Bilbao levanta el telón del Tour de Francia 2023 y reabre el histórico duelo entre Vingegaard y Pogacar

El danés, ganador el año pasado, y el esloveno, vencedor en 2020 y 2021, son los grandes favoritos.

Presentación de los equipos participantes en el Tour de Francia 2023 junto al museo Guggenheim de Bilbao.
Presentación de los equipos participantes en el Tour de Francia 2023 junto al museo Guggenheim de Bilbao.
BENOIT TESSIER/Reuters

Aunque los pronósticos deportivos suelen disolverse en el aire, todas las apuestas sobre el futuro dueño del Tour que arrancará el sábado en Bilbao se reparten entre el danés Jonas Vingegaard, de 26 años y vencedor el año pasado, y el esloveno Tadej Pogacar, de 24 años y ganador en 2020 y 2021.

A un día de que se inicie la gran carrera ciclista, el resto de los candidatos parecen destinados a luchar por el tercer cajón del podio. En esa concurrida lista están Richard Carapaz, Mikel Landa (dos veces cuarto), Enric Mas, Simon Yates, Jai Hindley, Ben O'Connor, David Gaudu... La memoria de la Grande Boucle está escrita a dos manos, en grandes duelos: Coppi-Bartali, Anquetil-Poulidor, Merckx-Ocaña, Hinault-LeMond, Armstrong-Ullrich... Con la edad y el talento que tienen, Pogacar y Vingegaard han cogido cita en la ronda gala para cruzar guantes durante mucho tiempo. Las tres etapas vascas (Bilbao-Bilbao, Vitoria-San Sebastián y Amorebieta-Bayona) disfrutarán con los primeros asaltos de ese combate llamado a ser histórico.

En el boxeo, los púgiles se distribuyen por pesos. No se puede colocar en el mismo cuadrilátero a un 'pesado' y a un 'mosca'. En el ciclismo, la ley que funciona es otra; es la ley de la gravedad. Los más pesados tienen ventaja en el llano. Los más ligeros se benefician de su ligereza en las subidas. Todos, independientemente de lo que diga la báscula, corren juntos. Y salvo excepciones como un peso pesado de la talla de Miguel Induráin, el Tour suele decantarse por pesos ligeros, incluso superplumas. En ese margen se mueven los dos favoritos de este Tour: entre los 60 kilos de Vingegaard, un competidor muy liviano que responde como los grandes especialistas contra el cronómetro, y los 65 kilos de Pogacar, que es pura pólvora en todos los terrenos.

Se cruzaron en la París-Niza

Los dos han arrasado en la primera mitad de la temporada. El danés laminó a su rivales en O Gran Camiño y la Itzulia, donde Mikel Landa y Ion Izagirre le acompañaron en el podio. Y el esloveno pasó por encima de todos en la Vuelta a Andalucía y la París-Niza, la única carrera en la que han coincidido. Y ahí, Pogacar fue más que Vingegaard. Claro que eso sucedió en marzo y luego han pasado muchas cosas. Entre ellas, la reciente victoria también por aplastamiento del danés en el Dauphiné y, antes, la caída del esloveno en la Lieja-Bastoña-Lieja, en abril. Ese accidente le provocó una lesión en una muñeca y le obligó a parar sus entrenamientos durante más de un mes. La inactividad de Pogacar iguala los pronósticos.

Hasta el tropezón en Lieja, el esloveno parecía por encima de su oponente. En solo 18 días de competición había ganado 12 veces. Tremendo. Voraz como Eddy Merckx. La secuencia rodada en el punto clave del Tour de Flandes mientras dejaba atrás a un portento muscular como Mathieu van der Poel es hasta ahora el mejor momento de la campaña. Fue la confirmación de que puede aspirar a cualquier clásica o vuelta. Domina todos los registros. El sello de los mitos. Tras recuperarse ha corrido dos días y ha sumado dos títulos en el campeonato de su país, en crono y ruta. Ha vuelto.

Cuando Pogacar ganó con 20 años su primer Tour, comenzó a competir contra las leyendas, Merckx, Hinault, Coppi, Anquetil... A batir un récord tras otro. Y en eso seguiría si no hubiera aparecido Vingegaard, un danés distinto: bajito en un país de gigantes. Con su escaso peso y en carreras llanas como las de Dinamarca le costó destacar. Hasta los 17 años no logró su primera victoria. En esa época, de adolescente, descubrió los Alpes en unas vacaciones en la caravana familiar. Su sitio. Las alturas.

En 2021, en el segundo Tour de Pogacar, Vingegaard ya le retó y le torturó en el Mont Ventoux. Le demostró que es un escalador y, sobre todo, un fondista. Está hecho para carreras de tres semanas. El año pasado, el danés y su formidable equipo, el Jumbo de Van Aert y Roglic, se conjuraron contra Pogacar. En el inicio de la ronda, en la etapa del pavés, Vingegaard sucumbió al pánico cuando tuvo una avería. Sus compañeros le salvaron. Roglic, ya en los Alpes, le ayudó a tumbar por primera vez al rival esloveno. Pogacar pagó aquel día en la subida final al Granon su derroche de esfuerzo en el Galibier. Aprendió ese día una lección dolorosa: sus piernas no son infinitas, aunque tantas veces lo parezcan. El Jumbo, al ritmo asfixiante de Van Aert y con la puntilla de Vingegaard, le ejecutó luego en los Pirineos, en Hautacam. El de 2022 fue el primer Tour que perdió Pogacar y el primero que ganó Vingegaard. Bilbao se frota las manos con la continuación de ese duelo.

Distinto perfil psicológico

«Me entusiasma la idea de enfrentarme a Vingegaard», declaró Pogacar antes de la París-Niza. Le inspiran los desafíos. Y con el danés ha encontrado un rival de su tamaño. Al esloveno le divierte su deporte. A Vingegaard parece, a veces, agobiarle. Tras su victoria en París en 2022, se alejó del mundo y de los focos. Necesitaba calma y sentarse con su esposa a ver el atardecer. Pogacar, en cambio, prefiere la marcha. Poco después de romperse una muñeca, ya estaba colgando vídeos en las redes sociales: subiendo escaleras en Mónaco, sonriendo, de fiesta... y hasta con un cigarro entre los labios. Desenfadado. Como si no le afectara la presión de ser el número uno. Como si no le costara nada hacer las proezas que hace. Eso han hecho muchos campeones: generar entre sus rivales un complejo de inferioridad. A Merckx, Hinault y Armstrong, por ejemplo, casi nadie les sostenía la mirada. Los rivales salían derrotados. Muchas de sus victorias fueron psicológicas.

La etapa de Bilbao, que tan bien se ajusta al perfil de Pello Bilbao, puede reeditar a la primera la pelea entre estos dos portentos, Vingegaard y Pogacar. La subida explosiva a Pike Bidea es un escenario perfecto si los dos se empeñan. En plenitud, el esloveno es casi imparable. ¿Llegará al cien por cien tras tantas semanas de inactividad? Ya se ha encargado de asegurar que sí. De asustar.

El Tour 2023 comenzará a rendir cuentas desde el primer día. La montaña vizcaína tendrá el privilegio de asistir en primera fila a este histórico combate a puño limpio entre un pegador alegre y extrovertido, Pogacar, y un danés menudo y tímido pero incansable y protegido por el mejor equipo, el Jumbo. Será el comienzo de la gran velada que un esloveno quiere convertir en revancha y que Vingegaard confía en que le sirva para ratificar su dominio sobre la carrera con más peso del calendario. Se la disputan dos púgiles ligeros con la pegada de Mike Tyson.

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