desalojadas este sábado ante la crecida del río y en previsión de que el nivel aumente en las próximas horas.

Los vecinos han cargado sus coches con los mínimos enseres, en previsión de que puedan regresar a sus hogares este domingo, aunque también con el desasosiego de dejar atrás sus pertenencias y sus fincas. Hay quien va a pasar la noche en otra residencia de su propiedad, o quien dormirá en casa de familiares. También se ha habilitado el pabellón de Peñaflor, por si alguien necesitara hacer uso de este servicio.

Se ha desalojado más del 95% de los vecinos de las dos urbanizaciones de Peñaflor. Según explica la concejal delegada de Bomberos y Protección Civil del Ayuntamiento de Zaragoza, Ruth Bravo Barrio: "Quedan cuatro o cinco personas que siguen porque es su primera residencia y tienen animales, pero están en contacto con bomberos y Policía Local". La previsión es que abandonen sus domicilios antes de la medianoche, afirma.

"No hay motivos para correr", señalaba uno de los vecinos que abandonaba su domicilio junto a su familia, aunque la mayoría había salido ya antes de las 17.00. A esa hora todavía quedaba quien preparaba todo y dejaba lista su casa, en previsión de que el agua pudiera alcanzar la urbanización. Aunque ya han pasado por esta situación antes, "se vive con intranquilidad". Sobre todo, dicen, porque se espera que la punta llegue a este núcleo a partir de la medianoche.

Entre las últimas familias estaba Swen Schulz, que lleva ocho años viviendo en esta urbanización. "Estamos preparando todo para irnos", ha relatado mientras abría la puerta a su amigo Jesús, de Caspe, para que metiera su vehículo: "Ha venido a ayudarnos con los animales, cuatro perros y dos gatos". "Salimos con lo más necesario", cuenta, como la documentación por si no podemos volver a entrar y algo de ropa. 

"Es la tercera vez que nos desalojan", explica con resignación: "No podemos hacer otra cosa. Si el agua viene, viene con fuerza, y no hay más". Mientras cargan el equipaje y preparan a los animales comienza a caer con fuerza la lluvia, en medio de una urbanización casi vacía, en la que todavía queda algún vecino preparado para marcharse. 

Los agentes que controlan los accesos elaboran el listado con las familias que salen de sus domicilios y, por la tarde, aún faltaba por localizar a dos propietarios, que tenían unos perros en sus parcelas. 

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