Por
  • Francisco José Serón Arbeloa

Eufemismos

Eufemismos
Eufemismos
POL

Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que expulsa tinta para ocultarse. Puede que esta época pase a la historia por la falta de coherencia en el comportamiento de todos los políticos.

Es evidente que no nos están haciendo un favor al tomar esas cambiantes posiciones ideológicas y no digamos la descarada extorsión que se hacen unos a otros con tal de conseguir objetivos poco generosos y nada disimulados. Mirado con espíritu crítico (pensamiento razonado) todo este sainete es poco edificante y no parece que esté relacionado con el objetivo de que todos seamos felices y comamos perdices.

Hoy hablaremos del uso y abuso de eufemismos. De siempre, las palabras tabúes son palabras que evitamos utilizar porque socialmente están mal vistas, hacen referencia a realidades consideradas desagradables, vulgares, soeces o políticamente incorrectas. En lugar de esas palabras se suelen utilizar otras con un significado similar pero que tienen menor carga negativa. Estas palabras se denominan eufemismos.

Por ejemplo, para aludir al acto de morir, se usan eufemismos como descansar o pasar a mejor vida. En vez de despido masivo, regulación de empleo. En vez de vejez, edad dorada o tercera edad. En vez de guerra, conflicto armado. En vez de muertes de civiles, daños colaterales. En vez de aborto, interrupción voluntaria del embarazo. Es evidente que el empleo de unos términos u otros no cambia las cualidades de los referentes, o, dicho de otro modo, evitar llamar gordo a alguien no lo convierte automáticamente en delgado, pero sí denota cierta cortesía, respeto y decoro.

Pero hay un caso claramente insultante al sentido común, es el uso de los eufemismos empleados en el lenguaje político como instrumento de manipulación para hacer más fácil la aceptación por la masa de ideologías que, expuestas de otro modo, resultarían reprobables.

Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que expulsa tinta para ocultarse

Por ejemplo, Rodríguez Zapatero bautizó la crisis económica como desaceleración transitoria más intensa. Mariano Rajoy cuando llegó a la Moncloa, recurrió a la misma táctica que su predecesor: si no hablaba de rescate, este no existía. Por ello, su Ejecutivo le dio todo tipo de acepciones: apoyo financiero, préstamo con condiciones muy favorables o línea de crédito. Su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría anunció la subida de impuestos de finales de 2011 como recargo complementario temporal de solidaridad. Pablo Iglesias cuando era líder de Podemos, se negó a hablar de órgano de dirección por ser una palabra que le parecía feísima, en su lugar, decidió bautizarlo como espacio representativo de la voluntad colectiva. Y Salvador Illa, en vez de hablar de amnistía, la nombra como estiramiento de la convivencia y Pedro Sánchez prometió la amnistía a ERC con el eufemismo, desjudicialización por todas las vías posibles.

Orwell sostenía que el gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad. Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que expulsa tinta para ocultarse. Y al respecto de esta cuestión conviene traer a colación las palabras de Lázaro Carreter en su libro ‘El dardo en la palabra’: El eufemismo delata siempre temor a la realidad, deseo vergonzante de ocultarla, antifaz de lenguaje impuesto a su rostro verdadero, y, en definitiva, afán de aniquilarla. Pero lo que existe no se borra con palabras; ojalá fuera posible…

En definitiva, el uso de los eufemismos es necesario por una cuestión tan sencilla como que el lenguaje es una actividad social, de tal forma que se requiere cierto respeto entre los hablantes. Lo normal y coherente es que hay que prestar atención al lenguaje, y no hay que ocultarse detrás de la jerga o de palabras que no se entienden o de eufemismos para suavizar las realidades incómodas hasta que se vuelvan irreconocibles o que inventemos términos y expresiones que no significan nada y que acaban difuminando el mensaje. Recordemos que la cuestión de los eufemismos no puede cambiar la realidad.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión