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Raúl Herrero: "Son los otros los que me parecen raros; sí me siento independiente"

El editor de Libros del Innombrable, que alcanza su primer cuarto de siglo, ha sido galardonado por el Gobierno de Aragón por su trayectoria

Raúl Herrero en el despacho de Libros del Innombrable, fundada hace un cuarto de siglo.
Raúl Herrero en el despacho de Libros del Innombrable, fundada hace un cuarto de siglo.
Guillermo Mestre.

Acaba de ser galardonado por el Gobierno de Aragón por su Trayectoria Profesional en el mundo del libro como editor de Libros del Innombrable, que se fundó en 1998. ¿Por qué se hizo editor? ¿Qué le impulsó?

Mi primera vocación fue la de jefe de pista de un circo, pero uno va creciendo y pierde de vista lo importante. Luego, a finales de los años noventa del pasado siglo, tuve que realizar auténticos esfuerzos para encontrar una edición de ‘Los raros’, de Rubén Darío. Me extrañó porque se trataba de un título fundamental de la literatura en castellano, un texto inminentemente clásico. Lo mismo me ocurrió con otros libros que me interesaban. Así que tuve la idea peregrina de crear una editorial para reeditar libros que no encontraba y dar cabida a los autores que me interesaban. El mayor alentador de la aventura fue mi amigo Antonio Fernández Molina, al que luego se unieron, a lo largo de los años, varios de los autores que he ido publicando, en especial, Fernando Arrabal, Francisco J. Uriz, Josep Soler, Mariano Esquillor y Federico González. Cuando empecé le prometí a Molina que le publicaría su poesía completa y así lo hice.

La inconsciencia fue quizá el mayor impulso. La juventud debe ser inconsciente y valiente, incluso temeraria, si no fuera así el mundo se pararía. Hay que huir de la «vida-muelle» escribió André Breton.

¿Habías tenido maestro, ecos, referencias?

Empecé a escribir con trece años y con dieciséis ya organizaba mis libros escritos a máquina, fotocopiados y encuadernados. Desde que descubrí el surrealismo comenzaron a interesarme la literatura y el arte, así que me impregne de, entre otros, Dalí, Tzara, el pintor ‘pánico’ zaragozano Fernando S. M. Félez, Eduardo Chicharro, Carlos Edmundo de Ory, el postismo, los surrealistas, Ramón Gómez de la Serna, Sophie Taeuber-Arp… En fin, muchos, también de compositores como Schoenberg o Scriaban, la nómina ocuparía toda la entrevista.

¿Cuáles eran sus modelos de editor, si puede decirse así?

Las ediciones osadas, a menudo marginales, que sacaron adelante ciertos escritores o libreros avezados como Sylvia Beach, artífice de la primera edición de ‘Ulises’ de Joyce. Pienso en la revista ‘Héroe’ dirigida por Altolaguirre y Concha Méndez, en los años treinta del pasado siglo, en publicaciones de los años cincuenta como ‘Doña Endrina’, de A. F. Molina o ‘El pájaro de paja’, de Crespo y Carriedo. También me parece admirable la revista ‘Papeles de Son Armadans’, que dirigió Camilo José Cela y en la que A. F. Molina ejerció como secretario de redacción en los años sesenta y principios de los setenta. También me interesaba la labor editorial de Julián Ríos al frente de Fundamentos. En todo caso mi modelo de editor es el opuesto al que vincula la lectura con una forma de ocio o de simple distracción.

¿Qué quiere decir?

