gastronomía

¿Por qué el oscense San Vicente es el patrón del vino francés?

San Vicente se celebra cada 22 de enero y, además de ser patrón de Huesca, también lo es de esta tradicional bebida en el país vecino, aunque no hay una hipótesis clara sobre el por qué. 

El busto relicario de San Vicente, tras su restauración, completada el año pasado.
El busto relicario de San Vicente, tras su restauración.
José Miguel Marco

En la última persecución del imperio romano contra los cristianos, San Vicente fue detenido en Zaragoza, entonces era un diácono oscense del obispo San Valero. Ambos fueron trasladados a Valencia, donde el clérigo de Huesca tomó la palabra en la defensa ya que se cuenta que San Valero era tartamudo.

Se dice que a San Vicente, condenado a martirio, le rompieron los huesos, le desgarraron la piel y murió en su celda. Después, se estima que se arrojó su cuerpo al mar dentro de un odre y atado a una rueda de molino para que sus restos desaparecieran, pero resurgieron en una playa levantina. Esta historia ocurrió en 304 y, 1.720 años después, Huesca celebra cada 22 de enero la festividad de su patrón con el reparto de naranjas bendecidas en la iglesia y patatas asadas en la hoguera.

"San Vicente luminoso, dadnos vino generoso"

Este oscense, además de patrón de su ciudad, es venerado por los bodegueros franceses. En multitud de estampas e ilustraciones antiguas reza "Saint Vincent, patron des vignerons" –es decir, "San Vicente, patrón de los viticultores"–, en las que aparece su figura con parras y racimos de uva. De hecho, algunas localidades le dedican romerías bajo el lema "San Vicente luminoso, dadnos vino generoso".

Sin embargo, no se tiene claro el origen de esta veneración. Una de las hipótesis hace referencia a la etimología de 'Vincens'. También se cuenta la historia de que San Valero, alarmado por un elevado consumo de vino en la diócesis de Zaragoza pidió a San Vicente que lo comprobara. Así lo relata la Orden de los Caballeros de Bretvin –una institución que vela por los vinos del país vecino–, que conserva una talla de finales del siglo XVIII del santo aragonés procedente de una iglesia del sur de Francia y que fue donada por el marqués de Goulaine y el señor Hastings.

Otros expertos en viticultura francesa plantean otras posibilidades. Se estima que dentro de su martirio, fue desgarrado con "garfios de hierro", herramientas similares a las que los viñadores utilizan para trabajar en el campo, de ahí que algún viticultor se encomendase a San Vicente.

En las tierras de Borgoña trasciende otro relato que recoge que el santo estaba predicando sobre un burro cuando el animal comenzó a comerse las hojas de una viña. El asno fue castigado después de tal festín que dejó el campo destrozado. La sorpresa fue que al año siguiente esas mismas cepas dieron el mejor vino.

Precisamente, las crónicas de hace unos años cuentan que en Borgoña se celebra el 22 de enero con grandes fastos. "Las calles se engalanan con toda clase de flores de papel y desfilan las procesiones al compás de la música de las bandas", publicó este periódico hace un cuarto de siglo. Con el paso del tiempo, esta veneración se extendió a otros puntos de Europa, como determinan en varios libros especializados.

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