Angélica Joya: "Los padres no deben renunciar a comunicarse con los adolescentes, algo les llega seguro"

La psicóloga ha presentado en Zaragoza su libro 'Educar sin desesperar', una guía práctica para mantener la calma y conectar con los hijos.

La psicóloga Angélica Joya, autora de 'Educar sin desesperar', en Zaragoza.
La psicóloga Angélica Joya, autora de 'Educar sin desesperar', en Zaragoza.
Guillermo Mestre

¿Quién no le ha soltado un grito a los hijos en un rapto de desesperación y, para colmo, se ha arrepentido al momento? La psicóloga clínica Angélica Joya presenta una guía práctica con herramientas para mantener la calma y fomentar el respeto mutuo en esa tarea tan complicada y llena de retos que es la de educar. El manual 'Educar sin desesperar' se ocupa de prácticamente todas la etapas, con especial atención a una de las más temidas, la adolescencia.

Perder los nervios forma parte de la condición de padre pero, ¿cuándo se convierte en algo preocupante?El título del libro me gusta por dos cosas, una porque creo que muchos padres se identificarán, pero la otra es porque planteo que desesperarse es darse por vencido. El de padre es un trabajo al que no puedes renunciar. Momentos de nerviosismo los tenemos todos, otra cosa es tirar la toalla. Por eso, lo que intento es que subrayar que de nada vale andar evitando esos momentos, pensar solo en que no haya ruido ni conflicto, porque es una meta tan alta que vas a acabar desesperando. Mi idea es que en el libro puedas acudir a lo que te interesa cuando se te pase el calentón. La cosa es preocupante cuando el adulto no se toma el momento de parar y decir: "¿Quiero que esto sea la dinámica? Le he faltado el respeto a una persona que adoro y está a mi cargo. ¿Qué puedo hacer diferente?"

¿Se puede sistematizar algo tan voluble y variable por etapas como es la educación de un hijo?Yo lo he hecho tirando de mi experiencia personal -tengo tres hijos- y viendo a otras familias. Soy muy visual. Me gusta hacer esquemas y descubrí que a los padres también les va bien. Cuando estás en el problema es difícil ver la luz pero mi experiencia les ayuda, no tienes que saberlo todo ni el porqué de todo, sino tener un hilo del que tirar. Educar es como la vida, está llena de retos.

Momentos de nerviosismo con los hijos los tenemos todos, otra cosa es tirar la toalla"

​"Vivimos en una sociedad cada vez más individualista. Antes había muchos más adultos que influían en nuestros hijos en el día a día"

Los hijos son muy diferentes, pero también las posibilidades de los padres.Todo lo que aparece en el libro es aplicable aparte de las circunstancias de cada uno. De hecho lo primero que pido es que antes de abordar al niño, cada adulto se mire a sí mismo. Hay muchas cosas que se pueden hacer incluso aunque veas a tu hijo una hora a la semana.

O sea, que para educar a los hijos primero nos tenemos que educar los padres.Sí, sobre todo trabajar una mirada diferente. Me pasó a mí misma. Antes de ser madre tenía ideas preconcebidas, hasta utópicas, vistas en perspectiva. Pensaba que yo era responsable de lo que ellos terminaran siendo, pero me di cuenta de que hay muchos factores en la vida que no controlo, de que soy una gran influencia en su vida, sobre todo en los primeros años, pero como mucho qué será, ¿un 30 o un 40%? Y eso siendo muy positiva. Me dije, no soy tan poderosa (risas), pero también me relajó en cierta medida.


