gastronomía

La 'fiambrera' japonesa del siglo XIX que se conserva en Zaragoza

Esta valiosa pieza, que data del siglo XIX, perteneció a la colección de Federico Torralba.

El bento japonés que se conserva en el Museo de Zaragoza.
El bento japonés que se conserva en el Museo de Zaragoza.
José Garrido | Museo de Zaragoza

Conchas, moluscos o plantas acuáticas ascienden sobre el oscuro fondo. Parecen las profundidades de un mar, pero es un bento japonés. Esta refinada fiambrera, que se conserva en el Museo de Zaragoza, data de los dos primeros tercios del siglo XIX y poco tiene que ver a las que se observan a diario en oficinas, comedores compartidos o frigoríficos de empresas.

Posiblemente fuera utilizada en su momento para portar los víveres en una comida campestre, como sushi o bolitas de arroz rellenas. El hanami japonés, esa tradición de admirar los cerezos en flor en plena naturaleza, es una de las citas en las que se podía usar y que barajan en la Sección de Arte Oriental del museo. No obstante, no se encuentra expuesta y se atesora oculta a la luz, para que no se estropeen sus lacas. Todo ello realza su exclusividad.

El bento japonés que se conserva en el Museo de Zaragoza.
El bento japonés que se conserva en el Museo de Zaragoza.
José Garrido | Museo de Zaragoza

El fin de esta pieza era transportar comida y bebida. Precisamente, en la parte superior se observa un asa para facilitar el traslado, detallan desde esta sección del Museo de Zaragoza. En el interior se observan varios elementos: cajitas tratadas de rojo, bandejas, cantimploritas... "Son dos botellas cilíndricas con el cuello cerrado para contener una bebida alcohólica, el sake –se menciona en la ficha de la catalogación de la especialista Yayoi Kawamura–. En el cajón inferior se guardan dos copas de boca muy abierta y cinco platos individuales en el cajón superior".

En relación a los materiales, todo es madera tratada con laca japonesa urushi de color negro, excepto las botellas que son de estaño. En la mayoría de las superficies cautivan los ya mencionados motivos marinos. Se consiguen a través de la técnica makie -un espolvoreado intenso de finas partículas de oro sobre el dibujo preparado con la laca fresca, explican en el documento del museo-. Las copas carecen de esta decoración, ya que lucen motivos geométricos y otros detalles que se pueden relacionar con el apellido de su propietario.

¿Cómo acabó en Zaragoza? Forma parte de los fondos de Federico Torralba, un apasionado del arte oriental y, en concreto, japonés. Desde su tierna infancia comenzó a adquirir piezas que conforman su valiosa y enorme colección particular que en 2001 se materializó en un pacto sucesorio con el Gobierno de Aragón y depositada en el Museo de Zaragoza. Este es el germen de la sección de Arte Oriental, donde se valoran piezas como esta estilosa fiambrera.

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