Paracetamol con patata y otras malas mezclas de fármacos y comida

Combinando ciertos medicamentos y alimentos la efectividad se puede resentir... ¡y la salud!

Puede ser que un medicamento no nos haga el efecto que debería porque hemos comido algo que no convenía
Puede ser que un medicamento no nos haga el efecto que debería porque hemos comido algo que no convenía
Aliaksandr Marko / Stock Adobe

Aunque a veces incluso nos jactamos de no leernos esos prospectos tan largos que llevan los medicamentos, lo cierto es que la mayoría de nosotros (un 80%, según la Organización de Consumidores y Usuarios) sí lo hacemos. Nos da seguridad ese papel enorme, en plan manuscrito del Mar Muerto, con letra minúscula. ¿Quién no teme que le siente mal un fármaco al interactuar con alguna otra medicina o sustancia? Es normal: en España hay cada vez más personas polimedicadas, es decir, que toman más de cinco medicamentos al día (aquí también se cuentan los complementos dietéticos o fármacos sin receta) durante más de seis meses. Y queremos evitar el ‘cóctel químico’ que se puede formar en nuestro cuerpo sin querer.

Afortunadamente, los prospectos son muy completos y recogen todas las interacciones entre medicamentos. Lo que no indican –salvo en el caso del pomelo, quizá– es la información sobre la ‘mala relación’ entre el fármaco y algunos alimentos. Principalmente, porque no tendría consecuencias muy serias..., pero, ojo, sí puede ser que un medicamento no nos haga el efecto que debería (que sea menos del esperado o más del necesario) porque hemos comido algo que no convenía. Y eso no lo va a a poner, normalmente, en el prospecto.

En términos de salud, la interacción de ciertos medicamentos con algunas comidas "puede derivar en inefectividad o toxicidad", resume el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos en su reciente estudio ‘Interacciones entre alimentos y medicamentos’.

En líneas generales, las dietas muy ricas en fibra (que crean un ‘escudo’ en el intestino) o con muchas grasas (que hacen que el estómago tarde en ‘vaciarse’) complican la absorción de los fármacos y, por tanto, su efectividad. Pero, si hilamos algo más fino, podemos señalar algunas de las ‘mezclas’ de alimentos con medicamentos menos afortunadas... y muy habituales.

Paracetamol con hidratos

Está cogiendo mucho vuelo la afirmación de que el paracetamol, el analgésico más habitual junto al ibuprofeno, no se debe tomar con peras y manzanas. Bueno, en realidad, lo que no debemos hacer si queremos que nos haga efecto rápido (si sufrimos un dolor, se supone que tenemos cierta prisa) es tomarlo con comida, porque va todo junto al estómago y se retrasa la absorción del analgésico. Sobre todo, si lo que hemos ingerido para ‘acompañar’ es un alimento rico en hidratos de carbono, que aún retrasa más la absorción del paracetamol. Así que hay cosas peores que tomarlo con fruta: hacerlo con un buen trozo de pan, unos espaguetis o unas patatas fritas. Aunque es cierto que las proteínas de ciertas frutas también complican la absorción del paracetamol y aportan un ‘extra’ de dificultades.

Las ensaladas ‘enemigas’

Si tomas acenocumarol (principio activo del famoso Sintrom, un anticoagulante), "deberás vigilar el consumo de vitamina K, existente, principalmente, en verduras de hoja verde (espinacas, col rizada, repollo, lechuga...), para no modificar su efecto anticoagulante", indican los expertos del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Así que hay que vigilar si el fármaco está haciendo su función en caso de que tomemos muchos alimentos con vitamina K (o suplementos con esta sustancia).

El pomelo ‘maldito’

Seguro que alguna vez nos hemos sorprendido al leer un prospecto y comprobar que el pomelo o su zumo están contraindicados con un medicamento. Pero ¿qué tiene, con lo inofensivo que parece? Afecta a unos 90 fármacos y en algunos casos puede tener efectos adversos serios. Básicamente su ‘problema’ son los flavonoides que contiene, que aumentan mucho la biodisponibilidad oral de determinados medicamentos, lo que significa que puede potenciarlos tanto que tengamos una sobredosis. En muchos casos no tiene importancia, pero sí en los fármacos en los que las dosis terapéuticas y las tóxicas están muy cerca. Medicinas para la ansiedad y la depresión, para la hipertensión, para el colesterol, para las taquicardias... suelen llevarse mal con el pomelo.

Hierro y lácteos..., no

Si tenemos déficit de hierro y nos lo recetan, debemos evitar tomarlo con alimentos que tengan mucho calcio (leche, queso, yogur…). No es que nos vaya a sentar mal, pero vamos a complicar su absorción y, por tanto, quizá no obtengamos el efecto que deseamos. Evidentemente, no pasa nada si un día nos tomamos un vaso de leche con el hierro, pero es mejor no hacerlo habitualmente. Sin embargo, añaden los farmacéuticos, hay algunas interacciones positivas: si ese mismo hierro lo tomamos con alimentos que tengan vitamina C –cítricos, tomates, pimientos–, vamos a ayudar a que nuestro organismo lo absorba mejor.

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