Guerra de ucrania

La agroindustria no teme desabastecimiento de cereal pero le inquieta el alza de precios

El final del acuerdo que permitía la salida de las exportaciones de grano de los puertos ucranianos a través del Mar Negro y los bombardeos sobre infraestructuras portuarias y silos de grano en Odesa añaden tensión al mercado.

Almacenes de grano en Odesa bombardeados por Rusia.
Almacenes de grano en Odesa bombardeados por Rusia.
Reuters

Fabricantes de pienso e industrias alimentarias (harinas, pastas y repostería) que utilizan los cereales como materia prima para su producción vuelven a vivir en la incertidumbre. No la provoca la sequía, ni la escasa cosecha española, sino la guerra que se vive a las puertas de Europa, en suelo del considerado como el granero del Viejo Continente, que, además del coste humano que supone, impacta de manera directa en los mercados cerealistas, en los que las cotizaciones han vuelto a recuperar la senda alcista.

No es solo la decisión de Kremlin de poner fin al acuerdo que permitía la salida de cereal ucraniano por el Mar Negro lo que inquieta a la industria agroalimentaria. "Que no se renovara el acuerdo no afectó mucho a los precios porque se daba por hecho, ya que las intenciones de Rusia eran conocidas", señala Enrique Bascuas, presidente de la Asociación de Fabricantes de Piensos de Aragón y gerente de la empresa Ars Alendi. Lo que nadie esperaba, añade, es que Putin bombardeara en Odesa infraestructuras portuarias y silos de grano.

"Es cierto que en esta época del año la dependencia española del mercado ucraniano es menor, porque ahora el aprovisionamiento de maíz se hace desde Brasil y los trigos llegan de Rumanía, Bulgaria y Francia", explica Bascuas, que reitera con contundencia que "desabastecimiento no va a haber", porque aunque en España la cosecha ha sido muy corta, en el resto del mundo se están obteniendo producciones "suficientemente generosas".

Lo que preocupa son los precios, porque "cuando uno de los actores importantes de la exportación sale del circuito, inmediatamente el resto encarece su producto", explica. De hecho, en apenas una semana, las cotizaciones del trigo subieron 25 euros por tonelada, casi un 8%.

"Este encarecimiento se notará en el producto final", reconoce Bascuas, que destaca que el sector agroalimentario ha demostrado su capacidad de adaptación. Eso sí, matiza, lo ha hecho "con mucho esfuerzo, con mucho sacrificio y, en momentos determinados, reduciendo de forma drástica todos los márgenes de la operativa normal porque el incremento de los costes no siempre se puede repercutir al consumidor final".

El presidente de la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón (AIAA) y director ejecutivo de Harineras Villamayor, Luis Villamayor, señala también que no hay temor por un posible desabastecimiento de cereal. "El maíz está llegando ahora de Brasil en cantidad suficiente", añade.

Como Bascuas, Villamayor insiste en que lo que preocupa son los bombardeos de Odesa y de algún pequeño puerto cercano a Rumanía, salida alternativa para la mercancía. "Es una mala noticia para la competitividad de la industria", señala.

Para Villamayor "todavía es pronto" para augurar una subida de los precios al consumidor. "La industria alimentaria realiza coberturas con ciertos meses de adelanto para garantizar el suministro y hay que esperar un poco para ver cómo avanza la situación", asegura. Y lanza un "llamamiento a la tranquilidad" mientras confía en que el problema se resuelva ante de que los ciudadanos tengan que notar la subida de las materias primas en el precio de los alimentos.

Complicado suministro

No solo hacia Ucrania mira la industria agroalimentaria aragonesa. Tampoco pierden de vista los puertos españoles a donde llegan los millones de toneladas de cereal que importa España. Y este año con más motivo, porque debido a la corta cosecha obtenida por la sequía, unos 9 millones de toneladas, va a hacer falta importar otros 25 millones, diez más que en un año normal, "por lo que preocupa la disponibilidad de los puertos y el transporte desde estos a las zonas de interior, como Aragón", coinciden en señalar tanto Bascuas como Villamayor.

Bascuas recuerda que el acuerdo alcanzado con los estibadores de Tarragona ha logrado poner fin a un conflicto laboral que mantenía una huelga encubierta en este puerto. Hay, sin embargo otro problema añadido. "Durante este tiempo no se ha repuesto el personal necesario para una operativa normal y aunque se van a cubrir las vacantes, esos trabajadores necesitan formación tanto para las operaciones de estiba como para el manejo de las máquinas que son muy especializadas", explica Bascuas, que considera que el puerto no va a estar operativo al 100%, por lo que habrá momentos de tensión logística, "no en el aprovisionamiento, pero sí para el transporte y distribución".

Aunque Villamayor valora que los puertos de Mediterráneo estén tomando medidas para aumentar la capacidad de descargas de barcos a través de la incorporación de un mayor número de estibadores, reconoce que "va a haber cuellos de botella entre la llegada de los barcos y el transporte del cereal al interior, y eso para Aragón es más crítico". Advierte además que este año mucho cereal entrará por los Pirineos, por lo que los fabricantes aragoneses notarán más "la falta de una conexión ferroviaria con Francia, porque va a haber mucha más presión en el precio del transporte porque la disponibilidad de camiones no es suficiente".

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