Encadenados

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HA

Realmente llevamos tres años desde la covid-19, en los que hemos pasado por todo. En realidad. más que pasados, hemos estado asustados continuamente. Nos han anunciado continuamente que iba faltando sucesivamente de todo para poder vivir. 

Ha sido impresionante. Gracias a la rápida llegada de las vacunas se logró yugular los brotes, pero algunos efectos secundarios es posible que persistan. Y ha permanecido en el subconsciente una sensación de miedo colectivo permanente que se iba abonando con nuevos problemas de subsistencia.

En el invierno 2020-2021 llegó 'Filomena' esa ola de frío y nieve que nos dejó “pasmados” a los españolitos, y que produjo unos cuantos desastres naturales. Y cuando la economía mundial parecía que se recuperaba, va y estalla la guerra en Ucrania, un montón de materias como el gas natural y las gasolinas de todo tipo paralizaron el país y los transportes. Y ya entonces se anunciaron las restricciones de las calefacciones que, efectivamente, llegaron más tarde, aunque, parece que no ha sido para tanto, dados los inviernos relativamente suaves que han venido después. Las televisiones, venga a sacar cuadros con las cifras de coste del gas. Empalmando, la crisis eléctrica, y otra vez los cuadros numéricos de la crisis, para ponernos el corazón en un puño. La conclusión es que solo podríamos ver y calentarnos con nuestro viejo amigo el fuego a base de velas y leños, como en la Prehistoria.

Y ahora le ha tocado a la falta de agua para la que ya tenemos un origen que viene de perillas, el cambio climático. Que a fin y al cabo era lo que ya nos venían anunciando desde hace décadas. De verdad, es curioso ver a los cúmulo-nimbos, que parecen bien cargados, pasar por encima de nosotros sin caer una sola gota de agua. Y ahora estamos con la “pertinaz sequía” de la que ya hablaba Franco, que está acabando con la agricultura y la ganadería, o sea con los alimentos, que gracias a los intermediarios suben y suben en los supermercados. Y ya estamos con las restricciones de agua del grifo, algo que tanto como la luz no tendríamos que sufrir si hubiésemos gastado lo justo, y no derrochando con mentalidad de nuevos ricos.

¿Qué restricción será la próxima? La verdad es que asusta pensarlo. ¿La nueva normalidad? Pues vaya. Pero lo cierto es que hemos encadenado una catástrofe tras otra. Es como si realmente estuviésemos encadenados por una maldición diabólica.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Mateos)

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