Tres días después de que Alimentaria haya cerrado sus puertas en Barcelona –se celebró entre el 18 y el 21 de marzo–, las empresas aragonesas que han participado en este certamen de referencia internacional dedicado a la alimentación y las bebidas todavía mantienen el buen sabor de boca que ha dejado este encuentro bienal, que ha vuelto a recuperar el vigor perdido en su pasada edición, todavía marcada por los últimos coletazos de la covid.

Con las maletas cargadas de tarjetas de visita, todavía resonando en sus oídos las numerosas reuniones de negocios en las que han participado y aún frescos los muchos apretones de manos con los que han vuelto a saludar a distribuidores e importadores de los más diversos países, las 40 industrias aragonesas que han expuesto en esta feria comienzan a hacer balance. "Las sensaciones son positivas", asegura el presidente de la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón (AIAA), Luis Villamayor, que asegura que durante las cuatro jornadas, los pabellones de la Fira de Barcelona han estado "muy animados", abarrotados de público y con un intenso tráfico de visitantes.

Ante todos estos profesionales, la agroindustria aragonesa ha mostrado su diversidad. Las más pequeñas lo han hecho bajo el paraguas del expositor institucional de Aragón Alimentos Nobles, que ha dado cobijo a una decena de firmas dedicadas al aceite, la repostería y panadería, la producción de harinas y sémolas, arroz, mostazas y salsas, miel, carnes, embutidos, agua de coco ecológica y flores comestibles, sin olvidar las producciones con sello ecológico que se elaboran en el proyecto eco-social de Gardeniers.

Las empresas han viajado hasta Barcelona con expositor propio. Son los buque insignia de la agroalimentación aragonesa, entre las que han tenido especialmente protagonismo las cárnicas, como Fribin, Grupo Jorge, Grupo Costa o Litera Meat, pero también la Denominación de Origen Jamón de Teruel, el grupo chocolatero aragonés Lacasa o Cafés el Criollo.

Muchas de ellas tienen sobrada experiencia en la participación en esta feria, una de las más importantes del mundo en este sector, que ha reunido en esta edición a más de 3.200 compañías que han ocupado 100.000 metros cuadrados y ha recibido la visita de más de 100.000 visitantes profesionales procedentes de 120 países. Pero también las hay que se han estrenado abriéndose hueco en expositores de interprofesionales nacionales, como el queso de Granja Perales, una de las doce exclusivas queserías artesanas seleccionadas por Inlac para participar en Alimentaria.

Y todas ellas han acudido hasta Ciudad Condal con la vista puesta en los mercados, porque Alimentaria es ante todo "una ventana al mundo", afirma Villamayor. 

AIAA

Había cierto recelo entre las empresas aragonesas ante la celebración de Alimentaria, la feria internacional de referencia de alimentación y bebidas. La pasada edición se celebró en 2021, cuando la covid todavía se dejaba sentir en los viajes, en las aperturas de los mercados o incluso en los contactos personales, y la sensación que dejó entonces entre los que acudieron al certamen es que esta cita que se celebra en Barcelona «estaba perdiendo fuelle e incluso que las ferias en sí mismas comenzaban a no ser tan importantes».

Nada más lejos de la realidad. Alimentaria ha vuelto en este 2024 a la "normalidad", y lo ha hecho, incluso para sorpresa de muchos, "con mucha más fuerza de lo que se recordaba, con más intensidad de visitantes internacionales, pero también nacionales, y con mucha animación".

Lo explica el presidente de la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón, Luis Villamayor, que reconoce que la presencia de firmas de la Comunidad en Alimentaria (40 empresas) no es muy elevada si se tiene el cuenta el poderío que este sector tiene en la región. "Hay que hacer un esfuerzo mayor para mejorar estas cifras", señala Villamayor, que asegura que "ha habido empresas aragonesas potentes que quizá por la experiencia de hace dos años han optado por no asistir". Sin embargo, las buenas sensaciones que ha dejado esta última edición hacen prever que «en la próxima convocatoria habrá mucha más presencia de la Comunidad tanto con expositor propio como bajo el paraguas del ‘stand’ institucional».

Alimentaria es posibilidad de negocio, pero es también un punto de encuentro. Y ambos objetivos son los que persiguen las agroindustrias cuando acuden a esta cita. "Las empresas buscan contactos con importadores o distribuidores que les permitan ampliar la venta de sus productos", detalla Villamayor. Pero, especialmente las grandes firmas con amplia trayectoria exportadora, aprovechan su presencia en la feria para reencontrarse con clientes y mantener entrevistas y reuniones que de otra forma no serían posibles. "Hoy en día viajamos menos y Alimentaria es una buena ocasión para reunirse con importadores y distribuidores de otros países y ver qué tal va la relación existente", añade.

AIAA

El fin comercial es el que prima entre las industrias más pequeñas, aquellas que están comenzando a salir al mercado y que suelen presentarse en el certamen catalán al abrigo del expositor institucional del Gobierno de Aragón. "Lo que buscan estas industrias es comenzar a vender fuera, tanto en nuevas zonas de España como a nivel internacional, y para ello lo que tratan es de localizar a distribuidores e importadores a los que poder mostrar sus productos", destaca el máximo responsable de la organización empresarial.

