El delicado postre para el Día de la Madre de una pastelería de Zaragoza con solete Repsol

Un pastel con forma de rosa o un ponche rectangular fueron algunos intentos de hacer un postre común en esta celebración.

El afrutado postre para celebrar el Día de la Madre, en este caso de Cibus en tu Mesa
El afrutado postre para celebrar el Día de la Madre, en este caso de Cibus en tu Mesa
Cibus en tu Mesa

Los collares de macarrones, las flores de papel y los vales por un millón de besos son regalos que encandilan a cualquier madre. Pero hay algunas que son muy lamineras, que no perdonan un buen postre. Antaño el Día de la Madre se celebraba el día de la Inmaculada Concepción, de hecho, en algunos pueblos aragoneses se mantiene en esta fecha, con tradiciones y dulces.

Fuera en diciembre o el primer domingo de mayo, no había una laminera propuesta común. El cambio de fecha se vivió desde el gremio de pasteleros como una "nefasta idea", se apunta en ‘La confitería-pastelería en general y las desaparecidas zaragozanas’, de Francisco Bentué. No obstante, se referencia que se planteó "un ponche rectangular con mermelada y licor de melocotón y nata" que se presentó en abril de 1992.

"En estas fechas coincide con romerías, por lo que en los hornos se elaboran cañas, leche frita o flores, es decir, dulces que se pueden comer fácilmente en el campo", explica Luis Ángel López, panadero de Almonacid de la Sierra e investigador gastronómico. San Isidro o San Pascual Bailón son algunos de los santos que protagonizan fiestas que se celebran en mayo y para las que López ofrece lamines. Además, este panadero recuerda la creación de un pastel en forma de rosa en la década de los años 80, que se perdió.

Ya en el siglo XXI, algunas pastelerías aragonesas preparan propuestas innovadoras para celebrar esta jornada, como la novedad que luce en el mostrador de Cibus en tu Mesa y que seduce a sus clientes. Tras muchas horas de obrador, de ideas y pruebas, han conseguido un postre refrescante, con el que celebrar el Día de la Madre y poder endulzar cualquier momento del inminente verano. En un solo bocado se viaja a un tropical paraíso con permanencia frutal. "Puede parecer casi un cóctel", comenta Guillermo Porta, maestro de esta pastelería de la calle de Contamina de Zaragoza, con un solete en la Guía Repsol.

 Maracuyá, coco, piña y lima se encuentran en el paladar cuando se prueba. A pesar de ser frutas de sabores con especial personalidad, se identifican con elegancia por separado cada uno de sus matices. "Hay que comerlo de arriba a abajo para apreciar todos los sabores juntos", apunta Guillermo. No empalagan, al contrario, conciben un fino equilibrio.

El lingote cuenta con una brillante cobertura de confitura de piña y maracuyá, que protege el bizcocho humedecido en almíbar de lima. El corazón es una aterciopelada ‘mousse’ de chocolate marfil y coco. Un detalle de nata remata este postre dedicado a las madres y sobre el que se salpica ralladura de lima y coco. Tras esta explicación se esconde un montaje totalmente artesano y un tanto tedioso, pero que encandila a varios sentidos a la vez.

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