Los salvadoreños votaron sin temor bajo anomalías denunciadas por la oposición

No hubo episodios de violencia en las elecciones presidenciales y legislativas, en las que el actual jefe de Estado, Nayib Bukele, busca un nuevo mandato.

Una votante introduce su voto en la urna en colegio electoral Sagrado Corazón de San Salvador
Una votante introduce su voto en la urna en colegio electoral Sagrado Corazón de San Salvador
Gervasio Sánchez

Más de seis millones de habitantes de El Salvador, un minúsculo país centroamericano más pequeño que la provincia de Badajoz y emparentado con la violencia desde hace casi un siglo, estaban llamados a las urnas para elegir a su nuevo presidente a los miembros de la Asamblea Legislativa en una jornada electoral que transcurrió con absoluta calma sin los incidentes sangrientos habituales de anteriores comicios.

El retraso en la apertura de algunas mesas electorales de hasta 45 minutos fue la singularidad más destacada. Aunque los dos principales partidos opositores, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) y la Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha), que gobernaron El Salvador entre 1989 y 2009, denunciaron una "serie de anomalías" en el proceso electoral.

El presidente de Arena, Carlos Saade, denunció en un vídeo difundido en la red social X que las juntas rectoras de votos fueron instaladas "únicamente con personal de Nuevas Ideas. Por su parte, la diputada del FMLN y candidata para el Congreso, Anabel Belloso, fue más lejos en sus críticas y denunció que el partido oficialista Nuevas Ideas "impuso" a su personal en las juntas de votos en "complicidad con el Tribunal Supremo Electoral y la Fiscalía", lo que describió como un acto de "matonería".

La elección de presidente y de la Asamblea Legislativa, reducida de 84 escaños a 60, es la séptima desde la firma de los Acuerdos de Paz en 1992 que pusieron fin a una violenta guerra civil de doce años con 75.000 muertos, 8.000 desaparecidos y un millón de salvadoreños que huyeron del país.

Sólo una gran sorpresa evitará que el actual presidente Nayib Bukele gane de forma arrolladora superando el 80% de los votos mientras los cinco candidatos opositores es posible que ni siquiera sumen entre todos entre un 12% y un 15% tal como vaticinan las últimas encuestas.

Soldados del ejército salvadoreño desplegados en los alrededores de los colegios electorales.
Soldados del ejército salvadoreño desplegados en los alrededores de los colegios electorales.
Gervasio Sánchez

En los alrededores de los colegios electorales soldados del ejército salvadoreño se habían desplegado desde la madrugada mientras miembros de la Policía Nacional Civil mantenían la vigilancia y el control de las entradas.

En el colegio electoral Sagrado Corazón de la Colonia Escalón de la capital salvadoreña, Yolanda Álvarez de Pérez fue la primera en traspasar el portón del centro de votación abierto con 20 minutos de retraso tras levantarse a las cinco de la mañana y llegar a la fila una hora antes de la apertura.

“Hay una tranquilidad absoluta. En anteriores elecciones tuvimos que votar bajo el fuego cruzado en plena guerra civil o las peleas entre las diferentes candidaturas en la misma puerta del centro electoral”, comentó esta señora de 70 años, madre de cuatro hijos, 15 nietos y un biznieto.

"Sin incidentes dignos de mencionar"

Los policías mantenían una vigilancia discreta y no cachearon a los votantes como era la norma en comicios anteriores. “Nadie se va a atrever a violar la ley porque sabe que las sanciones son muy duras”, comentó el capitán responsable del operativo policial. El único incidente destacado en la zona bajo su control fue la detención de un trabajador de un centro religioso que provocó incidentes después de violar el artículo 284 del Código Electoral, que establece que el día anterior a la votación, el de la votación y el día posterior está prohibida la venta y distribución de bebidas alcohólicas.

Por primera vez el Tribunal Supremo Electoral ha habilitado la modalidad del voto electrónico en el exterior. Hasta estas elecciones quienes residían en el extranjero sólo podían votar por correo postal o viajar al país centroamericano para emitir su voto presencial.

Aunque se desconoce el número exacto de la diáspora salvadoreña, el Tribunal Supremo Electoral asegura que cuenta con un padrón de 741.094 personas con dirección en el extranjero. Se habilitaron 81 centros de votación en 30 países, incluido España donde viven 1.500 salvadoreños con derecho al voto. El 88% de los potenciales electores habilitados se concentran en Estados Unidos.

