Santiago Auserón, el imán de hipérboles, meció la hierba del Jardín de Invierno

El concierto del zaragozano y su banda en estas Fiestas del Pilar caminó por tiempos lentos y guiños de allende los mares, y acabó con temazos de siempre, reconocibles aun vestidos con ropa nueva 

Santiago Auserón, este viernes por la noche, en el Jardín de Invierno.
Santiago Auserón, este viernes por la noche, en el Jardín de Invierno.
Toni Galán

Santiago Auserón es un hombre (y un nombre) atado a epítetos elogiosos, hiperbólicos, merecidos todos. El pasmo por su aspecto a los 69 tacos; la voz que guarda como bañada en miel, aunque raspe a voluntad; la capacidad de reinvención, tocata y fuga; la cubanía militante, limpia y jazzeada, que también sabe ensuciar si se lo pide el cuerpo o alguno de sus musicazos. Ayer remataba la jornada en el Parque Grande y lo hizo con su libreto, cercano-lejano, majo con el respetable pero desde una atalaya intelectual en la que se siente cómodo, porque se ha ganado la cátedra y es generoso en el reparto del conocimiento adquirido. Canta, conecta, contextualiza y brilla siempre, con su luz LED y al trote, sin efectismos.

Ayer comenzó sonero y bolerístico, con dos vientos, guitarra, bajo y batería-percusión, centrado él en su sempiterna rítmica. Luego viró hacia a New Orleans. ‘Luz de mis huesos’, ‘Quemando caña’, ‘La última rosa’ –inspirada por ÓscarWilde–, una vueltita al ‘Vagamundo’ con ‘El forastero’ o ‘No más lágrimas’... el mozo del Gancho apostaba por producción reciente en detrimento de piezas más antiguas de Juan Perro, Radio Futura o el suyo, sin trasuntos.

Y sí, tiene que lidiar con el murmullo sordo de las demandas implícitas; es decir, las ganas que tenía la gente de oír ‘Semilla negra’ (que cayó en el bis, cálida y resultona: es un pedazo de canción) o ‘La estatua del jardín botánico’.

Aunque también abrió la mano con ‘El puente azul’ y remató con ‘El canto del gallo’, los pilares de Auserón tienen una clave personal e intransferible. En un teatro o en el rincón mágico de un parque con nombre de bardo. Eso sí, de un concierto suyo se sale con los nutrientes reforzados, porque este buen señor reparte carbohidratos de absorción lenta, y riega sus ‘setlist’ con té de hibisco para la buen digestión. Anda que no sabe lo que se hace, el tío...

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