Televisión

'1670', un divertido 'The Office' polaco en una aldea medieval

La miniserie de Netflix tira de mil recursos para reírse de todo y conectar pasado y presente de todas las maneras posibles.

1670, la nueva serie de Netflix.
1670, la nueva serie de Netflix.
Netflix

Mirando a cámara como si de 'Crimen Ferpecto' se tratara, un noble polaco comienza a relatarnos su vida en un mugriento pueblo del siglo XVII. Entre muchas otras cosas, su objetivo es medrar, hacerse rico y convertirse en el Juan Pablo más famoso de la historia de Polonia. Empezamos bien. Este Jan Pawel de 1670 es un absoluto incompetente que primará siempre sus intereses y apetencias sobre los del pueblo que gobierna y administra. Bueno, en realidad administra la mitad, la mitad más pequeña, tras venderle el resto a su vecino Andrzej en un momento de debilidad. No se lo ha perdonado.

Orgulloso, nos presenta a su familia: una monástica mujer que apenas habla, un primogénito distraído y fiestero, un hijo clérigo cínico y conspirador, y una chica joven, independiente y muy informada. Esta última es Aniela, interpretada por Martyna Byczkowska, a quien ya conocimos en 'Principiantes totales', otra serie polaca reciente para Netflix.

La familia no pega ni con cola, pero como el formato es la comedia absurda no pasa nada, hay una pequeña lógica interna que lo permite. Todos ellos, junto a un buen número de otros pueblerinos, narrarán mirando a cámara o tendrán miradas de reacción irónica, heredadas de otras series y películas. Es cierto que están al límite de ser demasiadas, de gastar el recurso.

Los habitantes del paupérrimo pueblo malviven felices con su taberna y sus pequeñas celebraciones, estimulados además por cualquier polémica absurda que pondrá un rayo de sol en su insulso día trabajando entre barro y excrementos. Uno de ellos es Maciej, un lituano que ha acabado allí de rebote y tiene un espíritu más moderno y liviano, además de una gran sonrisa: junto a Aniela es el mejor cómplice para el espectador, donde podemos depositar nuestra confianza. Aquí está el único anclaje, pues todos los demás son dementes bufones de los que no nos podemos fiar.

No hace falta decir que surgirá el amor, un amor adolescente clásico, de esos llenos de dudas y algún malentendido para rellenar la trama. El obstáculo suele ser algún pretendiente hijo de un magnate, que los padres de Aniela querrán imponerle porque el sueño de sus vidas es casar hijos como gran negocio.

Multitud de temas

De alguna manera la serie consigue tocar mil palos y temas, tanto del mundo de hoy, por ejemplo el cambio climático o los móviles, como del de siempre: gestión de la diversidad religiosa, impuestos, democracia y demagogia, crímenes y detectives, alcoholismo o infidelidades. Ninguno de los temas se toca con la más mínima profundidad, pero por el formato que es no hace falta. El entrañable universo de esta aldea actúa sobre nosotros como una especie de zona de confort, un área segura de tontería medieval sin drama, como si cayéramos presa de un viaje sedante que además consigue no aburrir.

Mucho menos aventurada que clásicos del género como 'Los caballeros de la mesa cuadrada', aquí el sentido del humor es más accesible pero te tiene que pillar en buen momento. No tiene el corazón de 'Shrek', porque no se preocupa de que nos importen sus personajes, y mientras el resto de películas medievales tienen toneladas de épica, aquí no hay ni un gramo, gracias al cielo. Es un mundo cándido y ridículo donde todos son felices perdedores.

No, ni por asomo es tan buena o completa como 'The Office'. Es una tontería bien hecha para pasar el rato y entran muchas ganas de ver una versión española. Los recursos se repiten pero no aburren, su ritmo es acelerado pero con los frenazos justos -incluyendo realización videoclipera y pasajes con trap de fondo y luces de discoteca-, los decorados son perfectos y sencillos y los trajes espectaculares. La vis cómica de la mayoría de intérpretes es tan estupenda como estúpido es el guion, estúpido en el mejor sentido de la palabra. No gustará nada a quienes, por exceso de vanidad, no hayan visto esto de vivir y morirse como la gran comedia que es, al menos de vez en cuando.

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