Una joven deposita su voto en el centro electoral Centro Escolar Concha Viuda de Escalón de San Salvador.
Una joven deposita su voto en el centro electoral Centro Escolar Concha Viuda de Escalón de San Salvador.
Gervasio Sánchez

A primera hora de la mañana el goteo de electores era muy bajo. “Hay más observadores internacionales que salvadoreños”, comentó guasón un miembro de una mesa electoral al ver una romería formada por una docena de miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA), la misión más importante con personas venidas de 20 países para desplegarse en los 14 departamentos del país.

Liderada por Isabel de Saint Malo, vicepresidenta de Panamá, la delegación de la OEA informó tres horas y media después de iniciarse la jornada electoral que “no se han producido incidentes dignos de mencionar” y destacó “la alta cifra de votos de salvadoreños en el exterior que ya superaba los 160.000 votos, un resultado histórico”.

En el centro de votación Centro Escolar Concha Viuda de Escalón, también en la capital, Cheli Hernández, miembro del Tribunal Supremo Electoral, confirmaba que la jornada estaba siendo muy tranquila. Veterana de escaramuzas políticas desde finales de los ochenta, en plena guerra civil, esta abogada y licenciada en administración de empresa reafirmó el buen comportamiento del votante salvadoreño que estaba acudiendo a las urnas de forma ordenada y sin provocar aglomeraciones.

“El arma más poderosa del pueblo es el voto”, afirmó tras recordar que en su primera experiencia electoral, en marzo de 1989 cuando era muy joven, muchos ciudadanos no se atrevieron a acercarse a las urnas por miedo a las represalias. “Aquella mañana me trasladaba con mi padre en una camioneta cuando un grupo de guerrilleros nos interceptaron y nos impidieron el paso. Tras la llegada de una patrulla policial empezó un gran tiroteo y casi nos alcanza el fuego cruzado. En la confusión pudimos escapar y llegar al colegio electoral”, explicaba.

Dos policías vigilan la entrada al centro electoral Centro Escolar Concha Viuda de Escalón.
Dos policías vigilan la entrada al centro electoral Centro Escolar Concha Viuda de Escalón.
Gervasio Sánchez

La diputada Claudia Ruiz, del partido de centro-derecha Vamos acusó al partido Nuevas Ideas del presidente Nayib Bukele, que se presenta a una reelección polémica, de “saturar con personas de su partido los centros de votación para amedrentar al electorado” y pidió a la ciudadanía que “venza al miedo y salga a ejercer su derecho al voto para poner fin a esta situación irregular”.

A la pregunta de Heraldo de Aragón de si consideraría ilegal la reelección del presidente Bukele, respondió que “era inconstitucional y, por tanto, ilegal”. “Vamos, Claudita. Es usted la única que nos queda”, gritó un simpatizante a su espalda y levantó una oleada de aplausos.

El pasado 23 de enero, un consorcio de universidades y organizaciones de derechos humanos publicó un informe en el que se aseguraba que el proceso electoral estaba siendo muy desigual por la falta de financiamiento de los partidos que se oponen a la continuidad del presidente Bukele. El partido oficialista Nuevas Ideas era el responsable del 97% del valor de la propaganda emitida en toda la campaña electoral.

La Constitución salvadoreña prohíbe la reelección de un candidato. Pero el presidente, con el apoyo de la Asamblea Legislativa, donde su partido tiene mayoría absoluta, consiguió en una auténtica purga cambiar a los jueces críticos de la Sala de lo Constitucional de la Corte Supremo por otros “leales a Bukele”, tal como señaló Estados Unidos, y abrió la puerta a la excepcionalidad de un segundo mandato.

La norma constitucional decía que un mandatario tiene que esperar 10 años para presentarse de nuevo a las elecciones tras finalizar su quinquenio presidencial. Los nuevos jueces aseguraron que la prohibición sólo se formalizaba si se había estado 10 años en el poder, algo que no ha ocurrido en El Salvador desde su periodo dictatorial en los años treinta y cuarenta del siglo pasado.

La treta utilizada por Bukele para pisotear la Constitución y maquillar su decisión fue pedir a la Asamblea Legislativa una licencia de seis meses como presidente y así preparar las elecciones como un ciudadano más e imponer como su sustituta interina a una de sus principales colaboradoras, Claudia Rodriguez de Guevara, entre el 1 de diciembre de 2023 y el 1 de junio, día que tomará cargo el nuevo presidente salido de las urnas, que con total seguridad y con una amplia mayoría será el propio Bukele.

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