literatura

Terenci Moix y Aragón: Nonaspe, la jota en Benasque y la boda de Chabeli

El desaparecido escritor, ahora de actualidad por una docuserie en Filmin, siempre recordó sus orígenes. Estas son algunas anécdotas de su relación con esta tierra.

El profesor de la Universidad de Zaragoza Túa Blesa (izquierda) Estrella Pertusa y José María Ciria, del Hotel Ciria de Benasque, con Terenci Moix tras una comida en el establecimiento en el año 93.
El profesor de la Universidad de Zaragoza Túa Blesa (izquierda), Estrella Pertusa y José María Ciria, propietario del Hotel Ciria de Benasque, con Terenci Moix tras una comida en el establecimiento en el año 93.
Archivo Hotel Ciria

“Mientras que la familia de mi padre podía vanagloriarse de una catalanidad a prueba de bomba, la de mamá era oriunda de un pueblo aragonés. En realidad tuve una mamá de importación. Cierto que la importaron a una edad tan temprana que siempre se consideró barcelonesa y catalana,  y se vanagloriaba de tales dones en muy distintos grados, pero de todas formas nunca renunció completamente a su tierra aragonesa, por demás ambigua. (…) Este cúmulo de accidentes geográficos hacen a mi madre mestiza en Barcelona y mestiza en Aragón. Emigrante cuando llegó de muy niña a Barcelona y emigrante cada vez que regresaba a Nonaspe, siempre de visita, hablando con las formas típicas del barcelonés y por lo tanto extraña a todo…” . Así recordaba Terenci Moix en la primera parte de su trilogía autobiográfica, 'El peso de la paja', su relación con Aragón.

Durante su infancia y su juventud -entre los años 40 y 60- él y su hermana Ana María (tuvieron otro hermano mayor que murió a los 18) veraneaban en la localidad zaragozana, donde se alojaban en la casa de sus tías –el llamado 'Caserón'- donde compartían vivencias con sus abuelos y los hermanos de su madre.

Ya convertido en escritor de éxito y personaje popularísimo, Moix visitó esta tierra en numerosas ocasiones, sobre todo con la excusa del lanzamiento de sus libros, auténticos acontecimientos mediáticos. Pero entre todas sus incursiones, quizá una de las más singulares fue la que llevó a Benasque en el marco del Congreso del Amor.

Fue en septiembre del 1993 -justo 30 años antes del estreno ahora en Filmin de una docuserie sobre su vida- en una experiencia que tuvo una única edición. Los entonces profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, Túa Blesa y Elena Pallarés, desplegaron su vena más audaz y creativa en un cónclave intelectual y académico en torno al concepto del amor que Platón configuró en su obra 'El banquete'.

Con esa excusa, reunieron en el Pirineo a una verdadera pléyade de estrellas de la literatura, el arte y el pensamiento, muchos de ellos con enorme repercusión mediática. En aquellos días, pasaron y pasearon (casi todos mostraron una inusual cercanía) el propio Moix, Antonio Gala, Gustavo Bueno, José Antonio Labordeta, Agustín García Calvo o Luis Racionero y su entonces esposa, Elena Ochoa, ya conocidísima como presentadora del muy transgresor en su momento programa de televisión 'Hablemos de sexo'.

"Fue de lo más cordial y simpático. A Gala hubo que ir a buscarlo a la salida de Benasque y entró como si fuera el César, pero Moix, todo lo contrario, fue el más amable y cariñoso, nos cayó muy, muy bien"

​José María Ciria, propietario del Hotel Ciria

Moix tampoco acudió solo. Lo hizo acompañado de su joven pareja, Pablo, del que le separaban 32 años.

El tema elegido por el escritor para dar una multitudinaria charla en un poliderpotivo fue el del rechazo amoroso, que él sentía como un compañero de vida, particularmente tras terminar su relación de 15 años con el actor Enric Major.

De paso, en el Congreso del Amor presentó el segundo volumen de sus memorias 'El beso de Peter Pan', en las que contaba sus cuitas de adolescente homosexual. La acción se sitúa entre 1956 y 1961, un periodo de su vida (entre los 14 y los 20 años de edad) que el autor consideraba fundamental en la formación de su carácter.

Contó entonces a HERALDO: "No han cambiado demasiado las cosas tras la muerte de Franco. La liberalización de las costumbres ha sido muy importante, pero la homosexualidad continúa siendo no aceptada y esto fastidia la vida de mucha gente. Se tolera a los homosexuales famosos, pero un muchacho anónimo sigue en parecida situación que en los años 50". También dijo: "La madurez en el amor se corresponde, para el escritor, con una mayor serenidad. He sido muy desmadrado, y ahora noto que tengo más paciencia. Pero si me pinchan, sigo siendo el mismo, y es que en el amor nunca se aprende. Creo, además, que el amor está muy identificado con el carácter y que, en función de él, uno responde a los estímulos".

En aquella visita, Moix compartió mesa y mantel con periodistas y gentes de la organización del Congreso en el restaurante El Fogaril del Hotel Ciria donde, cuando se cumple el 30 aniversario de su visita, lo recuerdan así: "De todos los que vinieron, los números uno fueron Terenci Moix y Labordeta", cuenta José María Ciria, director del hotel.

"Fue de lo más cordial y simpático. A Gala hubo que ir a buscarlo a la salida de Benasque y entró como si fuera el César, pero Moix todo lo contrario, fue el más amable y cariñoso, nos cayó muy, muy bien", recuerda categórico. Moix tuvo tiempo de compartir conversación con el equipo del hotel: "Me acuerdo de que se tuvo que ir un poco antes porque nos contó que estaba invitado a la boda de Chabeli Iglesias con Ricardo Bofill". Efectivamente, el escritor estuvo en Benasque el 9 y el enlace (que resultaría fugaz) se celebró el día 11.

Aquel día, en el Fogaril, Terenci volvió hacer gala del magnetismo personal y de la cercanía que tantas puertas le abrió. Ya en los cafés, sin soltar su sempiterno cigarro, se animó hasta con una jota. "Mis abuelos eran aragoneses". Se incorporó, subió los brazos y empezó a bailar.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión