Por
  • Pedro Cía Gómez

La vacuna aragonesa frente a la tuberculosis

Un grupo de científicos de la UZ investigando la vacuna para la tuberculosis
Un grupo de científicos de la UZ investigando la vacuna para la tuberculosis
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Cada día se ve más próxima la disponibilidad de la nueva vacuna frente a la tuberculosis, desarrollada por el profesor Carlos Martín y su equipo en la Universidad de Zaragoza.

La tuberculosis sigue produciendo estragos: más de 10 millones de personas enferman cada año y 1,3 millones de muertes anuales se producen en el mundo. Preocupa además el problema de la resistencia a los tratamientos. El riesgo de tuberculosis es mayor en países pobres y en personas con deficiencias de su sistema inmune, como las que padecen sida.

La vacuna contra la tuberculosis diseñada por el equipo del científico aragonés Carlos Martín está ya a punto para difundirse por el mundo y salvar vidas

Precisamente fue cuando, en los años noventa, la enfermedad tuberculosa acabó con la vida de 100 enfermos de sida, lo que llamó la atención del doctor Martín, dedicado entonces al estudio de la genética de las bacterias en el Instituto Pasteur de París, aunque siempre atento a las orientaciones de su maestro el profesor Gómez Lus. En el Instituto Pasteur Carlos Martín estudió, junto a la prestigiosa investigadora Brigitte Gicquel, los genes del bacilo de la tuberculosis humana, concluyendo que dos de esos genes estaban muy relacionados con la virulencia de la enfermedad. Descubrieron que la inactivación de tales genes dejaba al bacilo incapaz de producir la enfermedad, pero con la capacidad de producir respuesta positiva del sistema inmune.

Este descubrimiento fue el primer gran paso en el laboratorio para producir respuesta inmune y por lo tanto adecuada defensa, no solo frente a las formas de tuberculosis en las que ha sido eficaz la vacuna tradicional, sino también frente a la tuberculosis pulmonar del adolescente y del adulto, responsable de la transmisión de la enfermedad y no protegida por la vacuna tradicional. Tras el entusiasmo inicial vinieron años (más de dos décadas) de duro trabajo para convertir el proyecto en una vacuna que fuera segura, de fácil manejo y con ventajas claras sobre la anterior; lo que obligaba a numerosos e impecables trabajos de laboratorio y a cuidadosos experimentos con animales y, si todo iba bien, la comunidad científica permitiría la inoculación en personas de la nueva vacuna, a la que llamaron MTBVAC.

. Su desarrollo ha supuesto un gran esfuerzo de investigación y una importante inversión económica

Los resultados de laboratorio y experimentación animal fueron favorables y la inoculación a personas fue autorizada. Se inició en 2012 en Suiza, siguió en 2015 con bebés y luego, en 2018, con adultos en Sudáfrica (zona de gran prevalencia de tuberculosis) y los resultados fueron los esperados en cuanto a seguridad y respuesta inmune. En 2024 se han iniciado ya vacunaciones en adultos VIH positivos y en adultos en India y pronto, en Sudáfrica.

Este desarrollo ha exigido medios importantes. Excelente está siendo la colaboración de la empresa biofarmacéutica española Biofabri. Valiosa, la contribución del consorcio TBVI (Iniciativa Europea de Vacunas de Tuberculosis) y de IAVI (Iniciativa Internacional para la Vacuna del Sida) y recientemente la famosa fundación estadounidense presidida por Bill Gates ha aportado también su ayuda. La vacuna aragonesa y, por lo tanto española, se ha hecho ya internacional. Pero con este alto nivel, la vacuna MTBVAC requiere ahora extraordinarias ayudas para demostrar su eficacia y cumplir el sueño de salvar vidas, pero con disponibilidad para las poblaciones desfavorecidas y vulnerables. La salud solo es verdadera si es solidaria.

Pedro Cía Gómez es catedrático de Medicina Interna

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