real zaragoza

Real Zaragoza-Amorebieta: tambores de crisis

El Real Zaragoza recibe al colista Amorebieta acuciado por la falta de resultados y fútbol n Julio Velázquez, entrenador cada vez más cuestionado por la grada, puede recuperar el sistema táctico de tres centrales y dos carrileros

Deportes. Ciudad Deportiva del Real Zaragoza. Entrenamiento del Real Zaragoza / 19-02-2024 / FOTO GUILLERMO MESTRE [[[FOTOGRAFOS]]]
Lluis López, en un entrenamiento del Real Zaragoza.
Guillermo Mestre

En el mundo de Julio Velázquez las cosas son fantásticas, estupendas y corrientes, un mundo en el que un empate en casa del filial del Villarreal con tres mil zaragocistas en la grada es celebrado como un premio a quien rompe una mala racha de derrotas. Un conformismo, un perfil bajo y una vulgaridad que poco tienen que ver con el carácter, personalidad, idiosincrasia y estilo de una plaza como Zaragoza y que el equipo ha asimilado como pobres valores. Al fin y al cabo, los equipos son el reflejo de sus entrenadores: solo hay que ver cómo viene jugando sus últimos partidos, tres ya sin ganar, dos derrotas y un empate que lo ha descabalgado del vagón de cabeza, aunque la naturaleza salvaje, imprevisible e igualada de la Segunda División le ofrezcan aún un asidero matemático.

Esas distancias -otra cosa es la sensación emitida por su fútbol- es ahora mismo el tablón en la deriva de Julio Velázquez, aquello que le permite vivir aún de puertas hacia dentro con cierta normalidad. Pero el Zaragoza juega hoy (18.30) contra el Amorebieta, el colista, además el agua baja turbia y revuelta después de los episodios de protesta y descontento vividos en Villarreal, y la dinámica en rendimiento y juego es declinante. El cóctel puede explotar hacia cualquier lado si el equipo aragonés no corrige sus vibraciones y recupera el pulso del triunfo. Bajo el volcán de La Romareda, se oye el rugido de la tierra abriéndose: son los tambores de una crisis.

Para evitarla, el Zaragoza busca una victoria contra un Amorebieta con el casco de la nave perforado, pero que se resiste a dejarse llevar por el descenso. Los vascos son el conjunto colista de la categoría, solo han ganado cuatro partidos en todo el curso -los mismos que el Zaragoza desde la sexta jornada-, son el único equipo de Segunda que aún no conoce la victoria como visitante y tan solo han marcado 21 goles (8 fuera de casa). Sus números son la representación de un drama. Pero, alerta a navegantes, suman tres jornadas sin conocer la derrota (una victoria contra el Elche y empates frente a Huesca y Amorebieta). Han ganado blindaje competitivo desde que su entrenador, Jandro Castro exquisito mediapunta en sus tiempos de futbolista en el Girona, ha reorganizado al equipo con un 5-4-1.

Este modelo puede condicionar el regreso al Zaragoza del sistema con tres centrales y carrileros, aparcado en Villarreal por Julio Velázquez. El plan del Amorebieta se intuye cómo puede ser, ese tipo de rival encajonado, ordenado, defendiendo por acumulación y con coherencia, que tanto se le atraganta a un Zaragoza con pocas ideas y estrategias ofensivas, inofensivo y de líneas abstractas y poco creativas. Es una buena prueba para comprobar si el equipo aragonés ha incorporado soluciones a su fútbol después de estrellarse contra la muralla del Cartagena hace dos semanas. En cuanto a los nombres, Velázquez puede devolver a Mouriño al equipo y lanzar a Valera como carrilero izquierdo, con Mollejo aproximado a Azón. Al fin y al cabo es de lo poco que le queda a esta plantilla por explorar: sumar hombres por encima de la línea del balón, con Mesa reajustado al sector de los centrocampistas más que al de los delanteros.

Todo para derrotar a un rival propicio para reaccionar y mantener alumbrada la llama de la temporada. Pero un rival, también, que lo carga el diablo: un desliz contra el colista puede desatar, de nuevo, la tempestad en el Real Zaragoza.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión