Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Bio, bio, ¿qué ves?

Brócolis que se creen coliflores: cómo el cambio climático puede afectar la floración

Las temperaturas altas afectan al crecimiento del brócoli, cuya flor se deforma para adoptar una estructura más parecida a la de una coliflor.

Así son las cabezas de brócoli que conocemos.
Así son las cabezas de brócoli que conocemos.
 

El brócoli no es el favorito de muchos, especialmente de los más pequeños. Su potente color verde es una señal de alarma para los enemigos acérrimos de las verduras, y su intenso olor tampoco es que ayude. Sin embargo, desde un punto de vista nutricional es una maravilla. Tiene un alto contenido en vitamina C, que a veces se nos olvida que puede estar en otros alimentos que no sean las naranjas. También posee mucha fibra, lo que es bueno para nuestro tránsito intestinal y vuelve locas de alegría a las bacterias de nuestro intestino. Es decir, al promover el desarrollo de las bacterias intestinales tiene función prebiótica, lo cual nos reporta muchos beneficios a nosotros, sus humildes caseros.

Por desgracia, el cambio climático parece compartir la opinión de aquellos que con solo nombrar el brócoli ponen cara de asco y mascullan ‘puajjjjjjjj’. El aumento de la temperatura global amenaza al crecimiento de esta verdura, haciendo que cambie de forma y se parezca mucho a más a uno de sus parientes: la coliflor.

Brócolis deformes

Al brócoli le gusta el fresco. Su temperatura de crecimiento óptima se encuentra en torno a 16ºC, aunque puede tolerar temperaturas de hasta -5ºC. Eso sí, las heladas pueden sentarle regular. Por eso, se siembra evitando los meses de más calor, o bien durante febrero-marzo o bien de cara a finales de agosto, hacia el otoño. Temperaturas por encima de los 30ºC hacen que el brócoli crezca de forma anómala. El crecimiento de la cabeza se vuelve excesivo, haciendo que se parezca más a los floretes de una coliflor que a un brócoli propiamente dicho.

Bueno, ¿y qué más da que le pase eso al brócoli?, puede que te estés preguntando mientras lees este artículo. ¿Quizá es que afecte a su sabor o a sus propiedades? No se trata de eso. La deformación de la cabeza del brócoli es un problema que va más allá de esta verdura. Esto es un ejemplo de lo que puede afectar al crecimiento vegetal, a los procesos de floración y otros tantos, el cambio climático. Es posible que los brócolis solamente cambien de forma y en unos años no sean tal como los recordamos hoy, pero otras plantas, muchas de las cuales también necesarias para nuestra alimentación, podrían verse más afectadas.

La genética del brócoli

Mientras los ciudadanos de a pie ponemos nuestro granito de arena para contribuir a frenar el cambio climático, los investigadores de todo el mundo también hacen su parte. La biotecnología verde es la rama de la tecnología que se centra en el estudio de las plantas y en su mejora. Estas mejoras pueden hacerlas más resistentes a condiciones ambientales como la sequía, la salinidad o el frío. También es posible mejorar su perfil nutricional enriqueciéndolas en compuestos beneficiosos para nosotros. La biotecnología verde ha acudido al rescate de los brócolis deformes de la mano de un grupo de científicos que ha decidido estudiar por qué ocurre este proceso a temperaturas altas, ya que entender sus causas podría ayudar a revertirlo.

Al observar que por encima de los 28ºC el desarrollo floral paraba, los investigadores sospecharon que algo podría estar bloqueando los genes implicados en el proceso. Eso explicaría esa detención tan abrupta. Para comprobar su hipótesis, se centraron en un mecanismo llamado metilación del ADN. Esto funciona como una especie de interruptor, ya que “apaga” o “enciende” un gen o grupo de genes en un momento concreto, por ejemplo, en respuesta a cambios en el entorno, y la temperatura bien podría ser quien accionase este interruptor genético. Al utilizar un compuesto que bloquea la metilación, observaron que la cabeza del brócoli crecía de forma perfectamente normal a temperaturas altas. Es decir, la temperatura alta promueve la metilación de ciertos genes del brócoli, haciendo que el desarrollo normal de la cabeza se frene. A partir de 30º, el interruptor genético pasa a la posición “apagado”.

Ahora bien, ¿qué genes son los responsables de este proceso, los que son “apagados” en respuesta a la temperatura alta? Esa fue la segunda parte del estudio. Los investigadores descubrieron que detrás de este proceso hay todo un grupo de genes llamados FCGs por sus siglas en inglés, que traducido al español serían los ‘genes asociados al cese del proceso de floración’. Cumplen lo que prometen, eso desde luego. Cuando están metilados, impiden que la floración se lleve a cabo de forma normal, lo que provoca esa deformidad. Por eso, al añadir el bloqueante de la metilación la floración continúa, aunque la temperatura sea excesiva, permitiendo que el brócoli tenga una cabeza normal.

Como decíamos antes, que la cabeza del brócoli sea de esta o aquella forma podría ser algo simplemente anecdótico, pero esta investigación es interesante por ir más allá de este vegetal. El proceso de floración es necesario para que muchas plantas puedan reproducirse, por lo que si se ve afectado nos enfrentaríamos un serio problema. Lo que han encontrado en esta investigación es un mecanismo para evitar que la floración del brócoli se vea afectada por las altas temperaturas. Un descubrimiento que, quizá, podría aplicarse a otros cultivos.

Mientras la biotecnología verde sigue con lo suyo, nosotros podemos seguir disfrutando de esta verdura que tantas propiedades beneficiosas tiene, aunque el calor le haga “perder la cabeza”.

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