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El Casademont Zaragoza también es ridiculizado en Gran Canaria

Los zaragozanos tampoco compiten en la pista del cuarto clasificado (111-85) y agravan su crisis de juego y resultado.

Andrew Albicy (Gran Canaria) es defendido por Rati Andronikashvili.
Andrew Albicy (Gran Canaria) es defendido por Rati Andronikashvili.
Efe

El Casademont Zaragoza tampoco compitió en Gran Canaria (111-85). Sin el ritmo, la fluidez y la velocidad suficientes para generar ventajas en sus ataques, y con una fragilidad manifiesta en las labores de contención, el cuadro aragonés se desencajó ante las primeras adversidades. Apenas resistió los primeros cinco minutos de la contienda, tras protagonizar otra deficiente actuación. Después se descompuso con facilidad, neutralizado por la mayor vehemencia de su rival y repetidamente castigado por la elevada productividad de Pelos (18 puntos), Slaughter (16) y Shurna (15).

El resultado fue otra derrota concluyente, sonrojante, que agrava la crisis del equipo aragonés y que intensifica el debate sobre la verdadera solvencia de la plantilla. En sus últimos tres compromisos, el Casademont ha ofrecido signos muy preocupantes en los dos lados de la pista. Claudicó el pasado domingo ante el Barcelona, en el Palau Blaugrana, por 41 puntos de distancia (109-68); cedió tres días más tarde en el pabellón Príncipe Felipe, ante el Chemnitz germano, por 34 tantos de diferencia, en el primer asalto de los cuartos de final de la FIBA Europe Cup (64-98); y fue arrollado este sábado en Gran Canaria, de nuevo con amplitud. Ha recibido 318 puntos en sus tres actuaciones más recientes.

En el inicio, el Gran Canaria amenazó desde todas las posiciones: Albiby golpeó desde el perímetro, con dos triples consecutivos, y Happ anotó bajo los aros con facilidad (8-2). El Casademont reaccionó con un lanzamiento de Yusta, desde más allá del arco, y sobre todo la mano de Mitchell Watt, quien facturó seis puntos sin fallo (8-9) y precipitó, a los cuatro minutos, el primer tiempo muerto de Jaka Lakovic.

Las instrucciones del técnico reactivaron al equipo insular, que edició una sólida renta con una facilidad sorprendente (21-12). Lo hizo favorecido por la impericia ofensiva del Casademont, que se prodigó en las pérdidas de balón –hasta 7 en el acto inaugural– y alcanzó los 10 primeros minutos con sólo 13 puntos facturados.

El Gran Canaria aumentó su ventaja poco después (26-12), tras una canasta de Happ y un certero triple de Slaughter –precedido de una nueva pérdida de los zaragozanos–. Ahora fue el entrenador del Casademont, Porfirio Fisac, quien tuvo que detener el encuentro.

Sin juego colectivo

Tras el tiempo muerto, y a falta de una propuesta colectiva solvente, el equipo zaragozano se sostuvo momentáneamente con las acciones individuales de Trae Bell-Haynes. Pero el Gran Canaria seguía siendo muy superior en todos los órdenes del juego: atrás se mantuvo firme, sin apenas fisuras, y en ataque movió el balón con criterio y rapidez, lo que le proporcionó lanzamientos liberados –sobre todo desde el perímetro–.

En este escenario, dos nuevos triples de Slaughter, uno más de Landesberg y otro posterior de Nico Brussino le proporcionaron al Gran Canaria la máxima ventaja del choque (47-27) justo antes del intermedio. Al descanso, el Casademont contabilizaba 11 pérdidas de balón, y presentaba un 11% de efectividad desde la línea de 6,75, tras haber convertido uno de sus 9 intentos. El cuadro aragonés sumaba 27 puntos en 20 minutos de juego, un diáfano indicador de su juego lento, plano y previsible.

En los primeros compases de la reanudación, el Gran Canaria facturó cuatro triples consecutivos –tres de Shurna y otro de Slaughter–, retratando la indolencia defensiva de su rival, y alcanzó los 63 puntos cuando sólo se habían disputado 24 minutos de juego (63-35). Y aunque después, con la victoria ya asegurada, el equipo local redujo el ritmo y la intensidad, el Casademont siguió sin respuestas. Al menos, en un momento especialmente comprometido, Santi Yusta (25 tantos) y Lucas Langarita (15) sí mostraron carácter, personalidad y orgullo. Ellos, con su amor propio, representaron las únicas notas positivas del bando aragonés.

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