El libro propaga la cultura y el conocimiento, supone el instrumento más eficaz para disponer de un criterio propio, algo que no puede abandonarse en manos del tiempo libre ni hacerlo competir con plataformas digitales o con eventos deportivos. Por supuesto, en el recipiente del libro también tiene cabida el simple esparcimiento, la diversión sin pretensiones, pero reducirlo a esa vertiente supone, en mi opinión, menguar sus posibilidades y menoscabar la función que debe tener en la sociedad. Nos corresponde (a los autores, libreros, editores y distribuidores) redundar los esfuerzos para que los jóvenes se interesen por el libro, la lectura y la cultura. Ellos son el futuro y no podemos permitirnos el error de una generación de anestesiados culturales o, peor todavía, de una generación con derecho a voto sin capacidad para el espíritu crítico. Por otro lado, la promoción del libro no debe suponer una disminución del nivel de lectura porque, en cierto modo, eso entraña hacer trampa. También es verdad que algunas lecturas o propuestas artísticas parecen condenadas a un público minoritario, más por falta de interés de grandes grupos que porque sean exclusivas en sí mismas, sin embargo, los pueblos necesitan de esas minorías.

Raúl Herrero con su gata Doña Concha, fallecida hace pocas semanas, una gran compañero del editor y poeta.
Raúl Herrero con su gata Doña Concha, fallecida hace pocas semanas, una gran compañero del editor y poeta.
Guillermo Mestre.

Son muchos matices…

La uniformidad de criterios y de pensamiento no implica una ventaja, sino una disfunción que lleva de la mano a los peores vicios de las sociedades autoritarias. Mariano Esquillor escribió en ‘Caricaturas de un diario’: «Si todo el mundo tuviese las mismas ideas, qué pérdida de tiempo sería vivir».

¿Qué editorial quería ser al principio Libros del Innombrable, fundada en 1998, y cómo ha ido evolucionando?

En cierta ocasión alguien me dijo con tono despectivo que la mía era una editorial de poeta, lo que no sabía esa persona era que exactamente es eso lo que quiero, así que me sentí muy halagado con el comentario. A mis primeros pasos en el mundo editorial se fueron sumando personalidades que me proporcionaron nuevas vías de exploración a las que me sume por convicción y devoción. En este sentido, el caso más significativo fue el de Francisco J. Uriz con la literatura nórdica.

"Empecé a escribir con trece años y con dieciséis ya organizaba mis libros escritos a máquina, fotocopiados y encuadernados. Desde que descubrí el surrealismo comenzaron a interesarme la literatura y el arte"

¿Qué le pesa más: su fama de raro o de independiente y minoritario?

A mí son los otros los que me parecen raros, aunque sí me siento independiente. Lo contrarío supondría pasearse constantemente por despachos y servicios públicos pidiendo favores, solicitando prebendas y cosas así que a mí no me gustan. Lo de minoritario me parece poco afortunado porque yo publico libros para todo el mundo, no me escondo, dispongo de redes sociales, procuro difundir los trabajos de la editorial, remito ejemplares de promoción… Mi empeño es que esa supuesta minoría crezca. El problema estriba en que la gente se entere de lo que publico, una vez que eso se consigue lo cierto es que no soy tan minoritario como puede parecerlo. Será que hay muchos raros como yo.

Durante años su almacén era la lencería de tu madre. ¿Cómo vive la ropa interior y esas prensas sutiles con los libros?

En estos momentos los libros y la prendas interiores conviven en la lencería en estrecha convivencia. Tras la jubilación de mi madre hemos dado de alta la tienda como librería y, por tanto, hay más libros que nunca. No encuentro que esto sea tan peculiar. En el establecimiento se venden prendas de calidad y buenos libros. Eso es todo. Lo agradecen sobre todo los clientes que vienen a por un regalo y las personas mayores con problemas de movilidad que no quieren pedir libros por internet. Hay que llevar los libros a la gente y eso es lo que hago.

Veo que estamos en el preámbulo. Siga, siga. ¿Fue su madre quien más creyó en usted?

Sin la paciencia y el impulso de mi madre no hubiera podido nacer la editorial ni superar varias etapas difíciles. También fue de gran ayuda Olimar, mi primer impresor, algunos amigos como Pedro Abío y, sobre todo, los autores que mencionaba al principio de la entrevista. Mi tío Manuel Herrero también fue un gran valedor en el campo del amor a los libros y, además, el único antecedente en la familia que trabajo en el mundo del libro. También algunos profesores como Benito Hernández y Marian Azagra, que recuerdo me prestaba sus apuntes de la universidad en el instituto.

