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Las joyas de The Girl and The Dog: cuando las piedras hablan
Catherine Uribetxeberría crea espectaculares joyas a partir de coloridos minerales y piezas antiguas. Se la puede encontrar los domingos, en la plaza San Bruno de Zaragoza y estos días del Pilar, en los puestos del paseo de Sagasta.
Catherine Uribetxeberria vive en el corazón de Zaragoza. De madre aragonesa (originaria de un pequeño pueblo del Moncayo), esta parisina de nacimiento lleva 20 años en España, donde en este tiempo ha desplegado una vena creativa que se escenifica en su marca de joyas The Girl and The Dog (la chica es ella, el perro, un fiel compañero, muerto hace un par de meses).
Su formación en Bellas Artes, sus trabajos previos en el mundo editorial y su amor por las piezas de almoneda y las joyas antiguas confluyen en una amplia y variada colección de piezas que están unidas sin embargo por un marco estético reconocible que nace, sobre todo, de la propia chispa creativa de Catherine: "Yo siento que las piedras me hablan, me dicen cómo he de ensamblarlas". "Lo llamo mi caos", dice, pero un caos que ella acaba ordenando en pendientes, anillos y collares singulares y "llenos de color".
El espacio donde trabaja –que también hace las veces de ‘showroom’– da fe de ello. Rodeada de creaciones ya terminadas, Catherine se sienta en una mesa donde se extienden múltiples cuentas y dijes que, como si fueran los colores de una paleta, va escogiendo hasta lograr el resultado deseado. También hace muy original a la marca cómo se engarzan con las piedras pequeños objetos y figurillas que la parisina va encontrando aquí y allá, en los mercadillos franceses (brocantes) –«una de las grandes pasiones que tenemos los franceses»– y en sus viajes.
La mayoría de su producción es de gran formato, joyas capaces de elevar un ‘look’ por sí mismaa, aunque también diseños más clásicos, con especial apuesta por los metales dorados.
Ya desde muy pequeña, la diseñadora de The Girl and The Dog sentía fascinación por las joyas de su madre y abuelas, un gusto que siguió desarrollando más adelante, en búsqueda constante de piezas antiguas, de los siglos XVII y XIX y, en general, de antes de los años 70. "Iba por los mercadillos y volvía a casa con piedras y cuentas, llenaba el apartamento, hasta que decidí hacer algo con ellos. Pensé: ‘Sería increíble combinar todos estos objetos, unirlos".
Y hacerlo, además, con una intención: "La de adornar". "Trabajo para embellecer a la mujer, para adornarla, combinando mis creaciones con su piel, su pelo, su ropa, con todo lo que la haga diferente o que sea capaz de resaltar su propia esencia». En ese sentido, Catherine puede trabajar ‘a medida’, combinando piezas de acuerdo a cada clienta, pero donde verdaderamente expresa su estilo es en las piezas que trabaja de manera libre.
Oriente y África
Entre sus inspiraciones están también, cuenta, los mundos orientales "como los de ‘Las mil y una noches" o África: en los colgantes y pendientes incluye desde pequeñas figuras chinescas a elementos naturales y orgánicos, como nueces secas o singulares trozos de madera.
Las colecciones de The Girl and The Dog se pueden encontrar cada domingo en el mercadillo de la plaza de San Bruno. Igualmente hay posibilidad de contactar con ella a través de su cuenta de Instagram para más información o concertar una visita a su ‘showroom’.