GASTRONOMÍA

Libros con sabor aragonés, del queso de Tronchón a las palmeras de Soconusco

La gastronomía es un condimento habitual en la literatura. El queso de Tronchón o la conserva de la matacía han aparecido en páginas de famosos títulos.

Queso de Tronchón.
Queso de Tronchón.

Las pastelerías aragonesas viven días de lanzones de San Jorge y en las librerías se preparan para celebrar el Día del Libro. Las secciones de cocina de estos comercios son de las más frecuentadas por muchos, que acuden en busca de los últimos recetarios publicados o de monográficos que abordan un tipo de cocina o un alimento. Sin embargo, el sabor está presente en las páginas de otros tipos de libros. Es lo que se denomina 'gastroliteratura'.

Como ocurre en el cine y en las series de televisión, en esta disciplina se descubren historias que tienen al arte de yantar como protagonista y otros que tratan el tema de forma transversal, siendo el hilo conductor de la narración. 'Como agua para chocolate', 'Secretos de alcoba de los grandes chefs', 'Un viaje de diez metros', 'Recetas para amar y matar', 'La cata', 'Entre pólvora y canela', 'Pan de limón con semillas de amapola', 'Charlie y la fábrica de chocolate'...

Las baldas de las estanterías se pueden convertir en las de una despensa aragonesa. En el interior de muchos títulos se descubren productos de las tres provincias.

Muestra de ello es Miguel de Cervantes, que referenció el queso de Tronchón hasta en dos ocasiones en 'Don Quijote de la Mancha'. En una de ellas, Sancho Panza, en el cargo de gobernador de la ínsula Barataria, recibe presentes de Teresa a través de un paje. Entre ellos, "un queso que le dio por ser muy bueno, que se aventajaba a los de Tronchón", alabó de esta forma Cervantes al queso aragonés. "Si vuesa merced quiere un traguito, aunque caliente, puro, aquí llevo una calabaza llena de lo caro, con no sé cuántas rajitas de queso de Tronchón, que servirán de llamativo y despertador de la sed, si acaso está durmiendo". Ahí, en otro momento de la historia, Don Quijote declinó tal invitación, que sí que probó Sancho sentado sobre la verde hierba.

Peor fama se labró "el maldito Cariñena" que Don Mendo pone de excusa en uno de los versos de la obra teatral que lleva su nombre. Años más tarde, este personaje de Pedro Muñoz Seca es el nombre de una colección de vinos de Bodegas San Valero, de dicha denominación de origen.

Pan de Huesca, truchas del Cinca, nabos de Mainar, cardo y escarola de Alcañiz, aceite de Fornos, uvas de Ráfales, cerezas de Monzón, higos de Maella o granadas de Fraga son algunos de los productos de la tierra –y de los ríos– que aparecen en las páginas de 'Vida de Pedro Saputo', en concreto en el capítulo de 'De la comisión de los tres higos'. Braulio Foz narra una conversación del protagonista con el rey, en la que surgen dichos y otros manjares. Además de enriquecer la narración, la mención de estos víveres da una visión de cómo era la alimentación antaño.

De la pluma de Benito Pérez Galdós afloraron ciertos sabores. El proceso de documentación del autor canario para escribir la serie histórico-literaria 'Episodios Nacionales' llegaba a la alimentación, como ocurre en 'Zaragoza'. Entre las viandas que cita Pérez Galdós predominan los productos de la matacía, como jamones, lomo en aceite o chorizos curados, tal y como recogió Francisco Abad Alegría en un artículo académico. El escritor gastronómico y colaborador de este periódico también mencionó las tortas de la condesa de Bureta. En ‘Zaragoza’ se cita un "rancho": "Es posible que tales ranchos contuvieran algunas legumbres, pero el predominio de la harina sobre otras mercancías y los requerimientos de cocción de las leguminosas, más bien favorecen la opción de las gachas o farinetas", apuntó Abad en 'Comida y cocina en el tiempo de los Sitios de Zaragoza'.

En los 'Episodios Nacionales', Pérez Galdós aludió a La Posada de las Almas, un histórico negocio de la calle de San Pablo que cerró sus puertas hace ahora quince años. "De noche entraron en la por tantos títulos gloriosa ciudad, y se alojaron en la posada de las Ánimas, feligresía de San Pablo, el barrio popular, heroico y baturro, que tanto Ibero como Santiago amaban por todo extremo", dice el pasaje.

Precisamente, en ocasiones, las páginas de los libros también son el recuerdo de establecimientos que se convirtieron en historia. "Otros chicos pegaban la nariz al escaparate del Horno de San Valero, donde hacían unas cristinas con miel, unos merengues y unos bollos suizos cubiertos de chocolate que quitaban el hipo", relataron Fernando Lalana y José María Almárcegui en el juvenil 'El efecto Faraday'. Se refirieron, posiblemente, a un obrador de la calle de Manifestación de Zaragoza, de afamados roscones. En 'Romance de ciego', Ángeles de Irisarri rememora los pasteles de Cuaresma de Casa Zorraquino, que se emplazó en un local del Coso, al calor del palacio de Sástago.

Bares y restaurantes aragoneses se han convertido en escenarios de las tramas. En el conocido 'Patria', Fernando Aramburu habla de un bar de la capital aragonesa, el de debajo del piso de Nerea, en la calle de López Allué. La relación del escritor con la ciudad es estrecha, ya que estudió Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Así, las referencias a la ciudad del Ebro aparecen en otras de sus obras. Vivió en un edificio en cuyos bajos se inauguró Utopía, un pub donde acudían Aramburu y sus compañeros de piso. En una de sus últimas visitas confesó que esta sala inspiró el título de 'El trompetista del Utopía', un libro que más tarde fue el argumento de la película 'Bajo las estrellas'.

'De bares y mujeres', es otra muestra. Se trata de trece relatos de otras tantas autoras aragonesas protagonizados por camareras, cocineras y clientas, recuerda David Francisco, editor de Pregunta.

"Aquel fue también el verano de las palmeras de chocolate". Con esta frase de 'Catorce', Paula Figols traza una laminera ruta por algunas de las pastelerías más conocidas de la capital aragonesa. "La palmera que más nos gustó del barrio fue la del obrador La Castellana", cuenta Figols. Menciona Fantoba, la confitería de la calle de Don Jaime I, que en la actualidad expone un ejemplar del libro en su mostrador, o Soconusco, que estuvo en el paseo de la Independencia durante 80 años. "Pedimos una palmera, que nos la envolvieron en un papel blanco y un lado azul", relata uno de los personajes.

De publicación más reciente es 'Los alemanes', de Sergio del Molino. El último Premio Alfaguara de novela toma como escenario Zaragoza en una historia que aborda la existencia de un imperio salchichero, que todavía hoy está presente en la memoria de la ciudad.

Estas solo son algunas pinceladas de las infinitas referencias que se esconden en los libros, sean de autores de la tierra o de fuera. Ensalzan el producto, la cocina y también descubren cómo la gastronomía puede ser un ingrediente conductor de historias.

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