Una complicada herencia

Velázquez observa algunos ejercicios físicos del equipo en un entrenamiento de esta semana, junto a dos flotadores.
Velázquez observa algunos ejercicios físicos del equipo en un entrenamiento de esta semana, junto a dos flotadores.
Oliver Duch

Recibe Julio Velázquez una complicada herencia deportiva, un Real Zaragoza confundido, plano, carente de identidad y herido por el profundo declive que ha experimentado desde mediados del pasado mes septiembre. Su reto es levantarlo. Recuperarlo. Situarlo en un adecuado nivel competitivo, régimen que, por diferentes razones, perdió de la mano de Fran Escribá.

Es probable que corra a favor del nuevo técnico el hecho de que, en términos generales, no es dudosa la confección de la plantilla llevada a cabo por Juan Carlos Cordero, director deportivo. Libra a libra, se juzga superior al plantel del que dispuso la pasada campaña el propio Escribá y francamente más interesante en argumentos y capacidades si se compara con los que contó en su momento Juan Ignacio Martínez, Jim, autor de dos milagros.

Dicho de otro modo: seguramente estamos ante una crisis de entrenador, no frente a problemas de mayor calado, como sucedió en las pasadas campañas.

La cuestión principal en este sentido es que Julio Velázquez entienda ahora cómo armar una escuadra más poderosa en resultados y juego y que no se vea condicionado en exceso por los efectos de tierra quemada que haya podido originar el largo tiempo entregado a Escribá en la espera de una reacción que nunca se produjo.

En el transcurso del derbi disputado frente a la SD Huesca en La Romareda, se dieron algunos síntomas de crisis más honda. Pero esta puede quedarse en la fase de entrenador. Sería lo más conveniente.  

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