El restaurante que cambió las reglas de la cocina ya es museo

El complejo elBulli1846, dedicado a celebrar el legado vanguardista de Ferran Adrià, abrirá sus puertas el próximo 15 de junio tras una inversión de 11 millones de euros.

Ferran Adrià ha intervenido en la cumbre gastronómica Madrid Fusión.
Ferran Adrià, en una imagen de archivo.
Reuters

Cuando Ferran Adrià anunció sobre el escenario de Madrid Fusión que cerraba El Bulli, un terremoto sacudió los cimientos de la gastronomía global. En principio se trataba de una pausa de un par de años para cargar las pilas y recuperar el pulso creativo, pero han pasado doce desde la última cena en Cala Montjoi, el 30 de julio de 2011. Aunque los fogones del restaurante se apagaron definitivamente aquella noche de verano, ni Adrià ni su equipo han estado de brazos cruzados.

Más de 500 conferencias, la puesta en marcha de una fundación (elBullifoundation), la publicación de una vasta enciclopedia culinaria (Bullipedia) o la convocatoria de becas de investigación (elBulliDNA) han mantenido al chef muy ocupado desde entonces. Pero faltaba la pieza clave de ese esfuerzo titánico destinado a preservar su legado vanguardista. Tras años deshojando la margarita, será por fin el próximo 15 de junio cuando abra sus puertas el museo dedicado al restaurante que cambió las reglas de la cocina.

El propio Adrià se ha encargado esta semana de mostrar los detalles de un complejo de 4.000 metros cuadrados en el que se han invertido más de 11 millones de euros a un grupo escogido de periodistas gastronómicos. La mayoría se había sentado a la mesa de El Bulli en numerosas ocasiones y vivió la experiencia como un emotivo regreso. El museo recrea fielmente el comedor original -que tuvo que ser desmantelado- o la codiciada mesa 24 con vistas a la cala, muestra fotos antiguas, planos del edificio y documentos curiosos como el primer contrato de Juli Soler escrito a mano, las nóminas de la plantilla en los años 80 o los libros de reservas en los que tan difícil era hacerse un hueco. Pero elBulli1846, que así se llama, es mucho más que un poderoso artefacto nostálgico.

El museo impresiona por su capacidad para mostrar el impacto brutal que lo ocurrido entre esas cuatro paredes tuvo en la manera de entender y practicar el oficio culinario. A lo largo de 69 instalaciones artísticas, conceptuales y audiovisuales, el visitante puede asomarse a su disruptivo proceso de creación culinaria, pasar revista a los avances técnicos que alumbró o examinar las relaciones que la cocina estableció con otras disciplinas como el arte, el diseño, la literatura o la ciencia.

Originales

Ahí están las portadas protagonizadas por Adrià en decenas de medios de todo el mundo -la revista Time, The New York Times, Le Monde, Gambero Rosso y muchas más-, toda la producción bibliográfica alumbrada por El Bulli, la participación del chef en la Documenta de Kassel -que alimentó el debate sobre si la cocina debía o no ser considerada una de las bellas artes-, dibujos originales de Adrià donde garabateaba ideas para sus menús o reproducciones exactas de algunos de sus platos icónicos, moldeados usando la técnica japonesa del 'sampuru' (reproducciones en resina).

A veces detalles tan sencillos como una cuchara agujereada, un biberón o un sifón -que empezaron a usarse aquí y hoy son herramientas de uso común en cualquier restaurante- o decisiones clave como suprimir la carta para ofrecer solo menú degustación sirven para hacernos una idea de hasta qué punto El Bulli ha contribuido a forjar un nuevo paradigma en el sector, tanto o más que la colección de premios y doctorados 'honoris causa' cosechados por Adrià en su trayectoria.

En su temporada el museo estará abierto solo durante los meses de verano, hasta el 16 de septiembre, a la espera de evaluar la respuesta del público. Se calcula que la visita puede durar en torno a dos horas y media y el precio de las entradas -que empezarán a venderse este lunes a través de la web elbullifoundation.com- se ha fijado en 27,50 euros. Incluye el desplazamiento en autobús desde la cercana localidad de Roses, con el objetivo de minimizar el impacto de las visitas en el entorno del parque natural de Cap de Creus. Lo que no incluye es un bocado. A pesar de la insistencia del público, Adrià se resiste a resucitar las cocinas de El Bulli, ni siquiera para ofrecer un snack. "Aquí se viene a comer conocimiento", insiste el chef. Y para eso ha preparado un menú degustación tan completo como los que servía en aquel comedor mítico que por fin volverá a recibir clientes.

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