Noah Gordon: "Me arrepiento de no haber vivido en España"

El autor de ‘El último judío’, ambientada en Zaragoza, quiere viajar a Madrid para asistir en octubre al estreno del musical ‘El médico’, la novela que le encumbró.

El escritor Noah Gordon, autor de 'El médico'.
El escritor Noah Gordon, autor de 'El médico'.
Alberto Estévez

Lo último que esperaba a sus 91 años es que ‘El médico’, la novela histórica que publicó el 7 de agosto de 1986, que ha vendido más de 10 millones de ejemplares en 30 países y que ha llevado a 5,4 millones de espectadores a las salas de cine, le fuera a proporcionar un nuevo motivo para sentir, otra vez, el aliento tonificante del entusiasmo. El Teatro Nuevo Apolo de Madrid acogerá el próximo otoño el estreno mundial de un musical, de factura íntegramente española, que recrea el fascinante viaje a Persia del personaje central de esa obra. Noah Gordon, premio honorífico de novela histórica Ciudad de Zaragoza, reconoce que le hubiera gustado vivir en España.

¿A qué suena ‘El médico’?

Me han enviado algo de material y no paro de escucharlo. Lo pongo una y otra vez. La música es preciosa. Se adapta de forma increíble a la trama. ¿Sabe que la Orquesta Sinfónica de Londres la acaba de grabar? Es fabuloso. Estoy entusiasmado.

Cuando se publicó ‘El médico’, usted tenía 59 años. ¿Qué gallo le habría cantando de haber tenido 30?

No recuerdo si fue Shelley o Keats, el poeta, quien murió a los veintipocos años habiendo dejado un asombroso legado literario. Hay gente que nace con unas habilidades innatas maravillosas. No fue mi caso. Yo soy hijo de la Gran Depresión. Entonces no había dinero, ni íbamos de vacaciones. Pero Estados Unidos gozaba ya de un fantástico sistema público de bibliotecas. En Worcester, mi ciudad, había tres. Desde que era bien pequeñito, mi hermana mayor, Dorothy, me llevaba allí. Eso me convirtió en un lector precoz. Ir allí se convirtió en un escape de la rutina diaria. Enseguida supe que quería ser escritor. Pero yo no tenía el talento de Keats y tuve que aprender.

Estudió Periodismo tras intentar complacer a sus padres. Y ha dicho que fue una gran escuela.

Me ayudó mucho. Y disfruté enormemente aquella etapa, pero seguro que no le sorprende que le diga que no ganaba mucho. Con tres hijos, nuestra economía era apurada, así que cuando supe que mi primer libro ‘Rabbi’ (‘El rabino’) era un gran éxito, dejé el periodismo. Luego escribí otras dos novelas –‘El comité de la muerte’ (1969) y ‘El diamante de Jerusalén’ (1979)–, que no fueron las mejores, pero me enseñaron cómo escribir y cómo no. Fue una experiencia decisiva para acometer a continuación ‘El médico’.

Como recrea en esa obra, en la Edad Media, la civilización islámica de Oriente Medio –en particular, Irán– representaba la vanguardia científica, muy por delante de Europa. Hoy parece abominar del progreso. ¿Se explica esta involución?

Entonces, en Europa, no había atención médica; había mataderos y las instituciones para enfermos mentales eran auténticos centros de tortura. Entretanto, Oriente Medio vivía un periodo de ilustración.

Su largo idilio con España, al que dedicó dos libros, ¿es cosa de Cervantes, Hemingway?

A Cervantes le adoro y con Hemingway crecí. Recuerdo haber visto una foto de él en España, durante la Guerra Civil, y pensar cómo aquel paisaje se parecía tanto a algunas zonas de Estados Unidos... Cuando viajé allí por primera vez no sabía muy bien qué esperar. No me gustan nada esas personas que se lamentan o dicen ‘tendría que haber hecho esto o aquello’, pero me arrepiento de no haberme instalado en España y haber vivido allí dos o tres años.

No consiguió hacer realidad ese sueño, pero sí poner una pica en Flandes. Tiene una nuera y dos nietos catalanes.

Absolutamente, ja, ja. De hecho, mi nuera y mi hijo pequeño, que es mi agente, se conocieron porque ella se encontraba con unos amigos haciendo cola en Barcelona para que yo les firmara un libro.

¿Qué convierte un día corriente en uno extraordinario?

Hablar con mis nietos españoles. Pese a la enorme distancia, tenemos una relación estrecha. Constantemente hablamos con ellos por Skype. Incluso nos ponen música, ja, ja. Y también encontrar una buena novela de no ficción que me proporcione una buena experiencia lectora.

¿Volverá a España, esta vez para ver cantar a Rob?

Ojalá. Si podemos, iremos mi mujer y yo. No sabe lo poderoso que es el espectáculo. Haría cualquier cosa por verlo.

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