LETRAS ARAGONESAS. OCIO Y CULTURA

José María Pérez Collados: “Tras el divorcio, proteger a mi hija pasó a ser el sentido de mi vida”

El escritor y catedrático de Derecho publica la novela 'María y él. Una elegía de la infancia' donde evoca su niñez y a su madre Maruja Collados.

José María Pérez Collados es escritor y catedrático de Historia del Derecho en Gerona. En China le acaban de traducir 'El tren de cristal'.
José María Pérez Collados (Zaragoza, 1964) el martes en Zaragoza. Es escritor y catedrático de Historia del Derecho en Gerona. En China le acaban de traducir 'El tren de cristal'.
A. C. /Heraldo.

‘María y él. Una elegía de la infancia’ (Renacimiento, 2023) es una novela de la memoria y de la paternidad. De entrada, ¿qué le debe a su madre, María o Maruja Collados, que acaba de irse y que colaboró más de 40 años en HERALDO?

Algunos lectores han entendido esta novela como un homenaje a mi madre. Y quizás sea cierto. En la novela, las vivencias con su hija hacen que el protagonista rememore a su madre, la adivine haciendo antaño lo mismo que ahora él hace por su hija. Buena parte de este libro es la recreación de una madre que el protagonista quiere regalarle a su hija.

¿En qué medida es tan capital una infancia como la suya en la novela?

La infancia y la vida de mi madre quedó marcada por la muerte de la suya cuando sólo tenía 10 años. Apenas puedo concebir el desamparo de aquella niña entre adultos que entraban y salían del velatorio improvisado en el salón de la casa. La llevaron a que pasara la noche con unos conocidos que vivían en la misma calle y desde la ventana del cuarto en el que la acostaron podía ver la luz amarilla de su casa y el tráfago de la gente que acudía a acompañar a la familia. Luego vino el internado en el colegio de monjas, hasta los veintidós años. Las tremendas historias del colegio y de sus maravillosas amigas constituyen una parte esencial de mi infancia. Hace unos meses leí una nueva edición de ‘Celia, madrecita’…

"La infancia y la vida de mi madre quedó marcada por la muerte de la suya cuando sólo tenía 10 años. Apenas puedo concebir el desamparo de aquella niña entre adultos que entraban y salían del velatorio improvisado en el salón de la casa. La llevaron a que pasara la noche con unos conocidos que vivían en la misma calle"

De Elena Fortún, a la que su madre recordaba mucho.

Sí. Fueron amigas. En el prólogo se señalaba el significado que para aquella generación de mujeres tenía el perder a la madre, porque a partir de aquel momento debían hacer ellas de mamá, sustituir entre lágrimas a la que se lo había dado todo, abandonar los propios afanes, los proyectos. Y aquellas jóvenes acometían todo aquello sin rencor, esto es importante, lo hacían con amor, yo creo que enfrentaban esa misión con tristeza, con una felicidad bañada en la tristeza, bañada en el recuerdo de la infancia y de la madre perdidas. Así era mi madre.

Quizá no tenga distancia, pero ¿cómo define a su madre como escritora, qué lecciones le dejó?

En casa de mi madre había una muchacha (la Felisa, no quiero dejar de mencionar su nombre), que le contaba muchos cuentos de niña y cuando llegaban al pueblo los ciegos que vendían y cantaban romances allí acudían ellas las primeras. Así cultivó ese tipo de imaginación sencilla y pura a la que un buen escritor no debe tener miedo. Esa es una de sus muchas lecciones. Otra tiene que ver con las tardes de mi infancia en la que nos contaba cómo eran esos seres extraordinarios que en el Madrid desgualdrajado de la posguerra soñaban con publicar un libro de poemas, o escribir una novela. Hace algunos años yo quería hablar en una novela de la generación de poetas de los años cuarenta y no hallé libro mejor para ello que la correspondencia de aquellos tiempos de mi madre. En sus historias de aquel Madrid hoy imposible mi madre me enseñó el respeto hacia la auténtica condición de escritor y lo que ello significa de renuncia a la realidad inmediata, de renuncia a cambio de una verdad intangible y, por ello, a menudo triste, derrotada. Esta es otra lección a la que procuro ser leal siempre.

