fútbol
La arriesgada moda de las miniespinilleras: "El tamaño debería importar más que la estética"
La entrada sufrida el pasado fin de semana por Jauregi, del Amorebieta, reabre el debate sobre si los futbolistas deben primar la protección o la comodidad.
Fue ver la entrada a Eneko Jauregi, esa tremenda herida en la tibia del futbolista del Amorebieta, y pensar en sus miniespinilleras. ¿Se habría evitado tal destrozo con mayor protección? Probablemente no, puesto que los tacos de Eraso (Albacete) impactaron en la zona más próxima al gemelo, pero es evidente que los jugadores están primando la comodidad -incluso la estética- por delante de la seguridad.
Atrás quedaron aquellos equipamientos que parecían de auténtico caballero medieval. Rígidos. Pesados. Con tobillera incluida… Ideales para centrales toscos, pero no tan confortables a la hora de correr y regatear, puesto que limitaban bastante la articulación del pie.
Se cuenta que Sam Weller, del Nottingham Forest inglés, fue el primero que introdujo esas espinilleras en 1874. Recortó unos protectores de críquet y los colocó bajo sus medias, creando una tendencia que no se hizo obligatoria hasta 1990, más de cien años después de su aparición.
Esa década, la de los 90, una de las más genuinas que se recuerdan en este deporte, extendió su uso. Y las principales marcas, como es normal, comenzaron a diseñar infinidad de modelos de canilleras, como así se les llama en determinados países de Sudamérica.
¿Quién no recuerda aquellas de vetas blancas acolchadas, que se abrochaban con velcro en la parte posterior de la pantorrilla? ¿Y ese potente olor a humedad, mezclada con crema Radio Salil, que se adueñaba del vestuario?
Después fueron apareciendo otras, mucho más compactas, y el tamaño se fue reduciendo progresivamente. Tanto en largura como en grosor, consiguiendo que la pierna del futbolista se adaptase a la espinillera, prácticamente, sin sentir su peso durante el transcurso de los partidos.
Y la tecnología siguió evolucionando. Cada vez se empezaron a usar materiales más ligeros como la fibra de carbono, hasta llegar a esas espinilleras minúsculas, del tamaño de un teléfono móvil, que en las últimas temporadas vienen luciendo futbolistas como Jack Grealish, Memphis Depay o Paulo Dybala.
Son más ligeras e, indudablemente, ofrecen mayor movilidad. Pero nunca pueden ser tan seguras -por cuestión de dimensión- que las que cubren la tibia debidamente. De arriba a abajo. Sin reparar en cuestiones de estilo.
Así lo advierte Pedro Mayo, responsable de contenidos de la empresa Fútbol Emotion, subrayando que el tamaño “sí es importante” a la hora de evitar traumatismos o fracturas, y que las federaciones deberían “regularlo” de la misma forma que se hace con los cascos de Fórmula 1 u otros elementos de protección.
“Con los materiales que existen hoy en día, ni te enteras de que llevas espinillera. Los jugadores se están subiendo a una moda peligrosa; porque un golpe fuerte en esa zona puede producir un daño importante”, añade Mayo, y compara esta tendencia con la de agujerearse las medias.
“Lo que hacen las grandes estrellas llega hasta la Regional. En los años 2000 se empezaron a extender determinadas manías, como esta de que molestan las espinilleras, y he llegado a ver jugadores que se colocan un trozo de cartón como sucedáneo”, añade quien, además de ejercer en la firma Fútbol Emotion, ha militado en numerosos equipos aragoneses.
Acaba de firmar por el Atlético Calatayud. En Preferente. En una categoría en la que también se ven lesiones graves como la que Eneko Jauregi sufrió el pasado fin de semana y este domingo la impedirá visitar al Real Zaragoza en La Romareda.
