Feijóo fuerza a Guardiola a gobernar con Vox para atenuar los pactos antes del 23-J

La líder extremeña se pliega a las exigencias de Génova, que quiere pasar página para dejar a un lado los enredos y devolver así el foco a la campaña electoral.

La popular María Guardiola y el candidato de Vox, Ángel Pelayo Gordillo, posan tras firmar el acuerdo para Extremadura ayer.
La popular María Guardiola y el candidato de Vox, Ángel Pelayo Gordillo, posan tras firmar el acuerdo para Extremadura ayer.
Jero Morales/EFE

«Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños». «Mis principios permanecen intactos». «Esto parte de una profunda reflexión que me ha llevado al origen». Son algunas de las frases con las que María Guardiola intentó este viernes justificar el giro de guion que ha protagonizado en Extremadura al acceder, contra todo pronóstico, a integrar a Vox en el Gobierno. Una enmienda total a sus promesas antes, durante y después del 28-M cuando la candidata del PP proclamó que «en ningún caso» dejaría entrar a la derecha radical en su hipotético Ejecutivo y que deja en evidencia su capital político.

La presión de la dirección del PP pudo más que sus creencias y Guardiola se tuvo finalmente que plegar al mandato de Génova, que no quería renunciar a Extremadura, uno de los feudos tradicionales del PSOE, y donde también había cierta inquietud por haber perdido el timón de una campaña que Alberto Núñez Feijóo quería centrar en el desgaste a Pedro Sánchez y no en sus enredos con la extrema derecha. Y en ese intento por devolver el foco a sus propuestas, la investidura del socialista Guillermo Fernández Vara fijada para el 5 julio, en vísperas de la campaña, tampoco ayudaba. Fue el propio líder nacional el que impuso a Guardiola que rebajase la tensión porque su contundencia verbal contra Vox, que molestó a otros dirigentes que sí han pactado con la formación de Santiago Abascal, empezaba a generar un ruido perjudicial en la ruta hacia las generales.

También, el que la apremió este jueves a pisar el acelerador para sellar la alianza cuanto antes. «En Extremadura tenemos que buscar un Gobierno de cambio porque la mayoría de los ciudadanos han votado por un Gobierno de cambio», urgió Feijóo desde Bruselas a pesar de haber calificado tan solo unos días antes las exigencias de los voxistas como «desproporcionadas». Su argumento era que solo habían cosechado un 8% de los votos frente al 12% que obtuvieron en la Comunidad Valenciana. «Sin palabra no hay política», sostuvo, en cambio, este viernes.

En Génova no querían arriesgarse tampoco a una repetición de las autonómicas, que en el PP extremeño no descartaban. «Iremos a elecciones, si hay que ir» llegó a decir la propia candidata a presidir la Junta hace apenas diez días, cuando acusó a Vox de no querer hablar de acabar con el socialismo, sino de sillones, y voló todos los puentes.

"Diques de contención"

En un primer momento, los populares ofrecieron a los de Abascal la presidencia de la Asamblea regional y un puesto más en la Mesa de la Cámara, mientras que Vox exigía una vicepresidencia y dos consejerías. Finalmente se quedará con una única cartera dedicada a la Gestión Forestal y Mundo Rural, que incluye la gestión de los incendios forestales, la caza, la pesca, los toros y el patrimonio natural, pero no Agricultura, como pretendía. Ganan además un senador autonómico- el que le corresponde al PP- y el compromiso de modificar el Reglamento de la Asamblea «para garantizar que la composición de la Mesa sea proporcional al número de integrantes de cada grupo» como hizo en la pasada legislatura el PSOE con Podemos.

Fuentes del PP aseguran que están «satisfechos por garantizar un cambio de Gobierno en Extremadura». Creen que era «más fácil» explicar un acuerdo con los de Abascal que «una vuelta a las urnas». Defienden también que en el acuerdo, con 60 puntos, se recoge que el futuro programa de Gobierno incluirá claramente «los derechos de la mujer, de la violencia machista y de la igualdad». Aspectos, explicó el portavoz de campaña Borja Sémper, que «más que líneas rojas para el PP son diques de contención».

Fuera del pacto

Sin embargo, tal y como reconoció Guardiola, el acuerdo deja aparcados aquellos elementos en los que los nuevos socios difieren y sin referencia explícita a la violencia de género. Solo en el punto 46, los aliados se comprometen a trabajar para «erradicar de nuestra comunidad los discursos machistas, ya sean en el ámbito civil o religioso, que promuevan o justifiquen la violencia contra la mujer». «Es un buen acuerdo, sensato y que no retrocede en derechos de los extremeños», arguyó, no obstante, la candidata del PP a la Junta.

Frente a las críticas de la izquierda, en Génova defienden que han permitido la entrada de Vox en los lugares en los que su voto afirmativo era imprescindible para lograr la investidura. Inciden en que «los acuerdos no implican cesiones ideológicas y confirman una forma diferente de proceder entre el PP y el PSOE». Su tesis es que si Sánchez estuviera en la misma situación habría optado por el camino fácil de cederle «principios y valores» a Podemos con tal de seguir en el poder.

Desde la cúpula del PP advierten además a Abascal y su círculo de que no intenten frenar la investidura de Fernando López Miras en Murcia. El debate será la próxima semana y no será sencillo para Vox, reiteran los populares, «justificar que bloquea la toma de posesión de un presidente del PP que obtuvo casi el 43% de los votos». Los aludidos, sin embargo, amenazan con volver a poner las urnas en la región si no entran en el Gobierno. No le perdonan al dirigente murciano que tras superar la moción de censura del PSOE y Cs decidiese gobernar con los tránsfugas de Vox. López Miras confía en llegar a un acuerdo programático similar al de Baleares sin ceder sillones.

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