Heraldo del Campo

Agricultura

La factura de la sequía en los cultivos aragoneses

El descenso en las cosechas, las indemnizaciones que el seguro agrario ha tenido que abonar a los agricultores o el montante de ayudas públicas dan cuenta del alto precio a pagar por la falta de lluvias

La sequía ha dejado una destacada reducción de cosecha en la práctica totalidad de los cultivos aragoneses.
La sequía ha dejado una destacada reducción de cosecha en la práctica totalidad de los cultivos aragoneses.
Antonio Garcia/Bykofoto

Aunque las últimas lluvias han dado un respiro e incluso han propiciado que la cabecera y eje del Ebro así como la unidad territorial Gállego-Cinca y las cuencas del Aragón y el Arbahayan salido de la situación excepcional por sequía extraordinaria, el sector agrario no deja de hacer cuentas. Porque durante toda esta campaña, la falta de lluvias se ha ensañado con la práctica totalidad de los cultivos aragoneses, dejando a su paso una preocupante factura a la que tienen que hacer frente los productores pero que también se deja sentir en los bolsillos de los consumidores.

No se ha concretado una cifra global sobre el impacto económico causado por la ausencia de precipitaciones y la escasez de agua para riego, pero los datos que dan buena cuenta de las mermas de las cosechas o las millonarias indemnizaciones que ha tenido que desembolsar Agroseguro por el impacto de la sequía entre los productores asegurados afectados dan buena cuenta del daño. Y ha sucedido además en una campaña en la que los agricultores han tenido que hacer frente a "la siembra más cara de la historia", debido al disparado incremento de los costes de producción por el desorbitado incremento de las materias primas (semillas, fitosanitarios, fertilizantes...) y de la energía (electricidad y combustibles).

No solo los productores tienen que hacer frente a esta elevada factura. Los consumidores también son paganos. Lo notan en la cesta de la compra, donde la falta de lluvias es visible en el precios de los alimentos. Llamativo es, especialmente el encarecimiento del aceite, el oro líquido que ya hace honor a su nombre convertido en un artículo de lujo en los lineales del supermercado.

No hay producción en Aragón –sobre todo agrícola, pero también ganadera– que no esté pagando el alto precio de la sequía. Pero la escasez de precipitaciones y, con ello, la falta de disponibilidad hídrica para el riego– se ha ensañado especialmente con los cultivos herbáceos. Los cerealistas tuvieron que hacer frente a la "siembra más cara de la historia". En el momento de la sementera los gastos se disparaban por el incremento de las materias primas y los carburantes. Asaja-Aragón lo ilustraba con sus cálculos. Decía entonces la organización agraria que los costes de producción de una hectárea de secano árido ascendían a 750 euros por hectárea, 220 euros más que el año anterior. En el caso de los secanos frescos, estos desembolsos se elevaban a 924 euros por hectárea, frente a los poco más de 600 del año anterior. Y si la semilla llegaba al regadío, el cerealista tenía que hacer frente a un gasto de 1.277 euros por hectárea, unos 450 euros por hectárea más que en 2022. Para cubrir esos gastos se necesitaban rendimientos no esperados en los campos aragoneses, pero lo que tampoco se esperaba es que la producción se viera golpeada por una extrema sequía que ha dejado en los cultivos de herbáceos "la cosecha más corta del siglo".

Aun con tan escasa producción –1,5 millones de toneladas, casi un millón menos que la cosecha media–, los precios podrían haber aliviado los bolsillos. Con poco para vender, la esperanza del sector miraba hacia las subidas que estas producciones habían mantenido durante 2022, cuando aumentaron un 14%, superando sobradamente ese porcentaje en algún momento puntual del año.

Pero tampoco sucedió así. Las cotizaciones comenzaron a bajar apenas unos meses antes de la recolección hasta situarse incluso en niveles anteriores a la invasión de Rusia a Ucrania. El motivo no era otro que la prórroga del acuerdo que permitía la salida de grano de los puertos de Ucrania –ahora suspendido–, pero, sobre todo, que la desastrosa cosecha española es una "anomalía" en el hemisferio norte, donde como explicó el secretario secretario general de Accoe, José Manuel Álvarez, las producciones han alcanzado incluso cifras récord.

Quien sabe bien de la elevada factura que la sequía está dejando en el campo es Agroseguro, que está teniendo que afrontar un desembolso "inédito" en indemnizaciones entre sus asegurados, no solo por la falta de precipitaciones pero especialmente por esa circunstancia y, sobre todo, por el golpe –traducido en daños– que la carencia de lluvias ha dejado en el cereal, el principal cultivo de la Comunidad que se extiende por casi 800.000 hectáreas.

