Historias humanas entre las víctimas del atentado en Moscú: pánico, llamadas a familiares y dolor

Los terroristas recorrían a tiros la sala de conciertos y los asistentes huían "pisando cadáveres".

Decenas de personas depositan flores y peluches en recuerdo de las víctimas
Decenas de personas depositan flores y peluches en recuerdo de las víctimas
Maxim Shemetov

Primero son las cifras. El número de muertos. Luego vienen los nombres de la víctimas, sus historias, cortadas de repente por un disparo cuando estaban a punto de disfrutar de un concierto de rock en un auditorio de la periferia de Moscú. Se habían vendido las 6.200 localidades y había además algún festejo reservado para niños. El tiroteo, el fuego y el horror llenaron de cifras de fallecidos los titulares de los medios de comunicación de todo el mundo. Tras esos dígitos están las biografías de las víctimas.

Según medios rusos, la mayoría de los cadáveres identificados hasta ahora tenían unos 40 años. Muchos habían viajado desde otras partes del país para asistir al concierto de Picnic, una popular banda rusa de rock. Las autoridades moscovitas han conseguido identificar a un total de 41 fallecidos.

Alexander Baklemyshev, un residente de Satka, región de Chelyabinsk, de 51 años, era uno de los asistentes al concierto. Murió en el ataque. Su nombre está en la lista. Antes de ser asesinado logró grabar un vídeo y enviárselo a su hijo Maxim. La despedida. Fue el hijo quien confirmó al corresponsal de MSK1.RU que su padre se encontraba en la sala de conciertos. "Vino especialmente desde Chelyabinsk para este festival. No hubo una última conversación, lo único que quedó fue el vídeo. Y nada más. Yo no estuve allí, soy de la región de Cheliábinsk", dijo Maxim Baklémyshev.

Al dolor de los familiares de los fallecidos se unió la insoportable incertidumbre de los que no sabían cómo se encontraban sus allegados. Baklémyshev supo pronto que su padre estaba entre los asesinados. "No tenemos más información que la lista: el nombre y la fecha de nacimiento coincidían. Se pusieron en contacto con nosotros y nos dijeron que las listas exactas solo estarían disponibles en dos horas. Fue solo al concierto del grupo Picnic. Hoy debería haber tomado el tren de regreso", lamentó el joven.

EFE

Un jugador de hockey

En la relación de víctimas identificadas estaba también Andréi Rudnitsky, delantero de una liga de hockey amateur, de 39 años. Sus compañeros de equipo contaron al sitio web de noticias local, Pro Gorod, que se había mudado a Moscú el año pasado desde Yaroslavl, pero que planeaba regresar a casa para jugar allí. Rudnitsky tenía planes y tenía dos hijos. Huérfanos.

Como Anastasiya Volkova, que perdió a sus padres en el atentado. Relató en el canal 5 TV que había recibido una llamada de su madre el viernes por la noche, aproximadamente a la hora del ataque, pero no la escuchó. Cuando luego quiso ponerse en contacto con ella no hubo respuesta. "No pude contestar el teléfono. No escuché la llamada", repetía como echándose la culpa por no haber podido hablar una última vez con su madre. "Ella estaba esperando con muchas ansias este concierto", dijo.

También aguardaban noticias de los suyos muchos ciudadanos. "Estoy completamente aterrorizado, siento que me duele todo el cuerpo", decía Semion Jraptsov. Su esposa estaba en el auditorio y le llamó en el momento del asalto, pero no pudo entender lo que le decía. "Vine apenas supe lo que ocurrió", señaló. Se sentía impotente. "No sé qué hacer, es una desesperación total".

Igor Bogodaiev, de 30 años, también esperaba una señal de vida de su mujer, cuyo teléfono está apagado. "Tengo miedo", declaró. "No sé qué hacer", confesó. Ayudado por sus amigos, intentaba en vano obtener información sobre su esposa en los hospitales.

Los relatos se sucedían. "Justo antes del inicio del concierto, oímos de repente varias ráfagas de ametralladora y el terrible grito de una mujer. Y luego muchos gritos", contó a la AFP Alexéi, un productor de música que se encontraba en los camerinos en el momento del asalto. "Solo tres o cuatro ráfagas al inicio, después algunas más", agregó. Desde los camerinos observó el pánico de los espectadores. "La gente corría al escenario, un movimiento terrible del gentío".

Junto a otras personas se "atrincheró" antes de huir lo más rápido posible. En el camino dice que vio en una de las salas "humo y cenizas", antes de alcanzar la salida. Otro asistente contó que en esa huida alocada iban "pisando cadáveres".

Conmoción en Moscú

Moscú amaneció en plena conmoción. Más de 2.700 personas se presentaron en centro sanitarios para donar sangre destinada al centenar de heridos en el atentado terrorista del viernes. En la mañana del sábado, los bomberos habían logrado controlar casi por completo el gran incendio que se desató tras el tiroteo, según las autoridades.En la capital rusa corrió enseguida la historia del héroe que salvó muchas vidas en matanza del Crocus City Hall. Un joven desconocido se abalanzó contra uno de los terroristas, le arrebató su arma y le neutralizó. Quería proteger a su esposa y evitó que hubiera más víctimas. Hubo testigo de su acción. Elena narró en el canal 'Baza Telegram' cómo un asaltante disparaba a la gente a quemarropa cerca del escenario. Entonces un joven se lanzó sobre él, le quitó el arma y lo derribó de un culatazo mientras a su lado yacían varias personas asesinadas. Otro testigo de esa acción defensiva dijo que se notaba que tenía "preparación militar".

Por las pantallas de las cadenas televisivas rusas pasaban supervivientes y familiares de víctimas. Y también lo rostros de cuatro de los detenidos, supuestos autores de la masacre. Uno de ellos confesó ante las cámaras que le habían pagado 500.000 rublos (5.000 euros) por incorporarse al comando. El sospechoso reveló que había volado a Moscú desde Turquía el 4 de marzo porque sus documentos allí habían caducado.

Según su testimonio, la mitad de la cantidad pactada ya ha sido ingresada en su cuenta bancaria. Le prometieron el resto tras la matanza. A otro de los arrestados por el atentado, como se ve en un vídeo, le cortaron una oreja y se la metieron en la boca. Moscú vive en medio del horror mientras sigue el recuento de las víctimas del atentado.

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