Las manos de Maruja Collados, su madre, escritora y periodista, que entrevistó a Baroja, Agustín de Foxá y muchos otros. Falleció hace unos días.
Las manos de Maruja Collados, su madre, escritora y periodista, que entrevistó a Baroja, Agustín de Foxá y muchos otros. Falleció hace unos días tras publicar y tener en sus manos la antología de sus textos: 'Desde mi cristal', que publicaron sus hijos en Nuevos Rumbos.
A. C./Heraldo.

La otra gran protagonista de su libro es María, su hija. ¿Qué sucede con los hijos cuando se rompe una familia, y más si es hija única, qué espacio nuevo ocupa ella en su vida?

Yo no viví mi divorcio como algo natural en una cultura “monogámico sucesiva”, que se diría hoy en día. Lo viví como un fracaso personal enorme y lo que me obsesionaba era que mi hija, que entonces apenas tenía seis años, pudiera sufrir daños que le dejasen huellas a causa de todo aquello. Protegerla pasó a ser el sentido de mi vida.

¿Cuál sería, a partir de la ruptura, la posición del padre, cómo combate la melancolía y el desamparo, y se hace fuerte en su cariño?

Lo que yo traté de hacer fue construir de nuevo un hogar para mi hija. Lo hacía para ella, pero lo fue también para mí. Es el hogar que tengo hoy en día. Buscar una casa para aquella niña, decorarla para ella, amueblarla, vestirla de Navidad cuando llegaban las fechas, pintar de rosa su habitación, llenar de colores y animalitos de goma su cuarto de baño… Cada una de estas pequeñas cosas adquirían una importancia enorme en aquel contexto, las hacía como en la Antigüedad se defendía una ciudad de los bárbaros, con una dedicación desesperada. Yo entonces me sentía así y supongo que de ahí surgió esta novela.

"Lo que yo traté de hacer fue construir de nuevo un hogar para mi hija. Lo hacía para ella, pero lo fue también para mí. Es el hogar que tengo hoy en día. Buscar una casa para aquella niña, decorarla para ella, amueblarla, vestirla de Navidad…"

¿Por qué ha querido establecer un puente con la novela de caballería? ¿Un padre como usted es un aventurero, de algún modo?

Sentí que la figura del caballero andante se asemejaba enormemente a lo que yo estaba viviendo en aquella época. Por ejemplo, en muchas novelas de caballerías el caballero es un exiliado, ha sido expulsado de su Reino. Como alguien que ha perdido su hogar tras un divorcio. Por otro lado, un caballero siempre tiene una dama a la que dedica su vida, pero con la que no pretende casarse, su devoción tiene otro sentido. En la novela procuré reescribir cada una de las reglas de la caballería desde el punto de vista de un hombre divorciado y padre de una niña: el valor, el exilio, la soledad, la tristeza, la renuncia, la esperanza…

Otro puente capital es ‘La Ilíada’, de Homero, y en concreto la historia de Troya: Príamo, Aquiles, Héctor. ¿Cuáles serían los paralelismos metafóricos?

Muchas de las historias que se agrupan en los textos de Homero proceden de un género que se cantaba por los aedos durante siglos a lo largo y ancho de toda Grecia: el del regreso (en griego, ‘nóstoi’, de donde viene la palabra nostalgia). Si lo piensas, tras la guerra de Troya todos los héroes emprenden el camino de regreso a casa, todos. Nosotros sólo tenemos presente el regreso de Ulises, pero éste es sólo uno de tantos (hay muchos, Agamenón, Diomedes…), porque regresaron todos, cada uno con el drama que le correspondió vivir. El regreso al hogar perdido, la nostalgia por el pasado hundido da lugar a un peregrinar a veces sin sentido, pero que constituye una de las grandes aventuras de la vida A este sentimiento se agarra el protagonista de esta novela tras la pérdida de su familia. A un volver movido por la nostalgia, aunque fuera un regresar a ninguna parte, imposible, como el de tantos caballeros andantes.