Raúl Herrero siente una gran curiosidad por la literatura nórdica y ha hallado en Paco Uriz a un cómplice. Aquí lo vemos en Estocolmo.
Raúl Herrero siente una gran curiosidad por la literatura nórdica y ha hallado en Paco Uriz a un cómplice. Aquí lo vemos en Estocolmo.
Archivo L. del Innombrable.

¿Y ahora?

En estos momentos mi familia sigue siendo un motor indispensable. Mi esposa Esther es a la que ahora le corresponde más mérito porque me soporta a mí, a la editorial, en la que también colabora, y a mi mundo en general, que no es acomodaticio ni simple. Si no la hubiera conocido probablemente a esas alturas estaría muerto. También debo mencionar a mi gata doña Concha, recientemente fallecida, que pasó sobre mi mesa de trabajo de editor más horas que muchos editores de renombre y fuste en toda su vida. Mi hijo Hermes, que ahora tiene once años, también ha participado en algunas cubiertas. Espero que escoja una profesión propia de gente decente como artista, payaso, escritor…

Le interesan raros, olvidados, singulares, vanguardistas… Fernández Molina y Arrabal, entre ellos, pero hay muchos más. ¿Por qué, qué le llama?

La vanguardia, aunque muchos de sus creadores se consideraban ajenos a la tradición, viene a continuar una veta cultural y artística que es la opuesta al academicismo (que es lo que sus autores a menudo confundieron, a mi juicio, con tradición). Tanto los postistas como los surrealistas se referían a sus movimientos como un descubrimiento e incidían en señalar antecedentes, es decir, se vinculaban con precedentes que, para mí, rubrican su conexión con una tradición literaria y artística. En definitiva, se trata de una literatura que «pretende desautomatizar el pensamiento», en palabras de Viktor Shklovski. En esa cadena de autores podemos incluir a Homero, Calímaco, la poesía escáldica, Cervantes, Rabelais, Sterne, Allais, Gertrude Stein, Ekelöf… San Anselmo de Canterbury ya escribió en la Edad Media: «Todo lo que puede pensarse que existe, existe necesariamente», ahí ya se encuentra el embrión del romanticismo, del surrealismo, de las vanguardias, entre otras muchas cosas más o menos idealistas. Lo que es un error es meter todo en el saco del irracionalismo sin más, porque eso es pereza. Ahora mismo Francisco Ferrer Lerín es uno de los mejores exponentes de otra manera de hacer literatura.

"Me considero primero lector, luego autor y, por accidente, editor que se ha metido en esto exclusivamente porque le interesaba publicar ciertos libros y una literatura que le atañe. Luego procuro no perder mucho dinero"

¿Cuándo y con qué título o títulos tiene la sensación de que ya es editor, ya publica lo que había soñado?

Todavía no tengo esa sensación. Me considero primero lector, luego autor y, por accidente, editor que se ha metido en esto exclusivamente porque le interesaba publicar ciertos libros y una literatura que le atañe. Luego procuro no perder mucho dinero, sobre todo para mantenerme y seguir desarrollando mi empeño. Existen miles de libros fundamentales sin traducir al castellano y otros miles sin reeditar que no están ahora mismo en el mercado del libro. Lo raro es que no haya más editores como yo.

¿Por qué ese amor y esa vindicación por Fernández Molina o Cirlot y Pilar Bayona?

Fernández Molina es mi padre literario. Su locura es la mía. Sería capaz de retar a alguien a un duelo a sable o pistola por defender su nombre. Juan Eduardo Cirlot y su obra -poesía, novela, libros misceláneos, escritos de arte- son fascinantes. Una de las personas más interesantes no de su generación, sino de la literatura en castellano. Si digo que Pilar Bayona es una intérprete y una personalidad fundamental de su tiempo no descubro nada.