En este empeño ha jugado un papel esencial el espacio habilitado en el expositor de Aragón Alimentos Nobles, donde Kike Micolau, el chef del restaurante turolense La Fábrica de Solfa, situado en Beceite, ha elaborado una veintena de demostraciones culinarias (’showcooking’) que tenían como fin dinamizar los productos aragoneses de los expositores presentes en el certamen y las figuras diferenciales con las que cuenta la región. "Esta es la mejor manera no solo de mostrar el producto, sino de dar la posibilidad de que se pueda degustar, de que se pruebe su interacción con otros productos", señala Villamayor. Y como ejemplo destaca las elaboraciones realizadas con los aceites del Bajo Aragón, la utilización de productos como la mostaza y las flores comestibles, las degustaciones de nuevas piezas de ternasco o una tempura realizada con distintas harinas.

Dado que Alimentaria es una ventana al mundo –recibe visitantes procedentes de 120 países–, la presencia de la industria aragonesa en esta feria pone el foco en la exportación. Y aunque evidentemente la elección de los mercados tiene que ver mucho con el tipo de producto (y la cultura gastronómica de cada país), las empresas miran "absolutamente hacia todo el mundo", señala Villamayor, que asegura que las firmas aragonesas han recibido la visita de profesionales asiáticos, estadounidenses, canadienses, europeos..., por lo que "no hay que poner límites a lo que es vender fuera de España". Añade además que "en Alimentaria hay unos expositores fantásticos de grandes firmas aragonesas, como Lacasa, Grupo Jorge, Fribin, Grupo Costa… empresas tractoras que nos están ayudando a dejar una imagen muy clara de la potencia agroindustrial de Aragón, porque ellos exportan a todo el mundo".

Escaparate de innovación

Para conquistar paladares, tanto nacionales como extranjeros, es esencial innovar, porque el mercado alimentario es muy competitivo y los hábitos de consumo muy cambiantes.

Para mostrar esas novedades, Alimentaria es uno de los mejores escaparates. Y así lo han aprovechado también las industrias aragonesas, que han mostrado el intenso trabajo realizado para responder a las demandas de la sociedad, cada vez más preocupada por los alimentos saludables, los que sorprenden al paladar, los que ahorran tiempo ante los fogones (listos para cocinar, listos para consumir o para llevar) y los que se producen y se presentan con procesos, ingredientes e incluso envases cada vez más respetuosos con el medio ambiente.

Prueba de ello es la miel trufada obra de la alianza entre la empresa turolense La Finesse y la miel de El Brezal, originaria de Castellón. Un producto "único en el mercado", como señalan sus responsables, elaborado de una forma "natural". 

"Una alta innovación del proceso productivo" ha dado como resultado la Chuleta 915, comercializada con la marca Naturuel Gourmet, llamada así porque se produce a 915 metros de altitud en la provincia de Teruel y proviene de una carne de cerdo "de una excepcional calidad", explican desde esta compañía del grupo Térvalis, destacando que "esta chuleta de cerdo con 21 días de maduración aporta un alto contenido en proteínas, ácido oleico, omega 3 y es fuerte en vitaminas B1, B3 y B6".

Una gama de productos más saludables y sostenibles ha sido la carta de presentación de Costa Food Group en Alimentaria, donde ha dado a conocer, entre otras innovaciones, su gama Casademont libre de nitritos (compuestos utilizados como conservantes) o sus platos Roler Cocina Fácil, "recetas sanas y sabrosas, cocinadas al vapor y presentadas en un envase microondable, fabricado a partir de cartón reciclado y con un 85% menos de plástico que el envase convencional", señalan desde la compañía.

Son solo algunos de los ejemplos que han evidenciado en la feria catalana la innovadora apuesta de la industria alimentaria aragonesa, que utiliza la tecnología y la investigación para responder al consumidor con nuevos ingredientes, productos, formatos y envases.

Mensaje a la administración

Aunque las industrias aragonesas que han participado en esta feria vuelven con "buenas sensaciones" por la afluencia y el interés de los visitantes y los numerosos contactos con importadores y distribuidores, el presidente de la organización empresarial que las representa vuelve de la Ciudad de Condal con el convencimiento de que en la comparativa con otras comunidades e incluso con otras provincias, el expositor institucional de Aragón no sale el mejor parado.

"La localización es mejorable y es cierto que hemos pinchado con el número de participantes en el ‘stand’ institucional", explica Villamayor, que destaca que las diez firmas aragonesas allí expuestas son muy pocas si se compara con "las 40, 50 y hasta 80" que se exhiben en expositores como el de Andalucía o Tierra de Sabor (Castilla y León).

Y si no acuden más, reconoce el presidente de la AIAA, es porque el coste de participación en el expositor ronda los 4.000 euros, a los que hay que sumar otros 8.000 por viajes, alojamientos y pago al personal del ‘stand’. "Las pequeñas empresas, las que están empezando, no siempre tienen la valentía para afrontar esos gastos", añade.

Por eso, lanza un mensaje a navegantes. Villamayor cree que son necesarias "más ayudas públicas" y que el presupuesto total para ferias "es insuficiente", y pide a las instituciones que pongan medios para "que esas pequeñas empresas tengan la oportunidad de ser las grandes firmas del mañana".

Para eso, el máximo responsable de la organización empresarial advierte que "Aragón necesita sacar su bandera, crear un paraguas común que de cobijo y sirva de impulso para todo el sector".

Una exigencia que se ha puesto de manifiesto durante Alimentaria, porque "en ese mar de empresas que es la feria y en un mercado tan competitivo como el alimentario, hay que tener un espacio visible y bien localizado para hacerse hueco frente a otras comunidades que están apostando claramente por la promoción agroalimentaria".