gastronomía
Un aragonés detrás de la historia del pan de Viena
Viena Capellanes fue fundada por Matías Lacasa, un aragonés que de alguna forma hizo historia en el mundo de la panadería.
Pequeñito, con corteza blandita y una miga suave y fina, un poco abriochado. En el paladar se aprecia un cierto matiz dulce, lo que le brinda una identidad propia. Así es el pan de Viena, una de las opciones que más se encuentra en los mostradores de panaderías españolas. La llegada de este panecillo al país está relacionado, de alguna forma, con Aragón.
Era enero de 1873 cuando Matías Lacasa, un emprendedor aragonés, abrió una tahona en la calle de Capellanes de Madrid, tal y como se anunció en la prensa de la época, es decir, hace un siglo y medio. Pero en el negocio no estaba solo, sino que se alió con Ramón Martí, quien viajó a Viena y cató un pan un tanto diferente al que se comía en el Madrid de finales del siglo XIX y lo trajo a España.
En un documento que se conserva en el Archivo de la Villa documentan que, durante unos diez años, Lacasa ostentó "en exclusiva" la producción de panes de Viena. Así, "adquirió una condición de lujo", señala Antonio Lence, director general de Viena Capellanes, una empresa que en la actualidad cuenta con más de una veintena de establecimientos en todo Madrid.
El empresario aragonés, casado pero sin descendencia, falleció en 1894 y legó Viena Capellanes a los sobrinos de su mujer, dos conocidos hombres: los hermanos Baroja. Ricardo y Pío, pintor y escritor respectivamente, eran en ese momento un par de estudiantes que tenían contratado a Manuel Lence, tío abuelo de los actuales propietarios y quien les compró el negocio con el tiempo.
Así, Aragón no solo ha hecho historia en el sector panadero con sus propias propuestas, sino que además, ha traído panes de otros lugares.
