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La afición del Real Zaragoza reina durante unas horas en Villarreal
Impresionante ambiente futbolístico desde el mediodía de este sábado en las calles del centro de la localidad de Castellón, donde el equipo aragonés jugará a las 18.30 el partido de la jornada 28 de Segunda División ante el filial local.
Impresionante. Único en el ámbito del fútbol español en Segunda División. Más de 2.400 seguidores zaragocistas arropan al equipo en esta jornada de sábado en la localidad de Villarreal (Castellón), donde a las 18.30 el Real Zaragoza visita al filial del primer equipo amarillo en la jornada 28 de liga.
El ambiente en Villarreal es de marcado cariz aragonés desde antes del mediodía, cuando empezaron a llegar los primeros coches particulares y autocares organizados por peñas y grupos diversos desde la capital de Aragón. Primero fueron cien. Poco después, trescientos. Enseguida, quinientos. Al poco, mil. A eso de las 13.30, casi 2.000 zaragocistas eran los dueños de las calles y bares de las manzanas que circundan el aparatoso estadio de La Cerámica (antes El Madrigal), en el casco urbano de esta localidad que no pasa de 50.000 habitantes en el interior de la provincia de Castellón, apenas a una decena de kilómetros de su capital.
Cánticos, fotografías, vídeos, buen ambiente y diversión predominaron toda la mañana entre los múltiples grupos de zaragocistas que compusieron el mosaico general de una mini Romareda, trasladada a Villarreal para ser incluso más en los semivacíos graderíos del campo local que los seguidores villarrealenses que puedan acudir a arropar al filial de su primer equipo, que en la noche anterior ganó 1-3 en Anoeta a la Real Sociedad en esa Primera División de la que el Real Zaragoza falta hace ya 11 años, lamentablemente.
Muchos de los desplazados tuvieron que sortear los copos de nieve que comenzaron a caer en torno a las 8.30 en determinados puntos de la autovía Mudéjar en la provincia de Teruel. Dio igual. El ambiente futbolístico de una afición que ya se ha convertido en un estandarte viajero por devoción y costumbre puede con eso y con mucho más.
Ya en los aledaños del campo, según se fue aproximando la hora de la llegada del autocar del equipo, todos (sin falta) se apelotonaron en la confluencia de la calle de la Ermita y la de Blasco Ibáñez, por donde habitualmente entran los buses de los equipos visitantes al antiguo Madrigal. Después de más de media hora de incandescencia, alguien avisó de que, esta vez, el autobús había sido derivado a otra calle y que llegaba al coliseo amarillo por otro lado de las tribunas. La desbandada, el traslado fue pacífico pero rápido y veloz. Por este lado, el protocolo de la policía evitó el clásico recibimiento masivo y caliente del zaragocismo a su equipo.
En unos minutos, todo el mundo entró a las gradas. La numerosa hinchada zaragocista está ubicada en el fondo oeste, a la izquierda del tiro de cámara en televisión. Otro grupo pequeño ha ido al rincón confrontante del mismo paño de butacas. Sobre un aforo total de 23.500 espectadores, no habrá ni 5.000 en un escenario que dará imagen de vacío. Ahí, el zaragocismo reinará. Como lo ha hecho en las calles del pueblo durante toda la jornada.
Ahora solo falta que el equipo cumpla, responda y sepa ganar un partido en el que únicamente sirve ese marcador para mantener en alto las opciones de optar a largo plazo por una plaza de ascenso (si es que eso es aún posible de sostener más allá de las meras matemáticas). La afición ha puesto todo lo que puede poner en su balanza. Y más que lo hará durante el partido. Otra parte importante, al menos el 50% restante, corre a cargo de los profesionales del Real Zaragoza.
