Habrá elecciones catalanas el 12 de mayo: el día que Pere Aragonés "se hizo un Pedro Sánchez"

Órdago de nuevo: tras aguantar el tirón de la salida de Junts del Govern, su líder intenta convertir la derrota presupuestaria que le maniata en oportunidad electoral

Aragonès durante su comparecencia de este miércoles
Aragonès durante su comparecencia de este miércoles
Eric Renom/LaPresse

No lo parecía, con su rostro aniñado, sus ademanes educados y su aspecto de gestor de biblioteca; el dirigente del 'procés' que siendo vicepresidente de la Generalitat manejó junto al ministro de PP Cristóbal Montoro la intervención del autogobierno catalán bajo el insólito paraguas del artículo 155 de la Constitución. Pero Pere Aragonès, en un papel más secundario frente al protagonismo de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en el trance crítico que representó la intentona rupturista de Cataluña con la España constitucional en el otoño de 2017, ha demostrado tener arrestos en los tres años que lleva al frente de la Generalitat. Primero aguantó el órdago de Junts, cuando sus bases votaron en otro otoño, este de 2022, para que los de Puigdemont abandonaran el Govern dejando a Esquerra el único sostén de sus propios 33 escaños de los 135 que suma el Parlament. Y este miércoles sostuvo el de los junteros y los comunes, decididos a tumbarle los Presupuestos, precipitando las elecciones al hueco que quedaba libre -el 12 de mayo- en el sándwich entre las vascas y las europeas. La triple cita con las urnas en la que se dirimirá la continuidad de la legislatura.

Basten dos frases de sendos cargos de Esquerra anoche para definir lo que significa el golpe de autoridad que ha querido proyectar Aragonès con el fulgurante anticipo de las autonómicas tras el incuestionable -también- callejón en que le había adentrado la derrota presupuestaria. "Es duro para todos, pero no había otra salida", asumió una de las fuentes consultadas, convencida de que "el problema" se ha desplazado del Palau de la Generalitat al Palacio de la Moncloa. La segunda de las voces lo traduce de manera muy gráfica: "Pere se ha hecho un Sánchez".

O lo que es lo mismo: ante la adversidad evidente de que resulta casi imposible gobernar con una minoría como la suya y sin unas Cuentas aprobadas, Aragonès ha optado por intentar transformar el órdago en oportunidad ante un escenario que, en cualquier caso, no se le presentaba airoso a los republicanos, encajonados entre su dependencia recíproca con los socialistas que ganaron las autonómicas de 2021 y la resurreción de Puigdemont gracias a los decisivos siete escaños de Junts en el Congreso. Con un poco de suerte, calculan en ERC, el PSC va a sufrir con la ley de amnistía y el 'caso Koldo' frescos sobre la mesa y el expresident huido en Waterloo bastante tiene con su enredo procesal y la presión del ala más radicalizada del secesionismo.

"Aguantar o decir hasta aquí"

Hace apenas año y medio, cuando Junts dio el portazo a la coalición que gobernaba Cataluña a trancas y barrancas, Aragonès decidió que más valía ponerse una vez rojo que ciento amarillo. Que no podía consentir que sus socios le torpedearan desde dentro amenazándole con una cuestión de confianza. "Era o aguantar y tragar o decir hasta aquí". Y Aragonés, con fama de ejecutivo aunque el dilema suponga un desgarro, fulminó al entonces vicepresidente de Junts en su Govern, Jordi Puigneró.

Al president le gustan las series, aunque en aquellos días nuevamente convulsos en Cataluña los suyos negaban que estuviera recreando las intrigas de 'House of cards'. Pero "nadie que le conozca" podía pensar que el dirigente de ERC iba a someterse entonces a la tutela telemática de Puigdemont, como no ha cejado en su empeño de sacar adelante su Govern. Un Govern con exsocialistas y exconvergentes. Un Govern con desafíos tan domésticos como la pertinaz sequía y los decepcionantes resultados educativos de PISA, de los que va a sacudirse por la vía de meterse ya en campaña.

Aragonès ha convertido su presidencia en el reto de su vida. El precoz político de Pineda de Mar -tiene 41 años-, nieto de un alcalde en la España franquista y en la ya democrática, heredero de una familia acaudalada gracias al negocio turístico y que redondeó en Harvard sus estudios de Derecho e Historia Económica, volverá a jugarse este 12 de mayo su ser o no ser. Uno de los cargos de Junts que estaba llenando cajas hace año y medio para irse del Govern reconocía a Aragonès como un independentista auténtico, de primera hora, desde que se afilió a las juventudes de ERC con 16 años. Fue aquel joven el que cultivó la relación con el entonces profesor Junqueras, convertido luego en su jefe durante el 'procés'. Hoy es Aragonès el que intenta hacer valer su liderazgo. Y ha acreditado que le gusta la brega.

Órdago de nuevo. Tras aguantar el tirón de la salida de Junts del Govern, su líder intenta convertir la derrota presupuestaria que le maniata en oportunidad electoral

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