Condenado el exmilitar que intentó asesinar a un peluquero en Zaragoza

La Audiencia Provincial le impone siete años y medio de prisión por un delito de asesinato en grado de tentativa.  

El acusado, Juan Carlos P. E., durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, Juan Carlos Pulido Espinoza, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
Francisco Jiménez

La Audiencia Provincial de Zaragoza ha condenado a Juan Carlos Pulido Espinoza a siete años y medio de prisión por intentar asesinar a un vecino de Las Delicias de 32 cuchilladas. Ninguna de ellas penetró lo suficiente para alcanzar un órgano vital, pero estuvo muy cerca. En concreto, una muy próxima al paquete vascular (a 4 milímetros de distancia de la carótida y la yugular) que comprometió la vida del lesionado, al igual que las heridas sufridas en el tórax. El hombre, de 47 años, tardó en curar 184 días y le han quedado como secuelas cicatrices y un trastorno postraumático moderado.

El tribunal de la Sección Sexta considera probado que en la noche del 20 de agosto de 2022 Juan Carlos Pulido, de 40 años, se encontraba en un bar de la calle del Padre Majón y trabó conversación con M. A. V., a quien no conocía de antes  y que se hallaba en compañía de su hermana, su cuñada y su sobrino.

De ahí ambos se fueron a otro bar próximo. Según puso de manifiesto la víctima en el juicio, el procesado, exmilitar en su país, Nicaragua, le preguntó si podía dar clases de peluquería a su hermano, ya que tiene un salón en el barrio, e incluso se hizo una foto con él para enviársela a su pariente diciéndole que estaba con quien iba a ser su profesor.

Tras tomar algo, se fueron juntos al domicilio de M. A. V. donde consumieron unas cervezas. Durante la vista oral no quedó claro, a tenor de las declaraciones de ambos, qué sucedió en la vivienda antes de la agresión. Lo que la sentencia declara probado es que “en un momento determinado, cuando M. A. V., se encontraba durmiendo en su cama, Juan Carlos Pulido se dirigió a la cocina, cogió un cuchillo de 24 centímetros de hoja y movido por el ánimo de acabar con su vida le asestó repetidamente hasta un total de treinta y dos puñaladas en cabeza, cuello, hombros, zona lumbar, brazo izquierdo y mano derecha”.

Después, dejó el cuchillo en el suelo, apoyado verticalmente contra un mueble del recibidor, y se marchó del domicilio descalzo y dejando en el piso su documentación y otros efectos personales. Luego llamó a su mujer para que le fuera a buscar y, cuando llegó con el coche, hizo bajar a su esposa, se puso al volante y condujo hasta el barrio de Miralbueno. Desde allí llamó a la Policía, que envió una patrulla y fue detenido.

Mientras, M. A. V. salió ensangrentado y como pudo a las escaleras y hasta bajó a la calle (vivía en un primer piso) a pedir ayuda. Un reguero de sangre dejó patente su recorrido. Los vecinos salieron a socorrerle cuando volvió a subir hasta su rellano, donde “quedó apoyado en un escalón, casi inerme, aunque orientado y consciente”, recoge el fallo judicial. Una ambulancia lo trasladó a un hospital donde fue asistido.

Para el tribunal, estos hechos constituyen un delito de asesinato en grado de tentativa acabada, pues el acusado ejerció todos los actos en su mano para acabar con la vida de M. A. V. “La víctima no tuvo ocasión de defenderse. El ataque le sobrevino cuando se hallaba durmiendo y buena prueba de ello la constituye el hecho de que el procesado no presentó lesión alguna reveladora de lucha u oposición por su parte, hecha excepción de una pequeña lesión en el primer dedo del pie izquierdo que bien pudo obedecer a haber abandonado el escenario de los hechos descalzo”, subraya la sentencia.

Los magistrados aprecian que en la conducta del acusado, representado por el letrado Alejandro Sarasa, concurre la atenuante de confesión ya que fue él mismo quien llamó a la Policía para entregarse y le imponen una pena de siete años y medio de prisión. Además, deberá indemnizar a la víctima con 35.000 euros por las lesiones y secuelas, como solicitaba el abogado del herido, Carlos Rubio Mazas, y con 6.797 al Salud por los costes de la asistencia sanitaria.

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