¿Un santo para la jota aragonesa?

El arzobispado de Madrid ha promovido la beatificación de Antonio Margelí, sacerdote de La Codoñera que estudió y recopiló el folclore de Teruel

Antonio Margelí, en una de las pocas fotografías que se le conocen.
Antonio Margelí, en una de las pocas fotografías que se le conocen.
Heraldo.es

Hace ahora ocho años el Instituto Cultural del Bajo Aragón publicaba un libro que recogía lo que se había podido salvar del mítico cancionero de Antonio Margelí, sacerdote de La Codoñera que, antes de la Guerra Civil, estudió y recopiló el folclore de la provincia de Teruel. Hasta entonces, numerosos especialistas lamentaban la pérdida de un trabajo antológico que se presumía único en su género. Lo que la familia de Margelí había podido salvar fue estudiado por el especialista Alberto Turón, y el libro ahí está, en la biblioteca de todos los amantes del folclore aragonés. 

Lo que ha pasado inadvertido hasta ahora es que años después, a finales de 2020, el arzobispado de Madrid abrió una causa para beatificar, entre otros, al sacerdote aragonés.

¿Ha surgido así un santo para el mundo de la jota? ¿Podrían haber encontrado un patrono los joteros? Vayamos por partes. En primer lugar, la causa abierta por el arzobispado de Madrid es de beatificación, no de canonización. Aspira a ser beato, no santo, al menos de momento. En los años treinta del pasado siglo fueron víctimas de la persecución religiosa en Madrid 408 sacerdotes y 17 seminaristas, la mayor parte de ellos durante los primeros meses de la guerra civil.

A partir de esa cifra, el arzobispado de Madrid ha abierto cinco causas de beatificación distintas, y en una de ellas, la de Timoteo Rojo Orcajo y 60 compañeros sacerdotes, es donde se encuentra la figura de Antonio Margelí. Timoteo Rojo Orcajo, de 45 años, era el canónigo archivero de la catedral de San Isidro cuando estalló la guerra civil, y quien se encargó de esconder el cuerpo de San Isidro Labrador para que no fuera destruido en los primeros compases de la guerra.

Margelí, por su parte, era director de música de la catequesis en la misma catedral de San Isidro. Había estudiado en el Seminario Conciliar de Zaragoza, ciudad en la que fue ordenado sacerdote en 1906. Fue organista segundo de la catedral de Ciudad Real (1909-1914), de donde pasó a la de San Isidro de Madrid, donde sirvió hasta su muerte, acribillado a balazos, el 21 de septiembre de 1936.

Según aseguraba Alberto Turón al realizar la edición de lo que se había conservado de su cancionero, Margelí, "trabajó durante más de 15 años recopilando cantos y costumbres populares, porque pensaba que la jota se estaba muriendo. Y el tiempo ha demostrado que estaba equivocado, que la jota no se ha muerto aunque se ha transformado tanto que, hoy, Margelí apenas la reconocería". 

Margelí pensaba publicar su libro, 'La jota en el Bajo Aragón', con todo el material recopilado y 400 partituras de cantos y bailes populares. "Recogió mucha información que no solo se reducía a la jota -apuntaba Alberto Turón-. Porque hablaba del canto y del baile, pero también de cómo eran las verbenas, las rondas, las fiestas... En realidad, describió pormenorizadamente todos los actos populares en los que había música". Lamentablemente, la mayor parte de ese material se perdió. Y solo lo que se conservó en un domicilio particular pudo ser publicado. 

La instrucción de la causa de beatificación de Margelí se concluyó en diciembre de 2022. Ahora toca esperar la decisión del Vaticano.

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