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Daniel Arana: "Soy un poeta que busca la belleza que, a veces, se vuelve inalcanzable"

El escritor y profesor de inglés, zaragozano, ha obtenido el premio de poesía joven 'Antonio Gala' con su libro 'Cantos del desarraigo'

Retrado de Daniel Arana, profesor de inglés y
Retrato de Daniel Arana, poeta y profesor de inglés en su estudio; detrás de él la escultura con la mano y el bastón del premio 'Antonio Gala'.
Isabel Arana.

ZARAGOZA. Daniel Arana (Zaragoza, 1988) es poeta, traductor y profesor de inglés, y acaba de ganar de la XVII edición del premio de poesía Antonio Gala, de Alhaurín el Grande, donde el escritor pasaba muchas temporadas y se retiraba a escribir y a pasear por la naturaleza. Dotado con 6.000 euros y con la publicación en una colección de la Fundación Gala, Daniel Arana fue elegido entre 170 poemarios con su libro 'Cantos del desarraigo'. «La verdad ha sido algo tan inesperado como inolvidable. Era el último año al que podía presentarme porque es un galardón para menores de 35 años. Fue un acto emocionante, aún estaba muy reciente la muerte de Antonio Gala, y acudió el ministro Miquel Iceta, que estuvo amable y afectuoso. Me dijo que había sentido no haber podido estar en un homenaje anterior a Gala, y que ahora había querido estar con su recuerdo, con su mundo y con la poesía», dice Daniel Arana, que recibió el galardón en la Casa Museo Antonio Gala-La Baltasara, en Alhaurín el Grande (Málaga), su refugio desde 1987.

A Daniel Arana le impresionó el ambiente y la vastedad de la finca del autor de ‘El manuscrito carmesí’. «He sido lector del Gala dramaturgo y también me ha interesado mucho algo que yo no sé hacer: sus sonetos, que incluso han sido llevados a la canción. Conmueve su mundo: su secretario particular, amabilísimo, nos enseñó las dependencias de la casa: donde escribía, donde dormía, una parte de su biblioteca, sus objetos», dice Daniel, que constató la huella del autor en otros detalles. «La gente que lo conocía, que lo había tratado, me decía que una de las cosas que más impresionaban de él era su relación con la naturaleza: la vegetación, los pájaros, los cielos, esa hermosura del paisaje donde se sentía en plenitud».

Daniel Arana es autor de dos libros de poemas, ‘Abisal’ (STI, 2026) y de ‘Materia del tiempo’ (STI, 2017), y es traductor del volumen ‘Los otros aullidos’, que también ha publicado el editor zaragozano Javier Cinca. Y recientemente publicaba en la Universidad de León un libro filosófico: ‘Es necesario hablar. Cinco tratados literarios filosóficos’.

Autorretrato de una búsqueda

«¿Qué clase de poeta soy? Eso es difícil de responder. Soy alguien que va en busca de la belleza, que a veces se antoja inalcanzable. Me sucede lo que a Hölderlin: intento escribir en tiempos de miseria en busca de la casa del ser, que es el lenguaje, como decía Martin Heidegger».

Asegura Daniel Arana que no hace poesía filosófica, y mucho menos hermética, «aunque a veces me lo dicen algunos lectores. Intento escribir una lírica diáfana con intención. Soy un lector voraz de filosofía, pero intento que la filosofía no esté en mi poesía. No es una obsesión para mí a pesar de que soy un enamorado de la filosofía y leo mucho pensamiento», matiza.

‘Cantos del desarraigo’, señala Daniel, no es un libro que exprese dolor o melancolía por haber perdido las raíces o un territorio concreto. «No. No. Yo me siento un poeta en errancia, alguien que está en el camino, y diría que el hilo conductor del libro, conformado por poemas breves, es precisamente es la errancia, ese ir y venir por la senda de la existencia. La belleza está al final y quizá algún día llegaremos a ella. Hablo también de ese tiempo de espera», declara.

"Mi poesía anhela un arco de luz. Ni hago una poesía desesperada ni desesperanzada ni triste. A veces dicen que mi escritura es difícil, hermética o conceptual. No lo pretendo. Escribo como vivo"

A veces, amigos y lectores lo han tildado de pesimista. «No lo siento así. Mi poesía anhela un arco de luz. Ni hago una poesía desesperada ni desesperanzada ni triste. A veces dicen que mi escritura es difícil, hermética o conceptual. No lo pretendo. Escribo como vivo», apunta.

Influjos, poetas y edición

Y revela algunas de sus pasiones: en los influjos que habría detrás de ‘Cantos del desarraigo’ estarían, en primer lugar, Hugo Mújica, «un poeta argentino que me apasiona. Y con él, T. S. Eliot y, por supuesto, Paul Celan, que es mi poeta favorito, me lo sé de memoria, y ya estará hasta harto de que lo tenga en la mesilla de noche allá donde esté. Y con ellos citaría a Rilke y a Juan Ramón Jiménez. Me apasionan García Lorca y Antonio Machado, claro, pero siento que Juan Ramón Jiménez tiene algo que lo hace incomparable como poeta».

‘Cantos del desarraigo’ tardará un año en salir. «Esa es la pena. Si puedo decirlo así. Cristina Sanz, la ganadora del año pasado, vino a la entrega del premio a recoger los ejemplares del poemario con el que ganó el año pasado el galardón». Mientras espera, seguirá escribiendo y leyendo.

El ministro de Cultura Miquel Iceta, en el centro, acudió a la entrega del premio en el Alhaurín; a su izquierda con la escultura en la mano, Daniel Arana.
El ministro de Cultura Miquel Iceta, en el centro, acudió a la entrega del premio en el Alhaurín; a su izquierda con la escultura en la mano, Daniel Arana.
Marina Hdez. Copyright/Cortesía Daniel Arana.

CUATRO POEMAS DE 'CANTO DE LOS DESARRAIGADOS'

*****

DURANTE la tarde

se deslustra el invierno.

Tanta es la presencia

que supone el cielo.

Pero este es un canto

de desarraigo donde

cabe, a cada instante,

resentir todo lo que por

él mismo se quiebra.

*****

EN ESTA CLARIDAD,

tan sabia porque es serena,

conviven la ruina del tiempo

y eso que es más largo de la

renuncia.

No está lejos el mar ni lo

que aún resta por decirse.

Todo esto lo creo ahora:

la tarea culmina.

*****

ESTE invierno tardío se

anuncia como flor de hielo

entre la grieta.

Como flor de nada donde

crece la sombra.

Pareciera mudo su empeño

por fijar, con íntima costumbre,

todo lo que permanece.

O quizá es sólo este invierno

antiguo, sin edad, todavía.

*****

SABEMOS deshojado el

sendero en el interior de

la tarde.

Que danzan como pueden

el campo y la nube, y el

latido remoto.

¿Acaso no hemos vivido

siempre en este cántico

humilde?

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