Ahí están las cifras. Según los datos del ‘pool asegurador’ en los siete primeros meses del año la escasa disponibilidad de agua para riego dejó pérdidas en más de 155.000 hectáreas aseguradas, la mayor parte en los cultivos herbáceos, pero también en leñosos (olivar, almendro y viñedo). De esta superficie, casi 60.000 hectáreas se localizan en la provincia de Zaragoza, cerca de 54.000 en la de Teruel y algo más de 42.206 en la provincia oscense. Y en ellas no hay una sola comarca que se haya librado de los efectos de este siniestro.

Menos cosecha

Con el grano ya recogido, quienes hacen ahora números son los viticultores que han tenido que comenzar la recolección antes de lo habitual porque la sequía y las altas temperaturas han adelantado hasta 10 días la vendimia. Pero, al menos, las cuentas no salen tan mal paradas en este sector como las que se temían en primavera. Entonces se esperaba lo peor, porque durante la primera mitad del año las lluvias no alimentaron los viñedos. Con junio el panorama cambió y la llegada de precipitaciones dio un respiro a este cultivo. El resultado de la cosecha en las cuatro denominaciones aragonesas será desigual en cuanto a volumen, porque en lo que a calidad se refiere no hay discusión: la uva está más sana que nunca. Habrá menos producción en Cariñena y Campo de Borja, mientras Calatayud y Somontano –con un 25% de su superficie en tierras de regadío– esperan una cosecha superior a la del pasado año. Con las mermas de unos y los incrementos de otros, la producción con denominaciones de origen en Aragón rondará los 116 millones de kilos, lejos de aquellos 139 millones de kilos que se recolectaron en 2022.

Pero, la inquietud económica del sector no está en el impacto de la sequía en sus viñedos, sino en el golpe que su cifra de negocio ha sufrido por los cambios de aranceles en Estados Unidos, por las dificultades de exportación al Reino Unido tras el ‘brexit’, por la guerra de Ucrania y el encarecimiento de los costes de producción que han adelgazado sus márgenes, sin olvidar, además, la respuesta de los mercados que no terminan de recuperar el ritmo perdido durante la pandemia.

De los forrajes a la fruta

La falta de precipitaciones y la escasez de agua para riego deja cifras exiguas en las producciones de alfalfa –un 25% menos– y en las de almendra, en las que tras dos campañas de desastre por las heladas, ahora la falta de precipitaciones hace prever un merma del 50% respecto al año anterior, lo que significa que apenas se recogerán en Aragón unas 18.000 toneladas de almendra en grano.

Tampoco la fruta dulce se ha librado de la alargada sombra de la sequía. Es cierto que en volumen, el sector ha conseguido recuperar las cifras de una cosecha normal, tras dos campaña anteriores en las que las bajas temperaturas arrasaron con la práctica totalidad de la producción. Otra cosa muy distinta es su rendimiento en los mercados. Porque el problema ha estado en el tamaño. Las restricciones de riego y las altas temperaturas adelantaron la maduración, pero también precipitaron el momento de la recogida, y entre uno y otro proceso la escasez de mano de obra impidió que se realizará de forma adecuada el aclareo. Como resultado, gran parte de la producción ha tenido poco calibre y no ha sido atractivo en el mercado interno, porque como recuerdan en el sector, el consumidor español prefiere melocotones, nectarinas o paraguayos de mayor tamaño.

Oro líquido

Pero si hay un cultivo que está pagando cara la sequía ese el olivar. Lo saben bien los productores, pero también los consumidores, que aunque además de comprobar cómo sus tiquets de compra se engordaban con la subida de los alimentos, observan ahora sorpresa y cierto estupor cómo el oro líquido –en algunos establecimientos incluso luce alarmas de seguridad– ya está convirtiendo en artículo de lujo por el que, de momento, hay que pagar más de diez euros por litro.

Son varios los factores que explican el incremento. Tiene culpa una sequía que dejará la producción aragonesa a la mitad de una cosecha media. Es decir, apenas se espera recoger 35.000 toneladas de olivas en la Comunidad –600.000 en el conjunto del país–. Se nota el escaso enlace de campaña porque la de 2022 tampoco fue "buena", recuerdan desde el sector. A ello hay que sumar el incremento de los costes de producción que, como ha sucedido en el resto de los cultivos ha supuesto un destacado desembolso para los agricultores. Y no ayuda, advierten desde las almazaras, el acopio que están realizando los consumidores ante el temor de que las subidas no hayan hecho más que empezar.

En las arcas públicas

Las cifras que ponen precio a la sequía llegan también desde las arcas públicas, que ante las dificultades que atravesaban los sectores agrícolas y ganaderos han tenido que echar mano a su disponibilidad presupuestaria para costear parte de esa elevada factura que deja la falta de lluvias.

