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Bolea vuelve a celebrar su feria de la cereza después de tres años truncados

Este domingo tendrá lugar la XXII edición de un evento que no se ha celebrado en dos ocasiones por el covid y en 2022 por una helada que afectó a toda la cosecha.

Una edición anterior de la Feria de la Cererza de Bolea.
Una edición anterior de la Feria de la Cererza de Bolea.
Heraldo

Bolea se viste de rojo este domingo, 11 de junio. Rojo cereza, más en concreto, el color del fruto que caracteriza a este pueblo oscense perteneciente a La Sotonera. La XXII Feria de la Cereza llega este fin de semana con más ilusión que nunca, después de tres años en los que no se ha podido celebrar en condiciones. En 2022 una helada afectó a toda la cosecha y se organizó algo simbólico, pero no la feria en todo su esplendor. Los dos años anteriores, no tuvo lugar por la pandemia.

Para esta ocasión, se espera que 50 puestos compongan un mercado que estará dividido en dos sectores. Uno de ellos será el alimentario, donde la protagonista será la cereza de los productores locales. Además, se venderán embutidos, como cecina de Leóno patés de Francia. Otra zona se destinará a productos de artesanía y el espacio se abrirá a las 11 de la mañana.

Este año, como novedad, el Ayuntamiento habilitará un espacio de guarda y custodia de las cerezas que se compren en el mercado. Será en los bajos del edificio consistorial y esto permitirá que quienes se quieran llevar cerezas a casa no tengan que cargar con ellas durante todo el día. “Podrán dar un paseo por Bolea, subir a la Colegiata, conocer alguna explotación de las afueras o simplemente tomar algo o comer tranquilamente”, explica Maribel Bailo, alcaldesa de La Sotonera.

Durante la jornada, que se prolongará hasta las ocho de la tarde aproximadamente, también habrá música, una zona infantil con hinchables y juegos para niños y puertas abiertas en la almazara Molino de Olivas de Bolea.

Aunque el acto central de la feria de la cereza es este domingo, el fin de semana pasado ya se organizaron unas andadas para dar a conocer los siete pueblos que pertenecen a La Sotonera (Hoya de Huesca). El programa de este año se cerrará el próximo día 17, también en Bolea, con una masterclass de Mateo Sierra, exconcursante de Masterchef, que cocinará platos con cereza. Por la tarde, habrá una actuación del grupo musical B Vocal.

Mantener viva la llama de la cereza de Bolea

El objetivo de la Feria de la Cereza de Bolea no es tanto darla a conocer, porque es un producto que ya se relaciona con este lugar y de renombre, sino para “mantener viva la llama”. “Queremos dinamizar el territorio y compartir con los demás la exquisitez de nuestro producto”, explica la alcaldesa. Aunque es complicado contabilizar el número de visitantes que se reciben, se habla de miles de personas cada año. Miles de personas que llegan a este pueblo de alrededor de 500 habitantes con el claro objetivo de irse con, al menos, una barquilla de cerezas bajo el brazo.

En la localidad se cultivan más de 20 variedades de cereza y este año la cosecha está siendo buena. “Es un producto delicado, porque le afecta la sequía pero también las lluvias fuertes. Tampoco le sienta bien el calor extremo pero las heladas le hacen mucho daño”, resume Bailo. Además, su recolección es un trabajo muy manual, ya que se cogen una a una y, a diferencia de otras frutas, que siguen madurando una vez cogidas del árbol, la cereza no lo hace. Así, por cada árbol hay que pasar varias veces, seleccionando en cada momento las que ya están listas para recolectar y comer.

Ismael Tresaco es uno de los productores locales de cereza, un cultivo que en los campos de Bolea no se hace en extensivo, sino en pequeñas explotaciones. La suya es de apenas media hectárea, con unos 150 árboles que trabajan él, en sus ratos libres, con la ayuda de su mujer y su hijo. La parcela la compró su bisabuelo y primero estuvo dedicada al olivo, después al cereal y, desde los años 80 a la cereza. Él cogió trabaja estas tierras como afición desde 2008, cuando renovó todo, puso riego por goteo y sembró distintas variedades de cereza.

Este domingo montará un puesto en el Feria de Bolea, “si el tiempo nos respeta y podemos recolectar para ese día”, puntualiza. Llevarán unas 100 cajas de dos kilos para que los visitantes puedan llevarse a casa la mejor selección de cereza lapins, cristalina, sonata o sunburst, variedades que se cogen en estas fechas. Desde mediados de mayo, que es cuando en temporada normal se empieza con la recogida, se ha ido dando salida a otras como burlat, martina, summit o giant red. Unas son más bien blandas y muy sabrosas, como la burlat; otras tienen forma de corazón y son de gran tamaño, como la summit; y otras son más duras y se comen muy maduras, como la sonata.

Pero todas tienen en común que se cultivan en la tierra de Bolea, donde las explotaciones son modestas, se recoge la cereza en el momento justo y no se abusa del agua. Además, la altitud de estos campos, a unos 700 metros, también se nota en el sabor del fruto. “Aquí tenemos una producción pequeña pero de mucha calidad”, resume Ismael. Como productor local, forma parte de la Asociación Cerezas de Bolea, y la suya es de las explotaciones de menor tamaño. En el pueblo hay un total de 50 hectáreas destinadas a la cereza de las que alrededor de 15 son de la Cooperativa de Cerezas de Bolea, otras tantas de Celi, entre 5 y 7 de Julio Buesa y lo mismo para Eva Cabrero, de Cerezas Boleas. El resto de productores tienen media o una hectárea de campo y también hay otros vecinos que la cultivan pero no pertenecen a la asociación.

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