¿Qué le debe Libros del Innombrable a Paco Uriz y las literaturas nórdicas?

Muchísimo. Cuando conocí a Paco Uriz yo apenas era mayor de edad, por lo tanto, se puede deducir fácilmente que me enseñó mucho de literatura y de la edición. El mundo escandinavo siempre me ha tratado bien. Me siento próximo a ellos.

Paco Uriz en el antiguo Casino Mercantil, actual sede de la Fundación Caja Rural de Aragón.
Paco Uriz en el antiguo Casino Mercantil, actual sede de la Fundación Caja Rural de Aragón.
Guillermo Mestre.

¿Cuáles han sido sus aventuras más fascinantes o disparatadas?

Las que están por venir que serán como una imposible cuarta salida de don Quijote a desfacer entuertos.

¿Hasta dónde le ha llevado la editorial?

Hasta Brasil, Suecia, Guatemala y, probablemente, con el tiempo, hasta la tumba.

¿Cómo ve las letras aragonesas de los últimos 25 años y cuál es su lugar entre ellas?

Tendría que ser un especialista en el tema para emitir un juicio certero sobre las letras aragonesas de los últimos veinticinco años y creo que no lo soy. Respecto a mi lugar entre ellas ni me lo planteo. Del mismo modo que tampoco sigo las ventas de los libros que publico. Si la cosa va muy mal es Esther la que me lo advierte. Si el distribuidor pide más ejemplares de un título ya sé que la cosa está funcionando. Si necesito hacer una segunda edición de algún libro comienzo a preocuparme y me pregunto: ¿Qué estaré haciendo mal para que el público se haya lanzado a comprar un libro que he publicado? Pienso que tal vez sea por el autor y me tranquilizo.

¿Buscaba usted a Arrabal o Julián Ríos, al niño Toni, a Antonio Beneyto, o son ellos quienes lo buscaron a usted y a Libros del Innombrable?

A Arrabal me lo presentó Antonio Fernández Molina. Le pedí reeditar una de sus novelas, con eso me conformaba. Pero nos hemos entendido bien y ya llevamos más de veinte libros publicados, algo que me resulta insólito. Es un lujo y algo que jamás ni siquiera soñé. Julián Ríos siempre me ha parecido un autor de primer orden, pero nunca me atreví a pedirle nada, me limité a mandarle algunos libros que firmé como autor. Por cuestiones azarosas él se interesó en mi editorial y los artífices del libro ‘Julián Ríos y las metamorfosis de una escritura plural’ me ofrecieron publicar el estudio, a lo que accedí de inmediato.

Al niño Toni le propuse que escribiera sus memorias porque en sus intervenciones durante las presentaciones del libro ‘Radical libre’, de su padre Eduardo Chicharro, uno de mis poetas favoritos y un intelectual de primer orden, me pareció que anidaba un libro interesante, como así lo habrá comprobado el que haya leído ‘Memorias del niño Toni’. A Beneyto también me lo presentó Molina, me ofreció muchos proyectos… Algunos cuajaron. Le tenía mucho cariño.

¿Qué supone para usted este premio del Gobierno de Aragón?

Nunca pensé que me podían dar un premio. Recibí hace años un premio búho de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro y ya me pareció un hecho insólito. Me costó un mes recuperarme. Lo agradezco porque es como dar un tambor a un ornitorrinco. Agradezco enormemente a todos los implicados que hayan pensado en mí.

Algunos decimos a veces que Raúl Herrero es un editor tan valiente y arriesgado como insólito y libre. ¿Cómo ha sobrevivido?

Ni yo mismo lo sé. Lo que sí puedo apuntar es que he hecho bastantes sacrificios personales para seguir haciendo lo que quiero y como quiero. La independencia y la libertad se pagan, pero no lo digo con amargura, yo me las he buscado.

Libros del Innombrable ha publicado una veintena de libros de Fernando Arrabal.
Libros del Innombrable ha publicado una veintena de libros de Fernando Arrabal.
Javier Blasco.
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