¿Cómo influyen las expectativas que depositan los padres en los hijos?
Ahora lo que tienen los padres muchas veces es demasiada información. Y también están muy expuestos, por ejemplo, por las redes sociales. Es un cúmulo de cuestiones. Por ejemplo, el hecho de que vivamos en una sociedad cada vez más individualista. Antes había muchos más adultos que influían en nuestros hijos en el día a día

Falta la tribu.Exacto. Así que los padres tienen más control, pero también mucha más presión. En el libro pongo una metáfora entre ser ingeniero o ser pastor. Me di cuenta de que quería ser ingeniera de mis hijos. Pensaba que los iba a diseñar, a modelar y si se salían de eso, los tenía que reconducir. Pero es imposible, nadie puede controlar el comportamiento de otro. Lo vemos con la pareja, y siempre acaba mal. Como mucho podemos influir. El pastor es distinto. Para empezar trabaja con una especie diferente, cree saber qué le va bien, es el que más información tiene sobre sus ovejas, pero al final comer o no comer es decisión de ellas

"No tienes por qué tirarte al suelo a jugar con tus hijos si eso no es lo tuyo"
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Antes de un grito normalmente se ha traspasado un límite propio"​

Quizá uno de los primeros revolcones que se vive como padre es darse cuenta de que los hijos pueden no parecérsenos en nada.Cuesta mucho, sobre todo a la hora de darle lo que esa persona necesita.

Ahora muchos padres son hiperconscientes, pero a la par buscan espacios propios. Atrás quedan los conceptos de padre abnegado o devoto.Lo importante es que se establezca un respeto mutuo. Estar enfocados en respetar las necesidades del niño es importantísimo y donde más hay que trabajar, pero también el respeto por el adulto, que muchas veces consiste en hacerlo con sus espacios. A veces nos obligamos a hacer cosas que no nos gustan porque creemos que es lo que hay que hacer. Pero no tienes por qué tirarte al suelo a jugar con tus hijos si eso no es lo tuyo. Al final la conexión se nutre si hay un disfrute juntos. No hay que forzar, hay que escucharse, no hacer lo que toca o lo que se espera.  Porque encima, cuando das de más terminas explotando. Antes de un grito normalmente se ha traspasado un límite propio. Intenta ver qué cosas puedes hacer con tu hijo, qué cosas de la maternidad o paternidad disfrutas. Qué admiras de tu hijo. Y siempre sale algo por muy quemado que se esté.

Cuando llega la brecha generacional, ¿merece la pena ponerse al día de su mundo?Yo creo que sí. No te digo que te pongas un 'pearcing', pero es un error creer que cuando son adolescentes y empiezan a llevar su vida, nosotros ya podemos llevar la nuestra. En la adolescencia pasan de ti, viven a puerta cerrada. Pero en ese momento los adultos han de hacer lo contrario: el padre tiene que ser como el hilo musical, siempre presente, pero suavecito. Porque a ellos, cuando de repente les da por explicarte algo, te tienen que tener ahí. No hay otra oportunidad. 

"Mucha veces te dicen "pesada" por algo que les aconsejas, pero si estás atento, ves que lo acaban haciendo"

"En la adolescencia, los padres tienen que ser como el hilo musical, siempre presentes, pero suavecito".

Estar pero que no lo parezca...Los adolescentes parece que no te quieren escuchar o que incluso te alejan con sus comentarios, pero por parte de los padres hay que observarlos. Mucha veces te dicen "pesada" por algo que les aconsejas, pero si estás atento, ves que lo acaban haciendo. Al adolescente hay que observarlo en 'mute'. Y si estás todo el día enfadado quizá seas incapaz de verlo y, peor, de agradecerle que al final lo haya hecho.

La idea de no desistir...Sí, porque aunque el hijo no se comunique eso no quiere decir que tú no te tengas que comunicar con él. Algo les llega seguro. Y observar, insisto. Porque si solo les escuchas, muchas veces te hieren, hay que observarlos discretamente.

Pero a veces es muy difícil, están a la defensivaHay una cosa curiosísima del cerebro adolescente y es que tiende a interpretar la comunicación no verbal como amenazante. Un rostro neutral lo interpretan como agresivo. Así entendí por qué los adolescentes te acusan de mirarles con mala cara cuando no es el caso.

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