¿Cómo se vive en esa ninguna parte o cómo se encuentra razón a la vida?

Aún hay más elementos en este terreno, es cierto: la reflexión acerca de las posturas vitales de Héctor y Aquiles es, todavía hoy, una de las columnas que sostiene a Occidente: ¿a qué debo entregar mi vida? ¿Es compatible tener una familia con alcanzar mis sueños? ¿Debo irme al combate (sea cual sea), o quedarme protegiendo a los míos?

La novela ahonda en el reino de la melancolía: la que deriva de la ruptura, de lo que pudo ser y no fue, la que deriva de la indagación en su propia infancia y adolescencia. ¿Qué encuentra ahí, y que ha reencontrado en la suya al mirar atrás con más de 50 años?

Yo me cuento entre los escritores que escriben buscando, buscándose. Eso exige honestidad, con uno mismo y con el lector. Por eso no sabía a dónde llegaría cuando comencé a escribir este texto que se deja llevar por el viento de la nostalgia. Y lo que he recuperado en este viaje de escritura y cuento aquí no es otra cosa que lo más importante que podemos alcanzar a poseer: unos padres a los que siempre llegamos tarde, unos abuelos como el gran regalo de la infancia, y unos hijos como la oportunidad que tenemos de devolver al mundo la vida que se nos ha dado. Yo creo que en esta novela se defiende al hogar por encima de todas las cosas.

Retrato de Maruja Collados, unos días antes de su fallecimiento en su domicilio de Zaragoza, repleto de libros y recuerdos.
Retrato de Maruja Collados, unos días antes de su fallecimiento, en vísperas de Navidad, en su domicilio de Zaragoza, repleto de libros y recuerdos.
A. C./Heraldo.

Conmueve ver que en la infancia fue un niño desasido, aislado, con fantasmas y miedos. ¿Era así o ha sido una reconstrucción literaria?

Podría decirle que sí porque esta es una novela autobiográfica, no tanto un texto de autoficción. Pero, por otro lado esta es, antes que nada, una novela, de modo que los personajes lo son siempre y en alguna medida de ficción. Yo creo que un novelista no pretende describir ninguna realidad, sino alcanzar eso que se llama verdad, verdad literaria, autenticidad. Yo me he recordado así literariamente, honestamente, pero habrá quien me haya visto de otra manera.

Su padre y su abuelo son claves en el libro. Resulta conmovedor ver cómo su padre iba al colegio a ver si hallaba su sitio, si no lo maltrataban, si se divertía…

Mi abuelo hablaba mucho conmigo cuando yo era un niño. Me contaba las historias familiares una y otra vez. A veces me sentía mal porque me despistaba en mis pensamientos y no le atendía… Tengo un recuerdo suyo grabado: yo no tendría diez años, lo vi, como casi siempre, sentado, con su boina negra, en silencio. Le pregunté, ¿qué haces, abuelo?, y me contestó, “recordar, siempre estoy recordando”. Mi padre hizo la guerra. Nunca hablaba de ello, hablaba poco en general. Al final de sus días me contó algunas cosas. Era de una honestidad y de una rectitud que hoy en día resultarían asombrosas. Su silencio perenne ocultaba una enorme sensibilidad.

"Yo creo que un novelista no pretende describir ninguna realidad, sino alcanzar eso que se llama verdad, verdad literaria, autenticidad"
Retrato de la niña Maruja Collados, que quedó huérfana a los diez años y vio desfilar a sus vecinos de Híjar ante el velatorio de su madre.
Retrato de la niña Maruja Collados, que quedó huérfana a los diez años y vio desfilar a sus vecinos de Híjar ante el velatorio de su madre.
Archivo familiar Pérez Collados.

