Pasta Fresca de Zecchi: una despensa 'italianissima'

Este refugio de la cocina transalpina casera aguarda a ser descubierto en pleno centro de la capital aragonesa.

Emanuele Zecchie y su pareja elaboran cada mañana una decena de pastas frescas diferentes, que venden para llevar o para tomar en el propio local.
Emanuele Zecchie y su pareja elaboran cada mañana una decena de pastas frescas diferentes, que venden para llevar o para tomar en el propio local.
Raquel Labodía

La cocina italiana es, con toda probabilidad, la que cuenta con más adeptos en todo el mundo. ¿A qué tipo de monstruo desalmado no le gusta la pizza? ¿No son mejores los lunes si a mediodía aguarda un sencillo plato de pasta con salsa de tomate y un poco (que acaba siendo un mucho) de parmesano como únicos aderezos?

Claro, que como en cualquier otra latitud, entre un guiso para salir del paso y otro que quite el hipo hay una diferencia abismal. Y esta, no pocas veces, está en la materia prima. En los ingredientes que caen en la cazuela. Por eso a los amantes de lo italiano les gustará descubrir Pasta Fresca de Zecchi (avenida de César Augusto, 29), una despensa donde se vende desde ‘guanciale’ (un corte especial del cerdo) hasta pecorino romano (un poderoso queso) para que esa carbonara de la que presumes suba de nivel.

La tienda la regentan Emanuele Zecchi, natural de Monza, y su pareja, la zaragozana Rebeca Ruberte, quienes, tras un largo periplo en Italia, decidieron abrir un espacio diferente en la capital aragonesa, cuya oferta adolecía de la falta de un refugio ‘italianissimo’ más allá de los formatos ‘trattoria’ y pizzería.

Las lasañas y pizzas son dos productos estrella a mediodía.

Las lasañas y pizzas son dos productos estrella a mediodía.

La estrella indiscutible del local es la pasta fresca, de la que cada jornada se despachan una decena de tipos diferentes, rellenas o sencillas, con y sin gluten. El surtido es amplio: ‘gnocchi’, ‘farfalle’, ‘fusilli’, raviolis, espaguetis... Por otro lado, se sirven las salsas, cuya apetitosa paleta se mueve entre el verde de los espárragos trigueros y el pesto al marrón de las setas. El rojo también tiene cabida: ahí están la salsa amatriciana y el es-pec-ta-cu-lar ragú, que puede ser comprado para llevar o devorado en el momento en un acogedor rincón a la entrada de este peculiar negocio y acompañado con alguna de las birras de importación que aguardan en la nevera junto al ‘spritz’, el ‘ginger’, o el ‘chinotto’, una bebida amarga, prima hermana del Bitter, a base de naranjas morunas sicilianas.

Otro imprescindible del establecimiento es la pizza al corte. Está hecha con masa madre y experimenta una fermentación larga (72 horas). El resultado es una base esponjosa y consistente, cubierta con tomate y dos quesos, mozzarrella y ‘scamorza’, a los que se pueden añadir algunos extras, como jamón, y rematar con un poco de aceite picante. Le acompañan en el mostrador las ‘calzone’, las ‘focaccia’ con aceitunas y las lasañas, de un tamaño perfecto para un comensal.

generosa despensa

La burrata, ese queso que se deshace con mirarlo y que tan esquivo resulta en las grandes superficies, también está a la venta. Lo mismo que otros lácteos con denominación de origen como el ‘taleggio’ (uno de los quesos blandos más antiguos), el ‘crescenza’ piamontés o la ricotta, más conocida en España. En el ámbito cárnico llama la atención que se pueda adquirir ‘speck’, un embutido que encuentra su lugar en el mundo sobre una masa de pizza, aunque tampoco se puede uno olvidar del salami o la ‘coppa’.

El tiramisú y la ‘panacotta’ son los dos postres, también caseros, que más demanda la clientela.

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