Las mayores crecidas del Ebro: de la destrucción del puente de Piedra a la formación del Galacho de Juslibol

El río Ebro a su paso por Aragón ha causado numerosas inundaciones a lo largo de su historia. Algunas han marcado la vida de sus habitantes para siempre y han modificado el paisaje que conocemos.

Riada de 1961 en Zaragoza.
Riada de 1961 en Zaragoza.
Archivo HERALDO

Las avenidas extraordinarias del río Ebro son habituales en Aragón y han ocurrido en numerosas ocasiones a lo largo de la historia. Por ese motivo, los habitantes de los pueblos de la ribera -también los de la capital aragonesa- llevan siglos observando el fluctuar de unas aguas que les dan de comer pero que también son capaces de arrebatarles todo lo que tienen.

Estos días, precisamente, todas las miradas están puestas en una nueva crecida del Ebro. Novillas, Pradilla, Boquiñeni, Gallur, Alcalá o Cabañas son la puerta de entrada de cada avenida hasta llegar a Zaragoza y, año tras año, deben afrontar estas crecidas y el impacto que tienen en sus vidas. Aunque ya se disponen de motas y otras medidas de prevención para minimizar los daños, en la memoria de muchos quedan los recuerdos de grandes avenidas pasadas que sembraron el caos, inundaron miles de hectáreas, causaron cientos de desplazados y arruinaron cosechas y viviendas. Estas fueron las mayores riadas de las que hay constancia en Aragón.

Las mayores riadas de la historia

El historiador y funcionario de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), Rogelio Galván, publicó en 2019 una investigación sobre las mayores inundaciones provocadas por el Ebro en la Zaragoza moderna que fue publicada en la revista ‘Papeles de Geografía’ y de la que HERALDO se hizo eco. En este artículo, Galván repasa cuatro las riadas que se produjeron entre los siglos XVI y XX. 

Además, arroja algo de luz a algunas anteriores, como la que tuvo lugar “seguramente” en 1380 y que provocó que el cauce del Ebro se desviara hacia la margen izquierda describiendo un nuevo meandro y continuase su recorrido “lanzándose de frente contra la ciudad de Zaragoza amenazando al entonces templo de Santa María la Mayor, hoy basílica de Nuestra Señora del Pilar”, escribe Galván. Recuerda también que la creación de ese antiguo meandro dio lugar a la aparición de las balsas de Ebro Viejo, que existieron hasta que fueron desecadas en 1867.

La riada de 1643

Zaragoza sufrió una fuerte crecida del Ebro en 1647 y sus efectos quedaron plasmados en el cuadro ‘Vista de Zaragoza’, de Juan Bautista Martínez del Mazo, en le que se aprecian dos de las arcadas del puente de Piedra destruidas a causa de la fuerza del agua. Este episodio quedó descrito en una carta de Don Pablo de Eusa y Escárate, dirigida al Marqués de Almonacid y Conde de Pavías a la que Galve tuvo acceso. En la misiva se describe como la fuerza de la avenida del río se llevó por delante el puente de tablas y dos de los arcos del puente de Piedra. El primero de ellos fue reconstruido al poco tiempo, pero el de Piedra tardó 16 años en terminar de ser arreglado.

El cuadro 'Vista de Zaragoza' de Juan Bautista Martínez del Mazo sobre la riada de 1643.
El cuadro 'Vista de Zaragoza' de Juan Bautista Martínez del Mazo sobre la riada de 1643.
Archivo Heraldo de Aragón

La gran avenida de 1775

En 1775 hubo una nueva inundación del río Ebro a su paso por Zaragoza que anegó zonas de la ribera y el Arrabal. Galván explica que una representación que la Ciudad de Zaragoza se dirigió al Rey Carlos III para dar cuenta de los sucedido. Transmitian al monarca que se habían enviado barcos por las zonas inundadas para liberar a los vecinos que se habían quedado aislados en sus casas y se le solicitaban recursos económicos para recomponer el puente de tablas y el de Piedra. 