¿Para qué sirven los cuentos en la relación padre e hija, madre e hijo..?

Creo que una función de la literatura es establecer las verdades que sostienen a la comunidad. Hoy en día no se habla de verdad, sino de ‘relato’, y no se acude a la literatura para establecer los relatos de consenso. Supongo que así nos va en general en Occidente. En esta novela quise que el protagonista recordase a su madre y convirtiera esos recuerdos en cuentos para dormir cada noche a su hija. De esa manera se hilvanaban tres generaciones en una historia compartida. A veces la niña llora porque por mucho que su padre lo intentase, ciertos recuerdos no podían dejar de ser tristes, o él no sabía cómo hacerlo mejor y se reprochaba por ello. Hay texto de Walter Benjamin, ‘El narrador’, que a mí me resulta muy inspirador porque defiende esto que te digo, la literatura oral y compartida, como vínculo, como esperanza.

“Con los escombros de su vida construyó un hogar para su hija…”, escribe. ¿Qué quiere decir?

El hombre que protagoniza la novela ha perdido su hogar, y siente que con ello lo ha perdido todo, camina entre cascotes, polvo, ruinas. Es con los escombros de ese fracaso con los que levanta un mundo para su hija, ahí encuentra recuerdos, lecciones, dolor, alegrías… Ya lo dijo Tolstoi, todas las familias felices son iguales, son las otras las que tienen historia, o literatura.

¿Cómo se sale de una novela que tiene bastante de exorcismo?

Cada una de mis novelas me ha permitido seguir adelante. No sé si hubiera sabido hacerlo de otra manera. No digo que escribir me haga feliz, pero sí me permite comprenderme que, aunque no sea lo mismo, es algo que se parece un poco al perdón.

Estamos en vísperas de Reyes. Salgamos en búsqueda de lectores. ¿Qué libros le han ayudado a redactar 'María y él. Una elegía de la infancia'?

En relación con los clásicos griegos, además de la estupenda edición en Blackie Books de 'La Odisea', recomendaría la novela de Daniel Mendelsohn, 'Una Odisea. Un padre, un hijo, una epopeya' (en Seix Barral), que me iluminó enormemente. La lectura que hace el autor de cada canto de la Odisea en relación con el reencuentro que vive con su padre me atravesó. Otra novela que no me gustó pero me ayudó bastante fue la de Rachel Cusk, 'Despojos. Sobre la separación y el matrimonio' (está en Libros del Asteroide). Me ayudó porque está escrita, como lo está mi novela, durante los años de decaimiento; se siente en ella la falta de fuerza, de aliento. A pesar de que no me gustó su planteamiento ni creo que el libro aporte mucho, su forma, esa prosa agotada que se parecía entonces a la mía me dio seguridad, sentí que escribir en ese estado era posible.

Casi se diría que esta franqueza contiene el llamado 'elogio aragonés'.

Ja ja ja. No lo había pensado. Luego estarían algunos tratados de caballerías, en especial el de Ramón Llull, 'Libro del Orden de Caballería' (se puede consultar 'online' en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes), que seguí para aprender las reglas de la caballería y buscar todo aquello que pudiera tener vigencia aún hoy en día. Y 'Platero y yo', claro. El título y el subtítulo de mi novela siguen a la de Juan Ramón Jiménez. Estos textos serían los que más estuvieron presentes mientras escribía 'María y él'.

José María Pérez Collados en Zaragoza, en los cines Palafox. Es experto en Derecho, profesor de Antropología Jurídica, coordinador de numerosos cursos y escritor.
José María Pérez Collados en Zaragoza, en los cines Palafox. Es experto en Derecho, profesor de Antropología Jurídica, coordinador de numerosos cursos y escritor.
A. C./Heraldo.
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