Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Bio, bio, ¿qué ves?

¿Ser vegetariano se lleva en los genes?

Variantes genéticas en tres genes relacionados con el metabolismo de los lípidos podrían influir sobre la capacidad de pasar por completo de la carne.

Nuestro entorno tiene un importante impacto en lo que nos llevamos a la boca, pero ¿y nuestros genes?
Nuestro entorno tiene un importante impacto en lo que nos llevamos a la boca, pero ¿y nuestros genes?
Francisco Jiménez

Para la mayoría de animales, comer no es más que una necesidad. Los animales se alimentan para conseguir nutrientes y seguir funcionando. Fin del asunto. Lo mismo le da a una cabra comerse un arbusto que un pedazo de hierba, poco le importa a un león hincarle el diente a una gacela o una cebra. La comida es comida.

Los humanos, sin embargo, vemos la alimentación desde otro prisma. Nos guiamos por los sabores, los olores, las texturas. Incluso comemos con los ojos, porque no nos hace salivar igual un plato presentado de forma impecable que cuatro hojas de lechuga mustias puestas de cualquier manera. Sobre nuestra dieta también influye la ciencia, ya que apartamos o incorporamos alimentos según los beneficios que nos reporte comerlos. Incluso nuestras creencias se asoman al menú, ya que algunas religiones prohíben ciertos alimentos, o bien podemos tomar la decisión de no consumir un producto por otros motivos, como consideraciones morales. En definitiva, nuestro entorno tiene un importante impacto en lo que nos llevamos a la boca.

Por todo esto, seguro que conoces a alguien que no soporta el pescado, que detesta el queso o que sigue una dieta vegetariana. Respecto a esto último, un vegetariano es alguien que no toma carne de ningún animal, aunque es frecuente que muchas personas que se definen como vegetarianos coman pescado (quién no ha pedido un sándwich ‘vegetal’ y se ha sorprendido al descubrir atún en su interior), pollo en ocasiones o hacen una excepción con el jamón serrano. En el vegetarianismo influyen muchas variables, desde querer mejorar tu salud reduciendo el consumo de carne hasta estar muy concienciado con el bienestar animal. No obstante, una investigación reciente plantea que podría existir un factor adicional que no habíamos considerado hasta ahora: nuestros genes.

Genes y metabolismo, ¿clave del vegetarianismo?

Como todo estudio científico, este trabajo en el que se estudia si los genes pueden estar tras el vegetarianismo estricto parte de una observación. En este caso, los investigadores reflexionaron acerca de por qué a algunas personas les cuesta mantener una dieta sin carne de ningún tipo. Por supuesto, en lo primero que pensaron fue en el entorno, ya que seguir una dieta así puede depender de factores económicos (lo caros que están los tomates y lo barata que es una bandeja de filetes de cerdo) o sociales (si ninguno de tus amigos es vegetariano y salís a por unas pizzas, puede que a nadie le apetezca compartir la vegetal contigo y tengas que tomarte un par de porciones con algún que otro trozo de pollo). Pero optaron por investigar si nuestro ADN puede condicionar nuestra dieta sin que seamos conscientes.

La genética condiciona el metabolismo, es decir, cómo procesa el cuerpo lo que tomamos, desde un medicamento hasta un cóctel. Las responsables de esto son pequeños cambios en los genes que se llaman variantes genéticas. Estas variantes genéticas hacen que las proteínas que producen nuestras células a partir de las instrucciones que contiene el ADN no vayan a ser exactamente iguales en todas las personas. Por ejemplo, algunas variantes genéticas influyen sobre cómo de rápido vamos a metabolizar un medicamento, lo que dependerá de su efecto en nuestro cuerpo y de que a ti te vaya genial el paracetamol mientras que a tu vecino no tanto.

Estos cambios mínimos en los genes van a influir también sobre la percepción del gusto, sobre cómo metabolizamos los distintos nutrientes y sobre el efecto que tiene este metabolismo. Por ello, estos investigadores compararon el ADN de 5.324 vegetarianos estrictos frente a 329.455 no vegetarianos estrictos, todos ellos caucásicos de Reino Unido de entre 40 y 69 años, para encontrar posibles diferencias entre ambos grupos.

Los lípidos, en el punto de mira

Este estudio del genoma dio con tres genes que parecen influir sobre poder mantener una dieta vegetariana estricta: NPC1, RMC1 y RIOK3. Además, identificaron otros 31 que también podrían estar implicados. La mayoría de estos genes están relacionados con el metabolismo del colesterol y otros lípidos.

Con estos datos, el equipo investigador pasó al análisis y a intentar sacar alguna conclusión. Esta es la primera vez en la que se ha estudiado una posible relación entre la genética y el vegetarianismo, así que no contaban con estudios previos en los que apoyarse. Por tanto, por ahora se mueven sobre todo en el terreno de la elucubración. Dado que los lípidos complejos presentes en productos cárnicos y vegetales son distintos, los investigadores creen que algunas personas podrían necesitar los lípidos de la carne mucho más que otras. Quienes tienen ciertas variantes genéticas en NPC1, RMC1 y otros genes del metabolismo lipídico, quizá sean capaces de producir componentes esenciales a partir de los lípidos complejos de los vegetales, por lo que no tendrían tanta apetencia por productos cárnicos. Es decir, como su cuerpo no necesitaría la carne, no les crearía un antojo.

Pero, hoy por hoy, esto solo es una idea, no una certeza. También debemos tener en cuenta que estos datos se han obtenido a partir de una población muy concreta, caucásicos de mediana edad de Reino Unido, así que no podemos dar por sentado que la genética de toda la población mundial va a comportarse igual. No extrapolemos antes de tiempo.

Lo que sí hace este estudio es abrir una nueva e interesante línea de investigación que podría tener implicaciones en la industria alimentaria. Si finalmente se demostrase que algunas personas necesitan lípidos complejos de la carne, esto podría ser clave para desarrollar nuevos productos vegetales más completos para estos vegetarianos, ayudándolos así a mantener la dieta vegetariana que desean llevar. Mientras esperamos nuevas investigaciones, no nos cuesta nada pedir pizza cuatro quesos cuando salimos a cenar con nuestro amigo vegetariano, en lugar de la barbacoa que no puede comer. A no ser, claro está, que seas de los que detestan el queso. En ese caso, mejor una ensalada.

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