Discutir con un científico es un peñazo. 

Si le presentas unos datos robustos y bien analizados puedes hacerle cambiar de opinión fácilmente. Hay científicos de todo tipo, pero, en general, son capaces de asumir que se han equivocado. A muchos les gusta razonar sobre lo que leen o les cuentan y tienen la mala costumbre de querer ver los datos y analizarlos. Por eso, en una discusión de patio entre padres pro-jornada continua y pro-jornada partida, les es difícil opinar con argumentos porque hay pocos estudios. Esta semana se ha presentado uno titulado ‘Jornada escolar continua: Cómo la pandemia está acelerando un modelo social y educativo regresivo’, realizado por la Escuela de Negocios Esade, donde se aborda el impacto de la jornada escolar en el alumnado, el profesorado y las familias. Abre el debate sobre este modelo que tanto polariza y ‘twitteriza’ los centros escolares. Alerta de que, en España, el debate sobre la jornada escolar es parcial y, en ocasiones, ignora la evidencia científica al respecto. Denuncia la dificultad de poder tener muchos datos e indica posibles sesgos en algunos apartados de su estudio.

La educación es la base de todo para construir una sociedad mejor. Es lo más importante. Si realmente nos lo creemos, ¿no es momento ya de hacer un estudio serio y riguroso en Aragón de cómo ha afectado a todos los niveles el cambio de jornada en los centros educativos para, con los datos, poder tomar las mejores decisiones? Muchas personas cambiarían de opinión.