Socorro Venegas: "En medio del naufragio, la escritura tiraba hacia la vida entre la culpa"

La escritora mexicana presentó en Cálamo su diario ‘Ceniza roja’, donde cuenta la muerte de su joven marido.

La escritora mexicana Socorro Venegas
La escritora mexicana Socorro Venegas
H. A.

Socorro Venegas (México, 1972) no es una escritora de medias tintas. Ni para contar la vida ni para contar el vértigo de la muerte. Hace más de 20 años perdió a su primer marido, Alan, que tenía 29 años y ella 25. El psiquiatra le aconsejó que escribiera y que no leyera. 

Redactó un diario a mano, y lo guardó en una caja roja. Algún tiempo después, en un período que no recuerda, lo pasó a máquina. Se olvidó del texto de nuevo y años después lo reencontró. Lo releyó y se lo pasó a su editor, el zaragozano Juan Casamayor, con quien tiene una gran complicidad. Han hecho juntos la antología ‘Vindictas’. Casamayor suele impartir talleres de relatos a partir de sus cuentos.

"La verdad es que no logro recordar del todo cómo lo escribí ni su aventura de apariciones y desapariciones. Apenas lo he retocado, he suprimido algunas repeticiones para eliminarle estorbos al lector y le hemos buscado un ilustrador excepcional, Gabriel Pacheco, al que conocía bien y que ha hecho un trabajo increíble. Conectó desde el primer instante: es un auténtico poeta y aquí ofrece imágenes deslumbrantes".

Socorro Venegas es reflexiva y conoce el mundo editorial y la escritura. El pasado viernes presentó su libro ‘Ceniza roja’ en la librería zaragozana Cálamo, con Irene Vallejo. "‘Ceniza roja’ jamás fue pensado para ser un libro. Ni yo tenía experiencia en contar un duelo, aunque se me había muerto un hermano. Era un libro para mí misma, escrito de una manera especial, es mucho más que un viaje al lado oscuro y a las tinieblas. Y de eso me doy cuenta ahora. Explora la tragedia, para la que nada nos prepara nunca, pero también incorpora un impulso vital, un combate, un latido y eso solo ocurre si hay vida", explica.

¿Qué quiere decir Socorro Venegas? En la relectura ha descubierto algunas cosas: el libro es un llanto, es la crónica de la pérdida (cuántas veces no le habrá dado vueltas a aquella vida interrumpida, la de su joven marido, la de los dos juntos), pero también es una afirmación. "Escribí un texto corto e intenso, con frases eminentemente poéticas. Es un libro de poesía en prosa, en cierto, y es el libro de una mujer que quiere ser escritora. Hablo de Alan pero también hablo de mí, de la escritora en formación que yo era".

"Escribí un texto corto e intenso, con frases eminentemente poéticas. Es un libro de poesía en prosa, en cierto, y es el libro de una mujer que quiere ser escritora"

Socorro Venegas, que ya había escrito diversos textos, ya reconoce en las palabras, en los arrebatos y en la fragmentación que acabaría siendo la que es hoy, la que será: "Creo que muchos asuntos de los que he escrito ya están ahí: la pasión, la maternidad, la búsqueda de una voz, el interés por las vidas extremas, ya están ahí, en ese brillo poético, esa atmósfera que se eleva de lo particular hacia lo universal. Se ve que, en medio del dolor y la oscuridad, hay una mujer que quiere escribir. ‘Ceniza roja’ es también la experiencia de una vida en la literatura y la escritura, mi propio bagaje literario que se abre paso contra la muerte, si puede decirse eso".

Nueve meses de gestación

En aquel tiempo leyó lo justo o menos. Tenía una amiga vecina que le pasaba poemas: "Leía uno cada día. No podía más. Leía a René Char, a José Carlos Becerra, Emily Dickinson. Y con sus textos y el dolor me hacía preguntas esenciales de la vida a una edad que no es la usual".

Venegas cuenta que ha descubierto que la escritura del libro ("que nunca quiso ser libro. Hay que ver qué raro es a veces nuestro oficio"), con sus frases cortas, duras, como fogonazos cortantes, se prolongó durante nueve meses. "Eso también me pareció, en el fondo, un poco simbólico: es el período de una gestación. Y aquí se ve que la escritura también es muy física y que yo sin saberlo también adquiría una nueva identidad. En medio del naufragio, todo tiraba hacia otro lugar: seguía viva, quería seguir viva aunque estuviese luchando con la culpa. En el superviviente siempre hay una culpabilidad". No en vano, sintió en varias ocasiones deseos de suicidarse.

La escritora mexicana huye de la sublimación del marido muerto. "A veces es fácil o tentador caer en ello. Pero, ¡cuántas veces piensas que qué poco sabes de la otra persona, del ser al que amas, del padre de tus hijos, del escritor que escribe a tu lado o muy cerca de ti!". 

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