pilares 2023

Déjese querer por La Costa Brava... y por Sergio Algora

La banda del fallecido poeta y cantante zaragozano emociona a un repleto Jardín de Invierno con una batería de himnos inmortales. 

Fran Fernández y Richi Vicente, al inicio del concierto.
Fran Fernández y Richi Vicente, al inicio del concierto.
Toni Galán

Han transcurrido 15 años desde la muerte de Sergio Algora. Aquel infausto 9 de julio de 2008, en plena euforia de la Expo, se dinamitaron muchos corazones y se agotaron las lágrimas ante la partida de un artista salvaje y total. Un poeta que cantaba y un cantante que soñaba y grababa de madrugada versos y melodías en contestadores automáticos ajenos.

Aquella calurosa madrugada de hace tres lustros desapareció con Algora La Costa Brava, su último gran proyecto musical, poniendo punto y final de forma abrupta a un quinquenio mágico de copas de yate, de champán para todos, de amistad y de seis discos como seis soles, cargados de himnos y de amores.

Invocar y reproducir aquel espíritu 'costabravista' parecía un imposible. La ausencia del genio zaragozano abrió un boquete demasiado profundo, insondable. Pero, pasado este tiempo más que prudencial, sus compañeros, con Fran Fernández a la cabeza, abrieron la puerta a una humilde gira de despedida, de una despedida que en su momento no tuvieron por sus venas de luto. 

Un periplo que arrancó el año pasado en Madrid, que prosiguió en Barcelona y en Valencia y que este 2023 ha recorrido selectos festivales veraniegos. La última función, la definitiva, no podía ser en otro lugar que no se llamara Zaragoza. 

Y así han comparecido en la noche de este viernes en el Jardín de Invierno para regalar a la multitud asistente un último vals en el nombre de Sergio. Enrique Moreno (batería), Eloy Cases (bajo), Richi Vicente (teclado y voz) y Fran (voz y guitarra), reforzados y elevados musicalmente por Nahum García (guitarra) se dieron este lujo, para disfrute atroz de la entregada audiencia. 

Porque, desengañémonos, sus canciones son la crónica de unos años y de una Zaragoza que ya no volverán. La del Fantasma de los Ojos Azules y del Bar Bacharach. En las letras de sus 'hits' aparecen programas que ya no existen, como 'El diario de Patricia' o ídolos futbolísticos retirados hace más de una década, como Ronaldo Nazario, el Ronaldo bueno. Una nostalgia sanadora y bien entendida que se transmitió en un repertorio generoso (18 canciones) en poco más de una hora. 

"Por fin cerramos la gira en Zaragoza. Si se tiene que acabar, que acabe aquí", proclamó un expansivo Richi Vicente, que afrontó la ardua misión de emular a Algora en el escenario en su diálogo artístico con Fran. El corazón debía encongérsele al entonar cada verso de su amigo ausente. 

La velada sirvió para certificar (si es que era necesario) la profundidad y la brillantez del repertorio de La Costa Brava, una superbanda indie que no holló las cimas de reconocimiento que merecía pero que devoró cada tramo del camino con el ansia que da la juventud. 

La celebración arrancó con 'Dos ostras' y su declaración de intenciones de quienes querían comerse el mundo en una gira triunfal ("Hemos ganado otra vez sin bajar del autobús"). 'Natalia Verbeke' cedió el testigo a 'Déjese querer por una loca' ("A veces pienso en lo que he dejado atrás y echo de menos a alguien especial"), 'Falsos mitos sobre la piel y el cabello' ("Baila para mí, quiero recordarte así, bailando tan feliz") y 'El cumpleaños de Ronaldo'.

La emoción se propagó con temazos tan incontestables como 'Justicia poética',  'Adoro a las pijas de mi ciudad',  'Olímpicos' o 'Casado con otra'. Más madera para el alma, tema tras tema, hasta el trío de bises terminal: 'Canción de regalo', la versión del 'Nada me importa' de Los Módulos y 'Treinta y tres' con su baile del robot y unos versos demoledores: "y es que ahora sé que es cierto, nunca tendré lo que más quiero".

¡Va por ti, Sergio!

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