A tal fin –y también para paliar el incremento de costes por la guerra de Ucrania– el Ministerio de Agricultura, ahora en funciones, decidió destinar 357,7 millones de euros. De ellos, 80,8 millones de euros llegarán en forma de ayudas directas a los agricultores y ganaderos aragoneses. El mayor montante regará los cultivos de secano, incluidos los barbechos, con 45,7 millones de euros. Frutales de hueso y de cáscara recibirán 9,75 millones y habrá una partida menor para compensar la reducción de superficie en arroz y tomate para industria provocada por las restricciones de riego.

A los 55,7 millones de euros que recibirán los profesionales del sector directamente con el pago de la PAC, se suma una partida de 25 millones que corresponden a las ayudas que el Departamento que lidera Luis Planas destina a los sectores ganaderos. De ellos, el ovino se lleva la mayor parte con una partida de algo más de 17 millones de euros.

El cereal ha sido el cultivo más afectado por la sequía.
El cereal ha sido el cultivo más afectado por la sequía.
J. M. A.

De la siembra más cara a la cosecha más corta

La guerra de Ucrania, y con ella el encarecimiento de las materias primas y los carburantes, convirtió la siembra del cereal de invierno en la más cara de la historia. La sequía dará a los productores la cosecha más corta, al menos, en la última década.

Aunque el sector ha tenido que lidiar en los últimos años con la escasez de precipitaciones, este año ha sido, con diferencia, como señalan desde Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, la más afectada por la escasa pluviometría a lo largo de todo el ciclo. Abril ya vaticinaba una complicada situación en el secano más árido, y aunque las zonas más frescas confiaban en la llegada de las lluvias, la insistente sequía corfirmó que la de 2023 ha sido una cosecha "aciaga", señalan desde Cooperativas. Sus últimos datos hablan de una producción de cereales de invierno en Aragón de algo menos de 1,5 millones de toneladas, una cifra muy alejada de los más de 2,3 millones en los que se sitúa la cosecha media y que además languidece en la comparativa con la obtenida en la pasada campaña, donde se cosecharon algo más de 2 millones de toneladas.

Las lluvias de junio han dado un respiro a los viticultores, ya en plena vendimia.
Las lluvias de junio han dado un respiro a los viticultores, ya en plena vendimia.
J. M. Marco

Una gran vendimia en calidad pero no en cantidad

Preocupados estaban los viticultores aragoneses durante la primera mitad del año. Entre enero y mayo, apenas había caído una gota sobre los viñedos de las cuatro denominaciones de origen aragonesas -Cariñena, Campo de Borja, Somontano y Calatuyud–. A mediados de mayo se temía lo peor. La falta de precipitaciones y unas altas temperaturas, inusuales para el mes de abril y mayo, estaban agravando el estrés hídrico de la planta que en esos momentos se encontraban en en plena brotación. Los presidentes de los consejos reguladores reconocían que la afección era "muchísima" porque las plantas apenas tenían altura y el pequeño tamaño de las bayas (el fruto) hacía presagiar unos rendimiento muy bajos. Se hablaba entonces de mermas de hasta un 40% de la producción.

Llegó, sin embargo, junio y el cielo dio un respiro en forma de lluvias. Las perspectivas son ahora muy diferentes. Las D. O. esperan sumar una producción de 116 millones de kilos, lo que supone un descenso del 18% respecto al año anterior. Eso sí, será una gran cosecha en cuanto a calidad se refiere.

Las previsiones apuntan a una drástica reducción de la cosecha.
Las previsiones apuntan a una drástica reducción de la cosecha.
Heraldo.

Escasa producción que lleva la alarma a los lineales

Aún no ha comenzado la cosecha de olivas y no se habla de otra cosa que no sea el aceite. Mejor dicho de sus elevados precios. Según el Poolred (índice de precios de referencia) del 28 de agosto al 3 de septiembre, el precio en origen del aceite de oliva virgen extra escaló hasta los 8.461 euros/tonelada, el de oliva virgen lo hizo hasta los 7.867 y el lampante (de menor calidad) se situó en 7.327 euros/tonelada. Y no hay signos que indiquen que la tendencia al alza vaya a experimentar un giro que dé un respiro a los consumidores, que, además, sorprendidos tanto por el cada vez mayor desembolso que exige la compra del oro líquido –protegido en los lineales con alarmas antirrobo– se han lanzado a hace acopio de este alimento contribuyendo así a impulsar su precio.

De esta situación se responsabiliza a la sequía, que hace prever un notable descenso en las producciones. En Aragón, la organización agraria UAGA estima que apenas se recogerá un 50% de una cosecha media. Pero también tiene mucho que ver que, para tan escasa producción, ha sido necesario hacer frente a unos desorbitados costes de producción. 

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