"En la escena del crimen urge no tener prisa"

Salvador Baena y Cristina Andreu, forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón, comparten algunos detalles de su profesión en el marco del Festival Aragón Negro.

Festival Aragón Negro
Festival Aragón Negro
Alejandro Bolea

El Teatro Principal de la capital aragonesa ha sido el espacio encargado de albergar una de las actividades más llamativas de la quinta edición del Festival Aragón Negro (FAN 2018). Este año, la cita ha invadido 16 localidades aragonesas con diferentes propuestas de literatura, cine, fotografía y, por supuesto, testimonios reales de quienes se dedican en su día a día a resolver algunos de los crímenes más mediáticos.

Este lunes 22 de enero, Salvador Baena y Cristina Andreu, ambos forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), han estado acompañados por el escritor David Lozano, encargado de moderar el coloquio titulado ‘La escena del crimen bajo la mirada forense’. Los profesionales no solo han compartido numerosas experiencias sobre algunos casos de sobra conocidos como la desaparición de Diana Quer o el Pederasta de Ciudad Lineal, sino que también han desmontado algunos falsos mitos que rodean su profesión.

“A la hora de desvelar cualquier crimen es fundamental la coordinación y el trabajo en equipo y, sobre todo, urge no tener prisa ya que no nos podemos permitir cometer según que errores”, destaca Baena. Esto resulta fundamental, por ejemplo, cuando se encuentran ante una simulación del escenario de un crimen: “las escenas preparadas son mucho más habituales de lo que parecen y en estos casos es imprescindible atender a todos los detalles”.

En aquellos casos en los que existe un intento de ocultación del cuerpo, lo realmente trascendental se basa en encontrar los indicios que puedan ser útiles a la hora de detectar al asesino. “Recuerdo un caso en Zaragoza en el que enterraron a la víctima en una cocina sobre una capa de cemento. Al tiempo, el olor alertó a los vecinos”, explica el médico forense. Ambos expertos han recordado que, como norma general, “el asesino siempre deja algo en el lugar de los hechos”.

En esta misma línea sobre el análisis del escenario del crimen, Baena ha reivindicado la importancia de los patrones de manchas de sangre, “unos testigos espectaculares”. “Esta técnica nos permitió demostrar matemáticamente la presencia de un individuo en un asesinato  gracias a las salpicaduras que encontramos en su calzado”, recuerda Baena.

Sin duda, una de las claves a la hora de resolver un crimen se basa en la observación minuciosa de las pruebas, el escenario y el cuerpo, independientemente del tiempo que haya transcurrido desde el asesinato: “Para nosotros el hueso es algo así como la caja negra de un cadáver”. El médico forense ha hecho especial énfasis en los avances en el campo de las nuevas tecnologías, no solo en casos actuales sino en aquellos que no pudieron cerrarse en su momento. “Esto nos ha permitido reabrir casos de hace 20 años y lograr cerrarlos”, afirma.

En este caso, ha mencionado algunos ejemplos de avances tecnológicos como la reproducción de escenarios del crimen en 3D sobre los que se puede recrear una acción o reconstruir la escena. “Se trata de avances como la fotogrametría o la infografía forense”, concluye.

A la hora de desvelar un crimen, tan importante es el estudio del entorno como ser capaces de entrar en la cabeza del asesino. A esto se dedica precisamente la psicóloga forense Cristina Andreu que ha profundizado en la creación de perfiles criminales, la importancia del análisis de la conducta delictiva y en los perfiles geográficos en los casos de delitos seriales.

“Podemos inferir ciertas características personales del agresor a partir de su vinculación con la víctima, el análisis geográfico y otros datos disponibles en la escena del crimen que nos permitirán saber, por ejemplo, si se trata de un delincuente organizado o desordenado”, explica.

La psicóloga forense ha recordado el caso de la ‘mata abuelas de Barcelona’, Remedios Sánchez, condenada a 144 años de prisión por matar a tres mujeres en 2006. “El hecho de que no violase a sus víctimas y de que las ancianas le diesen acceso a su vivienda fue determinante para saber que se trataba de una mujer”, afirma Andreu.

23.17 kilómetros

Sin duda, el perfil geográfico criminal es uno de los estudios más valiosos en el ámbito de la criminología actual, como demuestran casos como el del violador serial de Zaragoza. “Sabíamos que actuaba los fines de semana en la misma zona, que no tomaba precauciones ni utilizaba arma blanca, tan solo amenazas, y que luego huía en su vehículo”, relata Andreu.

“Gracias a esto se dedujo que vivía fuera de Zaragoza, que trabajaba entre semana y que era una persona con pocas habilidades sociales”, señala. Estos y otros detalles permitieron dar finalmente con un vecino de Zuera que respondía a las iniciales de Luis P. A. y que en 1999 agredió sexualmente a seis mujeres en el barrio del Actur y una en Tudela.

En 2016 la experta llevó a cabo un estudio sobre el radio de acción medio para el traslado y ocultación de un cuerpo, el cual se ubica en torno a los 23,17 kilómetros del punto en el que se produce el acto violento. “Precisamente, la distancia que separa Puebla del Caramiñal, en La Coruña, de la parroquia de Asados de Rianxo, lugar donde apareció el cuerpo de Diana Quer, es de 22 kilómetros”, destaca Andreu.

El estudio desprende otro tipo de datos sustanciales a la hora de investigar una desaparición: “registré 68 casos españoles en los que en torno al 20% se había decantado por el abandono en el medio acuoso –ríos, pantanos o mar-, seguido de zonas boscosas”.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión