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Las cuevas ermita de Farlete, un sitio para mirar dentro de uno mismo y reencontrarse

Ampliadas y habilitadas el siglo pasado por la orden francesa de los Hermanitos de Jesús, hoy son lugar de meditación pero también de visita. El famoso bandido Cucaracha habitó una de ellas durante un tiempo.

Interior de uno de los eremitorios rupestres de San Caprasio en Farlete
Interior de uno de los eremitorios rupestres de San Caprasio en Farlete
FRANCISCO JIMÉNEZ

Aragón es una comunidad autónoma muy rupestre. No solo por la calidad y cantidad del arte prehistórico, que también, sino porque todavía hay muchas localidades en las que se vive en cuevas. Las hay, habitadas, en Remolinos, Salillas de Jalón, Libros, Juslibol, Lucena, Épila, Tauste, Moyuela o Bardallur, por citar solo algunas. Las cuevas ofrecen la ventaja de que son fáciles de calentar en invierno y más frescas que una vivienda convencional en verano.

Todas ellas, aun las que son viviendas privadas, poseen resonancias mágicas y misteriosas. Cuando el visitante entra en una siempre le asalta la sensación inquietante de que está en un sitio especial. Y quizá donde esto ocurre en mayor medida sea en los eremitorios rupestres de Farlete.

Vaya por delante que estas cuevas se ubican en plenos Monegros, en lo alto de la sierra de Alcubierre, así que querer visitarlas en pleno agosto obliga a buscar un día nublado o a madrugar mucho: el sol, en esta época del año, es inclemente.

La excursión, realizada en buenas condiciones climáticas, ofrece sin embargo numerosos atractivos, descubiertos desde hace años por senderistas y aficionados a la bicicleta de montaña. A las cuevas se puede llegar desde Farlete, aprovechando para ver La Torraza, o desde Alcubierre, teniendo muy a mano las llamadas Trincheras de Orwell. Pero, en realidad, el viajero no debería renunciar a nada.

Más o menos en el límite de ambos términos municipales se encuentra la ermita de San Caprasio, cerrada. Un camino y unas escaleras descienden hasta las cuevas. Hay dos de ellas abiertas, una con una mesa y bancos para sentarse, y otra con un pequeño altar al fondo y unos bancos a los lados. ¿Quién las construyó?

En realidad las cuevas fueron durante siglos refugio de pastores... e incluso de bandidos. En la que ahora es capilla se escondió durante cierto tiempo el popular Cucaracha, lo que dio pie a numerosas leyendas en la zona. Desde allí se domina visualmente una amplia zona, y el paisaje tiene un punto de estuario, con una marcada frontera entre el desierto monegrino y la vegetación serrana.

Las cuevas fueron redescubiertas en 1956 por los Hermanos del Padre Foucauld o Hermanitos de Jesús. Al parecer la orden mendicante francesa llegó a Farlete huyendo de Argelia y porque uno de sus miembros había sido brigadista durante la guerra civil y recordaba que el paisaje era muy parecido al argelino. Hoy, además de las dos cuevas permanentemente abiertas, ofrecen otras para hacer retiros y reencontrarse consigo mismo. ¿Se atreve?

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