“A cinco metros de la Aljafería” en 1871

En esa ocasión el agua cubrió toda la llanura hasta Juslibol y el Arrabal. En la margen derecha, la Almozara también quedó cubierta por las aguas, “llegando a cinco metros del palacio de la Aljafería”, señala Galván. Se desplomó “un trozo de pretil del río delante del palacio arzobispal y se resintió el pilar que sostenía el primer arco del puente de Piedra desde la margen derecha”, escribe. Hubo que rescatar a 76 personas en Zaragoza.

La mayor del siglo XX

En 1930 también se produjo una gran riada que obligó a desalojar a vecinos de algunos municipios ribereños en barca. Sin embargo, la riada por antonomasia en Aragón tuvo lugar en la Nochevieja de 1961, cuando se produjo la mayor que hemos conocido en todo el siglo XX. El Ebro llegó a alcanzar una altura de 6,5 metros en algunos puntos de la ciudad y hasta 2,5 kilómetros de anchura. 

Según los bomberos de Zaragoza se inundó el 90% de la huerta zaragozana, cerca de 30.000 hectáreas. Cuentan algunos zaragozanos que la vivieron que el agua casi llegó a cubrir por completo los ojos del puente de Piedra y que desde el puente de Hierro el río se podía tocar con la mano. Centenares de familias de la margen izquierda tuvieron que ser desalojadas de sus hogares en varios pueblos de la Ribera Alta en plena Navidad. 

Una de las casas en ruinas de Pradilla tras la riada de 1961.
Una de las casas en ruinas de Pradilla tras la riada de 1961.
Antonio Larraz -cedida por el Ayto. de Pradilla-

Evacuaron Pradilla y sus habitantes tuvieron que ser realojados en las casas de los vecinos de Tauste, que los acogieron como familia. Para ellos, como para los cientos de vecinos de otros municipios ribereños, las Navidades se habían acabado antes de hora. En Tauste se quedaron más de una semana, pero el día de Reyes a los niños de Pradilla no les faltaron regalos y el pueblo se volcó en una ola de solidaridad. Algo que también se desató en la capital. 

Esos días la espectación en Zaragoza era enorme y todo el mundo quería ver el río. “El espectáculo era imponente. El paseo de Echegaray y Caballero, el puente de Piedra y todas las inmediaciones estaban invadidos por público numeroso que comentaba la enorme riada pocas veces conocida aquí en tan alarmantes proporciones", informó HERALDO el 2 de enero. En la capital aragonesa el caudal era de 4.130 metros cúbicos por segundo y una altura de 6,32 metros, lo que fue un "amanecer inquietante". Cuando la riada pasó, el Ebro volvió a su caudal habitual, pero la huella que dejó a su paso ha llegado hasta nosotros: el Galacho de Juslibol se creó en ese momento a consecuencia de esa enorme avenida.

Portada de Heraldo del 3 de enero de 1961 con motivo de la gran riada del Ebro.
Portada de Heraldo del 3 de enero de 1961 con motivo de la gran riada del Ebro.
Archivo Heraldo de Aragón
El Galacho de Juslibol es la huella que nos dejó la mayor riada del Ebro que ha habido en Aragón.

Las últimas grandes crecidas

Ya en el siglo XXI ha habido otras grandes avenidas. En 2003, 23.000 viviendas se quedaron sin luz y otros muchos sin agua en Zaragoza. Alfocea se quedó aislado y los garajes de varios barrios quedaron anegados. Sin agua potable estuvo Osera y varias carreteras se tuvieron que cortar.

En Novillas se inundaron varias casas en la crecida de 2015. Cuatro personas tuvieron que ser rescatadas en Gallur y el río terminó con las barreras de contención en Boquiñeni, donde la UME levantó la mota un metro más. Fue la primera vez que se evacuó a este pueblo a causa de una riada y las pérdidas fueron millonarias.

En 2021 los pueblos de la Ribera sufrieron otra avenida extraordinaria que que ocasionó daños millonarios: terrenos de cultivo inundados, explotaciones agrarias aisladas y carreteras cortadas, además de otras afecciones como la suspensión de clases en el colegio Jerónimo Zurita o el rescate de varias personas y dos perros del techo de una furgoneta atrapada en el agua en Monzalbarba. En esa ocasión, el Ebro superó los 6,92 metros de altura y ocasionó daños materiales cuantificados en millones de euros.

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