Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La vida de las piedras

La personalidad de las montañas

Cada montaña tiene su personalidad, directamente relacionada con la roca que la forma. Hoy nos acercamos a las calizas.

Estratos, fajas, pliegues, escarpes…, fantasía calcárea en el alto Sobrarbe.
Estratos, fajas, pliegues, escarpes…, fantasía calcárea en el alto Sobrarbe.
Ánchel Belmonte Ribas

Con los años, practicar el deporte de ir viviendo nos enseña que cada persona es un mundo. Y con los años, recorrer y estudiar montañas me invita a pensar lo mismo de ellas. Cada una tiene su personalidad, una letra menuda directamente relacionada con la roca que la forma. Líneas, colores, texturas. Cuerpos y almas de piedra que se expresan de muy diversos modos. Deja que comparta hoy contigo mis montañas favoritas: las calizas.

El Geoparque Sobrarbe-Pirineos es un compendio de lo que toda la cordillera ofrece. Desde las altas montañas del eje de la cadena, generosamente por encima de los tres mil metros y donde aún reinan hielos y nieves, hasta las sierras mediterráneas de olor a romero y olivos en las laderas. No sé quién eligió a quién, pero acabé haciendo mi tesis doctoral en uno de sus grandes macizos calcáreos: el de Cotiella. Y pronto aprendí que la diversión estaba asegurada. La roca caliza que arma montañas como esa, como el macizo de Monte Perdido o las sierras de Tendeñera y las Zucas (por citar sólo ejemplos del Geoparque) es sutilmente impredecible y obliga –invita– a estar permanentemente abierto a las sorpresas.

El color

De acuerdo, decir que predomina el gris no es un buen comienzo. Pero es que a la caliza no le es ajeno el naranja intenso o incluso el rojo y el azul. Si se acompaña de arena, puede virar al pardo. Si se mezcla con arcilla, en la infinita serie de las margas, los tonos de gris se multiplican. El sol, al amanecer o al atardecer, incendiará unos colores o fundirá con las sombras a los otros.

La arquitectura

Las rocas calizas son sedimentarias y están formadas por estratos de distintos grosores. A menudo se alternan capas de dureza diferente, lo que nos introduce en el juego de la erosión diferencial, de las fajas colgadas labradas a favor de niveles blandos y los enormes escarpes donde resaltan los duros. Pero el clímax llega cuando atendemos a los pliegues y las fracturas. Comienza entonces el reto de seguir con la mirada la geometría que dibujan los estratos. Pliegues de todos los tamaños y formas, filigranas que asemejan la disparatada rúbrica de un coloso.

La forma

El relieve nos lleva a otra dimensión. Al ser una roca soluble, el agua de lluvia o fusión nival se infiltra y no circula por la superficie. No hay, por tanto, una red hídrica que ponga orden en el paisaje. Solo los glaciares, en la alta montaña calcárea, asumen la responsabilidad de configurar valles principales y tributarios. La caricia del agua en la roca dibuja infinitos tipos de lapiaces, a veces pura orfebrería geológica. Si la ladera se aplana, aparecerán campos de dolinas, que pueden crear increíbles laberintos no siempre fáciles de atravesar. Bajo tierra llega el delirio. Un mundo en absoluta oscuridad donde el agua lo mismo te quita la roca –agrandando las cavidades– que te la da –construyendo estalactitas, estalagmitas, columnas…–, ornamentando estos auténticos palacios de Gea. Finalmente, a sus pies, la montaña caliza devolverá el agua a través de surgencias cuyo pulso no siempre es fácil de tomar. Ven a conocer el Chorro de Fornos y sabrás de qué te hablo.

Nada de lo aquí descrito es asequible al que recorre la montaña veloz, al que ocupa más espacio que ella en las fotos que toma, al que solo necesita su desnivel y se conforma con recorrer su cuerpo sin preguntar por la historia que esconde cada arruga. Es más fácil mirarla a los ojos con un cuaderno de campo en las manos que en cualquiera de las opciones de consumo rápido de la montaña ofrecidas por el turismo actual.

No me parece casual que las montañas calizas hayan inspirado tantas leyendas, que fueran (¿sean?) los últimos refugios de brujas, moras, gigantes y guerrilleros. Pero eso ya es otra historia…

Ánchel Belmonte Ribas Geoparque Mundial de la Unesco Sobrarbe-Pirineos

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Apúntate y recibe cada semana en tu correo la newsletter de ciencia

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión