Heidi, la niña de los Alpes, cumple 50 años

'Heidi', la serie de dibujos creada por Isao Takahata, llega a las cinco décadas tras haber entretenido a varias generaciones de niños en todo el mundo.

Heidi, la serie de dibujos.
Heidi, la serie de dibujos.
IMDb

La inocencia, la orfandad, la dureza de la vida o la amistad. Esos valores y alguno más estaban condensados en 'Heidi', la serie de televisión dirigida en 1974 por el japonés Isao Takahata, dibujos animados que ahora cumplen medio siglo. Pasa el tiempo y 'Heidi' se repone aún en las televisiones de medio mundo, como si fuera 'Verano azul'. En España hubo que esperar hasta 1975 para conocer aquella historia que hoy puede resultar cursi y ñoña, producida por el estudio de animación Zuiyo Eizo y la cadena de televisión alemana ZDF.

La historia de la niña de los coloretes que correteaba descalza por los prados de los Alpes, inmune a los cardos, paralizaba España los sábados después del 'Telediario' del mediodía. Enganchaba a la audiencia de la primera de las dos únicas cadenas que existían. No quedaba más remedio que verla y esperar a la película que venía después o se podía apagar el televisor y echar la siesta. Y así durante 52 episodios.

Para crear la serie, Takahata se basó en el libro publicado en 1880 por la escritora suiza Johanna Spyri -cuya fotografía podría recordar a la ortopédica señorita Rottenmeier de los dibujos animados-. Tras el éxito de 'Heidi', Spyri publicó al año siguiente una segunda parte titulada 'De nuevo Heidi'. Por motivos editoriales los dos libros se juntaron en un tomo en 1885.

La autora se inspiró en las niñas que residían en los Alpes y en el ambiente montañés de finales del siglo XIX. A ello añadió las vivencias que ella tuvo de pequeña para recrear el escenario en el que dio vida a Adelheid (Adelaida), de cuya abreviatura nace Heidi.

De risas y lágrimas

Era una huérfana al cuidado de su tía. Pero esta tiene que irse a trabajar a Fráncfort (Alemania) por lo que decide dejar a la niña en la aldea Maienfeld, donde vive el abuelo de la pequeña -cuyo nombre nadie recuerda, pero que es Tobias Hessen-. Allí conoce a Pedro y a sus cabras.

Dos años después, cuando vivían felices, la tragedia vuelve a cernirse sobre Heidi para desesperación del espectador. La tía se lleva a la pequeña a Fráncfort, donde la pone a trabajar como señorita de compañía de Clara Sesemann, una niña atada a una silla de ruedas. Allí es donde aparece la citada y aviesa señorita Rottenmeier.

El caso es que Heidi y Clara se hacen grandes amigas, lo que no impide que la primera sufra una fuerte depresión al estar lejos de sus montañas, de Pedro y sus cabritas y de su abuelo. Es el padre de Clara quien se da cuenta de ello y la envía de inmediato de vuelta a casa.

Después de los reencuentros en la montaña, la rutina vuelve a alterarse. Es Clara la que ahora acude a las montañas a ver a Heidi. Pero Pedro, celoso de la amistad entre ambas niñas, despeña la silla de ruedas de Clara. Entonces se obra el milagro y la pequeña con discapacidad consigue andar sin ayuda.

Y colorín colorado, pero el cuento no ha terminado. Después llegaron películas con personajes de carne y hueso, fieles a la historia, y otras más 'gore' e, incluso, solo para adultos.

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