REAL ZARAGOZA

El coqueteo con el descenso, un lugar demasiado común para la afición del Real Zaragoza

El equipo aragonés se mueve un año más, a 10 jornadas para el final de la liga, en cifras y distancias ya conocidas con lo peor.

Mesa, Jair, Moya y Bakis, en el último partido en La Romareda con el Espanyol.
Mesa, Jair, Moya y Bakis, en el último partido en La Romareda con el Espanyol.
Toni Galán

El Real Zaragoza afronta las últimas 10 jornadas de esta liga 23-24 ubicado en el puesto 15º en la clasificación, con 38 puntos, a 6 de la frontera con el descenso de categoría, del despeñamiento al infierno de la Primera RFEF, antes Segunda B, en cualquier caso la tercera división nacional, ya fuera del ámbito puramente profesional. La preocupación ha aumentado en hondura e incandescencia en el último mes y medio al observarse un colapso manifiesto en el equipo.

El miedo a caer al peor de los escenarios posibles ha reaparecido entre todo el zaragocismo, en todos sus ámbitos. Y, ciertamente, no es algo nuevo. Al contrario, este coqueteo con el descenso es un lugar demasiado común en Zaragoza en los últimos 11 años que ya dura esta época histórica fuera de la Primera División.

En concreto, el devenir de las cosas se ha parecido mucho en los cuatro últimos cursos, tanto en números como en vértigos entre la población zaragocista a estas alturas del torneo. El año pasado, el equipo que gobernaron Carcedo y Escribá estaba en este punto del camino (tras 32 partidos) en el mismo lugar, el 15º. Tenía un punto más, 39, pues su trayectoria solo cambiaba un empate por una derrota respecto del actual balance (9-11-12 hoy, 9-12-11 entonces). Hasta la paupérrima cifra goleadora actual, esos 28 goles que denuncian peligro de muerte, tenía un parangón casi gemelo, incluso levemente peor, con los 27 anotados hace una anualidad (esto salpica a los ingenieros y arquitectos de este nuevo Real Zaragoza que nació con la compraventa accionarial precisamente hace casi dos años). También estaba a 6 de descenso.

El Zaragoza, en las jornadas 32 en 11 años en Segunda

  • 13-14    15º (40 puntos)  Paco Herrera/Víctor Muñoz
  • 14-15       (48 puntos)  Víctor Muñoz/R. Popovic
  • 15-16       (46 puntos)  Ranko Popovic/Ll. Carreras
  • 16-17    13º (39 puntos)  L. Milla/R. Agné/C. Láinez
  • 17-18      (49 puntos)  Natxo González
  • 18-19    15º (37 puntos)  I. Idiakez/L. Alcaraz/V. Fdez.
  • 19-20      (55 puntos)  Víctor Fernández
  • 20-21   16º (35 puntos)  R. Baraja/Iván Mnez./Jim
  • 21-22   14º (42 puntos)   Jim
  • 22-23   15º (39 puntos)  J. C. Carcedo/F. Escribá
  • 23-24   15º (38 puntos)  Escribá/Velázquez/V. Fdez.

Pero es que hace tres ligas, todo se movió en unos terrenos parecidos. En este episodio posterior a la 32ª jornada, el equipo de Jim era el 14º, con 42 puntos. Solo estacionado un puesto más arriba, eso sí, con 4 puntos más que ahora, con un balance de 9-15-8 en partidos ganados, empatados y perdidos. Y, ojo, también con un déficit de gol enfermizo, con solo 29 anotados. Una patología digna de estudio.

"El devenir de las cosas se ha parecido mucho en los cuatro últimos cursos, tanto en números como en vértigos" 

Y hace cuatro temporadas, el Zaragoza que dirigieron a cachos Baraja, Iván Martínez y Jim estaba a estas alturas en el puesto 16º, con solo 35 puntos y a 3 de la raya del descenso a Segunda B. Su carta de ruta era de 9 victorias, 8 empates y 15 derrotas. Y, dato terrible que dio origen a la epidemia de incapacidad goleadora que envuelve desde 2020 al Zaragoza, aquel equipo solo llevaba 26 goles a 10 jornadas de final, dos menos que el vigente.

Es decir, son cuatro años consecutivos llegando al esprint final de la liga con el agua al cuello. Bien partiendo de unos inicios penosos o bien, como ahora, viviendo una caída libre en doble tirabuzón tras un buen comienzo de torneo que fue una mentira. Y son ya cuatro años con unas rentas goleadoras caóticas (26, 29,27 y 28 goles en 32 jornadas en esta serie negra). 

El zaragocismo de siempre, indefectiblemente, está afectado, deteriorado y derrengado por todo ello. Y aún hay quién trata de convencerlo de que esto es lo natural, a lo que hay que acostumbrarse y asumirlo porque, como van a ser ya 12 años lejos de los mejores, es más conveniente hacerse a la idea de que aquello que fue ya no lo será obligatoriamente pronto. Tesis a modo de escudo de quienes deberían tener como fin único devolver al Real Zaragoza a Primera.

Pero es que hace 6 años también se vivió algo similar. En la liga 18-19, el grupo que manejaron Idiakez, Alcaraz y, al final, el salvador Víctor Fernández (ahora se ha tratado de copiar aquel efecto) era, también, 15º a falta de una decena de duelos, con 37 puntos, uno menos que hoy (9-10-13 era su balance de marcadores), a 7 del descenso.

Y en la campaña 16-17 ya se había atravesado por un sendero análogo, con Milla, Agné y Láinez, este en modo cirujano a corazón abierto, en los mandos. Aquel Zaragoza era hoy 13º, con 39 puntos, pero ¡a solo 3 de la raya del descenso! Realmente, el primer año tras el descenso, en el singular y tóxico fin del agapitismo en la 13-14, ya se pusieron las bases para tanto dolor. Aquel grupo, destrozado desde dentro a Paco Herrera, era tras la jornada 32 el 15º y, con 40 puntos, estaba a solo 2 del descenso en un torneo exigente.

Un bucle empalagoso

Salvo los cuatro años donde, excepcionalmente, se optó por el ascenso, con tres promociones (perdidas) y una abortada por el nunca explicado caos en Palamós ante el descendido Llagostera, el bucle de peleas por no descender se ha hecho empalagoso.

"Es un constante ‘dejá vù’, sobre todo para la vieja afición local, la del perfil clásico e inmutable"

No es algo propio de este histórico club, al que ninguna de sus propiedades ni regencias, en unas circunstancias complicadas, ha sido capaz de encauzar por el camino de regreso a su sitio natural. Es un constante ‘dejá vù’, sobre todo para la vieja afición local, la del perfil clásico e inmutable, que mira con dolor la metamorfosis forzosa que está experimentando el envoltorio del equipo campeón de España y de Europa ante semejante concatenación de fenómenos tortuosos y de devaluaciones constantes de los valores futbolísticos. Un club al que no reconocen en estas lides de míseras temporadas padeciendo en la parte más profunda y fea de la tabla en Segunda División como norma general. La edad, el hartazgo, la desilusión y el hastío pueden acabar a corto plazo con la idiosincrasia de los días de gloria.

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