Las pastelerías Los Mallorquines, Premio Lanzón

El gremio de los pasteleros celebra su festividad y reconoce también a las empresas Vigali y Arruabarrena.

Manuel Rébola, María Jesús Montegui, Miguel Catalá y Jesús Garralda, en La Lobera de Martín.
Las pastelerías Los Mallorquines, Premio Lanzón
Enrique Navarro

Para el gremio de pasteleros, los momentos de mayor actividad del año ya han pasado. Desde las fiestas del Pilar hasta mayo se les acumula el trabajo, así que es ahora, con la llegada del calor, cuando tienen más tiempo. Por ejemplo, para conmemorar su festividad, la Virgen de Montserrat. Aunque es el 27 de abril, su celebración casi siempre se retrasa y fue ayer, precisamente, cuando este gremio festejó la efeméride.

Al restaurante La Lobera de Martín acudieron 75 invitados con ganas de pasar una velada agradable y de reconocer el trabajo de algunos compañeros. No pudo asistir a la cena el presidente del gremio de pasteleros, Ramón Sorroche, así que ejerció de anfitrión el vicepresidente, Manuel Rébola.

El periodista Juan Barbacil recordó que han pasado 33 años desde que se concedió el primer Premio Lanzón e inmediatamente anunció el nombre de la empresa homenajeada en esta edición: Los Mallorquines. Lo recogieron sus tres socios y hermanos Miguel, Jaime y María Jesús Catalá, y su madre María Jesús Montegui. Desde 1952, sus ensaimadas siguen endulzando el paladar de los zaragozanos.

Durante la velada se entregaron otros reconocimientos. En concreto, a la empresa agroalimentaria familiar de Pastriz, Vigali, que recibió su propietario, Jesús Garralda, y a la familia Arruabarrena, de Pina de Ebro, que no pudo recoger el premio.

El vicepresidente del gremio de pasteleros estuvo acompañado por miembros de su junta directiva como Carlos Usón, Francisco Riba, Anselmo Madrigal y Luis Paracuellos. Rébola destacó que “el último año ha sido bueno en las festividades” y animó a sus compañeros a “no perder de vista la calidad y su condición de artesanos”.

Durante la velada hubo sorteos de productos cedidos por varias casas comerciales. Y, por supuesto, el remate de la cena fue dulce y en forma de lanzón, el que ofrecieron los hermanos Catalá a sus compañeros.

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